Ulises Mérida, triunfal reinvención de su forma

Un día encontró sus últimos diseños en una web que había puesto las imágenes mal, de forma que los colores aparecían como no eran, como en una radiografía, dando lugar a una paleta que impactó al diseñador: azules petróleo, negros con acabados metalizados, medios y verdes secos y brillantes. No se lo pensó dos veces y, aunque tuvo varios momentos en los que pensó que era una «apuesta arriesgada», acabó encargando sus nuevas telas en esos colores.

A partir de ahí, sus formas evolucionan desde la línea recta, las construcciones fractales hasta llegar a las más poéticas y orgánicas curvas envolventes, que sí o sí tienen que formar parte de sus diseños. «No lo he podido evitar», admite el diseñador, es «como si se tratara de una revisión mejorada: una versión 3.0». Esos volúmenes tan del diseñador son sólo posibles gracias a que ha mantenido el modelaje sobre maniquí.

Una pieza clave de su nueva colección: la camisa blanca. «Eran muchas las personas las que me decían que querían una camisa blanca mía, así que no lo he dudado esta vez y la he diseñado en distintas modalidades: jugando con los cuellos -algunos dobles- y con las mangas, que también tienen cortes a lo japonés», explica.

En cuanto a los materiales de la colección se mueven entre una gama de tejidos pesantes como el paño baguilla, terciopelo devoré con acabado geométrico; pasando por moharé de algodón, crepés de lana, shanthung de seda, cuero con acabado metalizado y micro lentejuela sobre base de tul; hasta llegar a la ligereza de las organzas satinadas.

Antes del desfile, el pasado domingo, Mérida nos enseñaba sus nuevos diseños sin parar de sonreír: «Muchos ganan puestos, mis diseños son así, los ves en la percha y algunos parecen poca cosa, pero luego...». Efectivamente es así, sobre la pasarela gustan y encandilan. Algo así le debió suceder a Clara Lago, que eligió para su gran noche uno de los vestidos de este diseñador, que admite sentirse orgulloso y feliz de que haya sido así.