Álex González: «No sabes lo que es la intimidad hasta que la pierdes»

-¿Hasta qué punto le interesa la moda?

-Antes casi nada; ahora un poco más, aunque siempre voy un año y medio por detrás de la moda. He visto en el desfile que se llevan los pantalones tobilleros, ya verás como dentro de un año me los pongo. He sido más de vaqueros y zapatillas pero ahora me pongo zapatos; eso debe ser que me estoy haciendo mayor. Es curioso porque siento que el zapato me ayuda a potenciar la masculinidad.

-Tener una legión de fans debe de imponer a la hora de pensar qué se pone.

-Parto de la base de que lo que estoy viviendo es efímero y se debe al éxito de «El Príncipe». He comprendido que no sabes lo que es la intimidad hasta que la pierdes. Que conste que no me molesta nada que me pidan una foto ni el cariño de la gente y hasta de los paparazzi, porque en el fondo me siento agradecido de vivir este momento después de once años trabajando.

-¿También lleva bien que le adjudiquen romances cada cierto tiempo? Últimamente le han relacionado con la reportera Elyson Eckman y con su entrenadora.

-Encajo la prensa del corazón en mi vida porque he comprendido que es un peaje de mi profesión, al igual que sé que debo tener cuidado con ciertas actitudes. Respeto y comprendo todo, pero siempre y cuando se cuenten verdades. Cuando me sacaron fotos con Alyson Eckman lo asumí porque era verdad, pero no que me cuelguen noviazgos con gente que paseaba por la calle.

-Lo dice porque esta semana sale besándose apasionadamente con su entrenadora.

-No es mi entrenadora ni mi novia. La he visto una vez en la vida. Ese beso duró no más de tres segundos, no lo voy a negar, pero todo el resto de la historia es falsa.

-¿Entonces le han tendido una trampa?

-No lo sé. Esta mujer me contactó por Instagram para darme una sesión. Quedamos un día, entrenamos, me dio una clase de nutrición y me llevó en su coche al mío. No he vuelto a saber de ella. El paparazzi que hizo esa foto sabe que no hay nada. No me ha creado conflicto porque estoy solo, pero todo lo dicho es falso.

Alex no lo dice abiertamente pero todo indica que se trató de una trampa puesto que al despedirse la mujer le sorprendió con un besó en los labios y justamente en ese momento había un fotógrafo para captar una imagen que representa lo que no hay.

-¿Qué trae de novedoso la nueva temporada «El Principe»?

-La base sigue siendo la historia de amor y la trama policial con los yihadistas. El secreto de esta serie son los guionistas, que ponen toda la carne en el asador en cada capítulo. Cuando leí el guión pensé que se refería a toda la serie ¡Y era únicamente el primer capítulo!

-¿Cómo vivió los atentados yihadistas de París, que por desgracia demostraron cómo la realidad supera a la ficción?

-Con la misma impotencia quecualquier ciudadano al ver un acto totalmente irracional. También con miedo, algo que me fastidia reconocer porque sé que es lo que buscan. Colgué una foto en Instagram solidarizándome con las víctimas y fue tal la reacción tuve que quitarla. Debo tener cuidado. «El Príncipe» es una historia de ficción pero basada en hechos reales que ahora están de rabiosa actualidad. Hay que ser respetuoso y saber diferenciar terrorismo de religión, una franja que si no estás bien informado puede parecer muy fina.

-¿Su próximo reto?

-Estoy estudiando unas ofertas de cine , pero reconozco que ahora mismo lo que más me gustaría es interpretar a una drag queen, un papel completamente diferente, para investigar otros registros. Lo bueno del cine es que te permite ensayar, equivocarte y perfeccionar cada escena, algo que en televisión no ocurre. Por eso siempre que vuelvo a casa tengo la sensación de que podía haber dado más.

-Tengo entendido que se lleva muy bien con Jose Coronado.

-Creo que somos de la misma especie y hablamos el mismo lenguaje. Es un compañero excepcional, del cual es imposible no enamorarse. Si yo fuera mujer caería seguro en sus brazos.

-¿Y para enamorarle a usted qué hay que tener?

-Lo que más me atrae es el sentido del humor. A partir de ahí, el físico me importa menos. Otro síntoma de que me debo estar haciendo mayor.