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El Twitter de las estrellas

Indicativa de fama e influencia, la red social se expande por la Meca del Cine

El Twitter de las estrellas

FEDERICO MARTÍN BELLÓN

Penúltima red social de moda, menos agotadora e indiscreta que Facebook, Twitter se ha convertido en un medio de expresión y comunicación al que las estrellas de cine se han adaptado a gran velocidad. Mientras usted lee estas líneas, nuevas líneas invisibles surcan el hiperespacio creando nuevas y sorprendentes alianzas. Pese a todo, trataremos de hacer una foto fija de las relaciones virtuales entre algunos de los pesos pesados de la industria.

La teoría de los seis grados de separación se ha quedado corta. Cualquier lector podría llegar a Brad Pitt en no más de dos o tres saltos (pero no de cama). En Twitter, las distancias desaparecen, aunque no es oro todo lo que reluce. Abundan las falsas identidades, los clubes de fans con exceso de poder o directamente las agencias de representantes, como en el caso de Brad Pitt. El paseo de la fama de Twitter está lleno de trampas, hasta el punto de que algunas estrellas, como Kate Beckinsale, han renunciado a utilizar su propio nombre y se llaman RealKBeckinsale. Otros anteponen un «fake» (falso) que deja bien a las claras que el usurpador al menos ataca de frente. En el extremo contrario, Maria Shriver se presenta invicta ante la falsa modestia: «Página oficial de Maria Shriver, primera dama de California».

Pero ¿quiénes son los líderes de Twitter en Hollywood? El poder y la influencia se miden en número de seguidores. Esperar que luego se transmitan pensamientos profundos o exclusivas es demasiado optimista. Quitando a tipos como Guillermo Arriaga, de un «tuiteo» estajanovista y literario, lo normal es encontrarse trivialidades o, si hay suerte, muestras de humor. Bruce Willis, por ejemplo, es capaz de escribir: «Mierda, atrapado en un edificio de oficinas con terroristas y mi ex mujer» o «Acabo de machacar a un tiburón en una lucha individual en una jaula; que le den».

Ben Stiller escribió un día: «Feliz cumpleaños a mi hija de ocho años, aunque si lee esto me preocuparé mucho». Larry David puede ser salvaje con sus amigos: «Richard Lewis tiene nueva novia. Esta vez ella también tiene implantes en sus labios, además de las tetas y el culo. Olvidaba que una vez leyó un libro». La citada Beckinsale apenas pasa de repartir buenos deseos. Tanto daría que fuera una doble. Un tal Morgan Freeman, quizá el real, es capaz de reírse de sí mismo: «Para responder a la pregunta más frecuente: Sí, algunas veces hablo sólo para escuchar el sonido de mi propia voz». Denise Richards, tal vez la genuina, es otro ejemplo de lo fácil que es reírse de ella: «Haciéndome las uñas ¡Me encanta!».

Si en otra época el cine se podía permitir el lujo de mirar a la tele por encima del hombro, las estrellas del séptimo arte siguen ahora de forma masiva a sus homólogos televisivos, como Conan O'Brian, Larry King, Oprah, Anderson Cooper o el comediante Jimmy Fallon. Otros «tuiteros» de moda son el ciclista Lance Armstrong y líderes de lo más dispar, de Rania de Jordania a Obama, pasando por quienes les escriben los discursos, como Jon Favreau.

Un signo de debilidad en este mundo virtual es el exceso de entusiasmo. Los que siguen a todo el mundo devalúan su propio interés. Lo que se lleva es ser protagonista, nunca público. Jennifer Aniston, Larry David y Bruce Willis no siguen a nadie. George Clooney se hace el interesante: «Mi localización es un misterio…». Demi Moore aparece como mrskutcher (señorakutcher) y muestra una foto de cuando era pequeña y como mucho se había operado las amígdalas.

En el extremo contrario, están los que siguen a todo lo que se mueve. Son los casos de Jane Fonda, Arnold Schwarzenegger, Hugh Jackman y Tom Cruise, quien tiene al menos tres personas dejándose los pulgares para hacer posible su omnipresencia. El trabajo da resultado, porque sus seguidores se cuentan por decenas de miles, incluso por millones.

En España, uno de los más activos es Nacho Vigalondo. Tirando de su hilo se puede llegar a Alejandro Amenábar y a Álex de la Iglesia, que no se prodigan, e incluso a Elsa Pataky, seguidora de un tal Brody. Por ahí se puede enlazar con Hollywood, aunque el director de «Los cronocrímenes» también sigue directamente a Jason Reitman y David Lynch, dos de los cineastas más activos. De nuevo en Los Ángeles y alrededores, el gran epicentro de poder «tuitero» es la pareja formada por Ashton Kutcher y Demi Moore. El resto de los más seguidos puede consultarse en la infografía que acompaña la página.

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