El encuentro de los Thyssen, una tregua sin firmar la paz

Borja y Blanca hablaron con Tita, pero mantienen los pleitos judiciales contra la baronesa

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beatriz cortázar

Un año sin ver a su hijo y muchos más sin saber de su nuera. La baronesa Thyssen rompió relaciones familiares con su primogénito Borja una vez decidió casarse con Blanca Cuesta y desde entonces las cosas siempre han ido de mal en peor. La ... llegada al mundo de sus tres nietos, que son como tres soles, no consiguieron el milagro, así que, pasado el tiempo, ya se habían acostumbrado a llevar vidas paralelas sin ningún canal de comunicación. Desde un primer momento hubo personas en ambos lados encargadas de suavizar la relación, de tender puentes para acabar con esa ruptura. Pero no hubo manera.

Borja y Blanca se sometieron a las humillantes pruebas de paternidad que fueron de dominio público para demostrar que su primer hijo era de los dos y protagonizaron desagradables sucesos con procesos judiciales abiertos que aún siguen sin resolverse. La baronesa los denunció por revelación de secretos –se supone que de la herencia del difunto barón Thyssen– y Borja, a su vez, reclamó a su madre la propiedad de unos cuadros, un Goya entre otros, que figuraban en el museo Thyssen.

Ni la Navidad ni los bebés ni los cumpleaños ni el hecho de que todos veraneen en Ibiza lograron unirles. Ha sido el destino lo que hizo que ese encuentro se produjera de forma casual en pleno centro de Madrid, junto al parque del Retiro, donde se vieron las caras después de tanto tiempo. Borja y Blanca iban con su buen amigo el pintor Pedro Sandoval, maestro de Blanca y una de las personas fundamentales en su carrera artística. Sandoval es quien más ha animado a Blanca para que presente su primera exposición de arte abstracto en la muestra que permanece abierta hasta el día 15 de marzo en la galería David Bardía y que tantas alegrías le está dando. Todos los comentarios han sido muy buenos y ha vendido casi la mitad de las obras.

Dos versiones

Y como siempre pasa, ahora hay dos versiones. Unos dicen que el encuentro entre Tita y su hijo duró cerca de una hora, que fue una charla amigable y distendida, que seguramente servirá para acabar con los malos rollos y hacer borrón y cuenta nueva como le gusta decir a la baronesa. Por el contrario, otros me aseguran que fue un encuentro entre personas educadas, que primero habló Borja con su madre, mientras Blanca prefería ocupar un discreto segundo plano, aunque posteriormente conversó con su suegra unos minutos. Pero ni más ni menos que una casualidad, unos saludos de cortesía y ningún cambio en lo concerniente a sus pleitos judiciales ni tampoco con una fecha señalada para volver a verse y empezar de cero. O sea, hay tregua, pero no paz.

El encuentro de los Thyssen, una tregua sin firmar la paz

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