Nicki Clyne, la otra mujer que se esconde tras las atrocidades de la secta sexual Nxivm

Nicki Clyne ha enviado una carta al juez de la Corte Federal de Brooklyn en la que defiende al líder y lo que hacían en Nxivm, además de asegurar que ella también formaba parte de todo. Pese a ser la esposa de la número dos de la secta, hasta ahora no se la ha investigado.

No llegó a declarar en el juicio, pero en el caso de que sí lo hubiese hecho, ha dejado muy claro lo que hubiese pasado: «Mi testimonio habría contrarrestado gran parte de lo que alegaron los testigos de la acusación y desmanteló toda la teoría del gobierno sobre DOS, reformulándola de un siniestro 'culto sexual' a un grupo de mujeres que buscaron la guía de un hombre inteligente y de confianza, y crearon un hermandad secreta para mujeres que implementó algunas prácticas poco convencionales en la búsqueda del crecimiento y la libertad personal», asegura Clyne.

Ha dicho que la idea de que Keith Raniere crease la secta para tener sexo es algo que no se cree: «Encuentro esta idea completamente absurda e incluso ofensiva, como mujer y compañera de Keith durante más de una década. Nunca supe que Keith quisiera tener intimidad con alguien que no quisiera, y es una idea ridícula pensar que se hubiera tomado tantas molestias por tener sexo».

Es una de las muchas cartas que ha recibido el juez antes de que se dicte sentencia la próxima semana contra Keith Raniere, que se enfrenta a cadena perpetua. Por otra parte, Allison Mack se declaró culpable de los cargos extorsión y conspiración. Admitió haber instruido a las mujeres del grupo «para que me prestaran ciertos servicios».

Hace tan solo unos días, India Oxenberg , nieta de la Princesa Isabel de Yugoslavia, se sinceró sobre el infierno que vivió en la secta. Fue marcada como ganado con las iniciales de Keith Raniere, violada y torturada sin apenas comida. «Fui la primera mujer de mi grupo de esclavas en ser marcada. El olor que provenía del bolígrafo cauterizador que quemaba mi carne era tan intenso que llenó toda la casa. Fue una tortura, pero aún así aguanté», explica Oxenberg sobre el día que la marcaron. Por aquel entonces ella solo tenía 19 años.