El Príncipe Jorge y los duques de Cambridge inician su gira por Oceanía
La niñera española cuidará del bebé, de ocho meses, mientras sus padres afrontan una apretadísima agenda

Después de 28 horas de vuelo, una escala en Sidney y un bebé de ocho meses a bordo, los duques de Cambridge aterrizaron ayer en Wellington, con un aspecto envidiable, sin el menor atisbo de cansancio en sus rostros y derrochando un sinfín de sonrisas y saludos a los que les aguardaban impacientemente en el aeropuerto. Su radiante llegada se debe en parte a la disciplinada labor de María Teresa Turrión Borallo, la niñera española en la que la pareja ha depositado la confianza para hacerse cargo del pequeño Jorge. La palentina de 43 años cuidó en todo momento del Príncipe durante los dos vuelos , mientras que sus papás descansaban en una lujosa y confortable cabina en primera clase para hacer frente a la apretadísima agenda que les espera para los próximos 25 días. A pesar de que al pequeño le están saliendo los dientes, pudo disfrutar de un viaje tranquilo.
Ésta será, sin duda, la gran ocasión en la que Turrión debe desplegar todas sus habilidades y su pericia para demostrar no sólo su buena sintonía con el pequeño Príncipe, sino también su capacidad para trabajar bajo unas altísimas cotas de presión, a sabiendas de que centenares de fotógrafos tratarán de captar cada movimiento del bebé. No obstante, desde Kensington Palace ya han advertido de que sólo asistirá a algunos actos y permanecerá la mayor parte del tiempo con la niñera , resguardado de las miradas. Además de la ayuda de Turrión, los duques de Cambridge viajan con un nutrido grupo de ayudantes entre los que se encuentra su peluquera personal, Amanda Cook Tucker.
A su llegada, Catalina de Cambridge desafió el desapacible tiempo de lluvia y viento con un conjunto rojo de Catherine Walker y un sombrero, perfectamente conjuntado, que permitió que su peinado no se desmoronase. En la solapa, lucía un broche de plata en forma de pluma, un guiño al país que les acoge, pues fue un regalo que se le hizo a la reina Isabel II en su visita a Nueva Zelanda hace más de 50 años. Como no podía ser de otra forma, el pequeño se convirtió rápidamente en el centro de las miradas, tanto del primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, el edecán del Gobernador General de Nueva Zelanda, Richard Walker y la alcaldesa de Wellington, Celia Wade-Brown, que recibieron a la familia al pie de la escalerilla.
El mal tiempo impidió que el pequeño Jorge acudiese al acto de bienvenida maorí, donde guerreros tatuados y armados con lanzas proferían su grito de batalla. Posteriormente, tanto el Príncipe Guillermo como Catalina participaron en la ceremonia del hongi, que consiste en frotarse la nariz con los ancianos maoríes.
Aunque los neozelandeses guardan una gran admiración hacia la familia real británica, la visita de los príncipes reabre el debate sobre el futuro de la monarquía en Nueva Zelanda, una antigua colonia británica que se convirtió en Estado soberano en 1947. Si estos dos países no modifican su estatuto actual por el de república, el Príncipe Jorge se convertirá algún día en jefe de Estado de Nueva Zelanda y Australia.
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