¡Fuera lamentos! Así es como se enseña a un hijo a ser optimista
La psicopedagoga Ana Roa ofrece las claves para cambiar esta actitud en los menores
No son tiempos fáciles para las familias. El Covid-19 está echando un fuerte pulso a muchas de ellas y las está colocando en situaciones límite. Adultos, pero también niños, están viendo tambalear la consistencia de una vida que tenían consolidada. Ante la ruptura de ... rutinas y un panorama complicado, puede ser habitual que ganen terreno el pesimismo, los pensamientos negativos llenos de lamento y la falta de creatividad para cambiar estas circunstancias.
Ante una situación así, ¿cómo mantener el optimismo y transmitírselo a nuestros hijos? Según Ana Roa, psicopedagoga y autora del libro “Escuela de Familias, autocuidado y gestión de energía cuando vivimos con niños” (Editorial Círculo Rojo) , el estilo de pensamiento, igual que la autoestima y el autoconcepto, se va aprendiendo durante el desarrollo evolutivo. Es decir, los niños observan cómo sus padres o las personas de su entorno más inmediato reaccionan ante los problemas que se les presentan. Entienden que es así como hay que responder a ellos.
Explica que un niño optimista «se ilusiona con los acontecimientos que van guiando su vida, está motivado y no se imagina que puedan ocurrirle una serie de desgracias encadenadas. En las situaciones más adversas, en un hogar optimista se reflexiona, se piensa que los propios errores o fracasos servirán de ejemplo para una posterior superación (“la próxima vez será mejor”) y se esfuerzan en modificar determinados aspectos que han influido en el resultado no logrado».
Por contra, en las familias menos optimista se tiende a considerar que las circunstancias son como son y que no está en su mano poder cambiarlas porque las soluciones están fuera de su ámbito competencial.
Tanto una como otra actitud, según Ana Roa, son interiorizadas por los más pequeños y según van creciendo será más complejo que cambien su actitud y la forma de enfrentarse a las situaciones adversas. Por ello, «es muy importante educar en el optimismo y funcionar en positivo para lograr objetivos que nos ayuden a ser mejores y más felices».
¿Cómo enseñar a un hijo a ser optimista?
Para conseguir este objetivo, los padres deben realizar una labor diaria porque son sus modelos a seguir . «Deben entender que el hecho de equivocarse forma parte de su crecimiento, por lo que es esencial cuidar la forma en que se corrige a los hijos , puesto que con palabras positivas llegarán a valorar y a resolver situaciones complejas y no se descalificarán a sí mismos. Si utilizamos el sentido del humor y les enseñamos a valorar lo que realmente importa, evitando preocuparse en exceso de aquello que, sin duda, pasará pronto aprenderán a gestionarse mucho mejor en el día a día».
La autora de «Escuela de Familias» añade una serie de pautas para formar niños optimistas:
—Primero se entrenará identificando su emoción y qué pensamientos le provocan reacciones negativas. Posteriormente le enseñaremos a gestionar todo este proceso.
—Si nos encontramos con expresiones catastrofistas, en las están presentes las palabras «siempre» o «nunca» , será conveniente que el niño aprenda a sustituir estos mensajes por otros con palabras más ocasionales y menos absolutas.
—Quizá, en algún momento, el niño permanezca en silencio y se decante en última instancia por rendirse. Por ejemplo, «esos niños me van a decir que no quieren que juegue con ellos»; lo más adecuado en este caso sería reformular la frase en positivo, «voy a intentar jugar con esos niños».
¿Cómo saber si es optimista?
El estilo de pensamiento que tiene un niño se conoce por medio de su lenguaje. « Sus expresiones frecuentes y sus narraciones nos darán pistas de cómo encauza los conflictos. Es optimista si describe una situación difícil o un error que ha cometido por actuar de una determinada manera, pero no se descalifica a sí mismo. Además, —prosigue Ana Roa— sabe que los problemas son temporales y busca soluciones para atajarlos».
Añade que es aquel niño que sabe sacar provecho de los conflictos desarrollando hábitos saludables de crecimiento y superándose a sí mismo, desarrolla al máximo sus capacidades , afronta con mayor fortaleza las enfermedades y, además, sabe que si actúa correctamente vencerá las dificultades y podrán hacerse realidad sus expectativas.