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Rappel y el síndrome de Estocolmo

Por Dios, por lo que más quieran, no le digan a mi madre que estuve en el cumpleaños de Rappel. Ella ya es muy mayor y aún cree que soy un periodista respetable. Me costó años convencerla de que éste era un oficio serio; ella ... quería que hubiese sido jesuita, o por lo menos que hubiese opositado a notarías. Si se entera, a su edad, de que una noche escribo sobre el bar de Dinio y otra sobre las túnicas de Rappel, abandonará toda esperanza de que su hijo gane un día el Mariano de Cavia. No sé, si les pregunta qué hago en Marbella díganle que me vine a trabajar de palanganero en el Milady Palace.

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