a esta altura

Lágrimas desordenadas

Tu mirada se transforma por esas pequeñas gotas que nacen sin querer desde el fondo de tu alma

marta barroso

Un día ríes, otro lloras. Lágrimas de alegría o lágrimas de tristeza . La vida juega con tus sentimientos y a veces te hace sentir como una marioneta a merced de sus caprichos. Los años pasan, te haces mayor y la sensibilidad, tan a ... flor de piel, te juega malas pasadas. Cuando menos te lo esperas tu mirada se transforma por la fuerza de esas pequeñas gotas que nacen sin querer desde el fondo de tu alma. No tienen ni nombre ni apellido. O sí. Quizás se llamen ternura. O dolor. O esperanza. O alegría. O traición. O desconcierto. No lo sé. Sea como sea, como dijo Platón, cada lágrima enseña a los mortales una verdad. Aunque esta se repita. Porque siempre es diferente. Siempre. Incluso cuando más te lo esperas. Es entonces cuando las lágrimas, sí, las que rodean la muerte, nacen con identidad propia. Y duelen en el alma. Con ese nombre y apellido, que aunque ya no esté, siempre estará en esa lista de favoritos que jamás vas a borrar.

Lágrimas con sabor amargo . El del dolor, el de la tristeza. Nacen a borbotones y nublan la mirada hasta que esta se vuelve a aclarar. Entonces llegan otras. Las que brotan de repente. Lágrimas desordenadas . Un recuerdo, un lugar, una fotografía -de papel, siempre de papel-, una canción, una sonrisa. Unos grandes ojos azules. Por ejemplo. O un niño que crece, una mujer ejemplar, la entrega de una hermana, la entereza de una madre, las lágrimas de un hermano. O de un cuñado. O de un sobrino. Porque cuando nacen de un hombre impresionan más. Ellos lloran menos. O lo hacen de otra manera. Para dentro. Lágrimas invisibles . Las que nadie ve, las que apuñalan por dentro y no permiten descansar en paz. Que fluyan. Para que el alma descanse. Hasta dejar los ojos secos de tanto llorar. Lágrimas encadenadas . Las que nacen de un recuerdo y se enlazan con otro, las que entremezclan dolores, las que te arrastran de la melancolía al desconsuelo, del desconsuelo a la esperanza, de la esperanza al optimismo. Escribió Lope de Vega: «No sé que haya en el mundo palabras tan eficaces ni oradores tan elocuentes como las lágrimas». Aquí dejo las mías. Con identidad propia. Con nombre y apellido. Lágrimas desordenadas. Con permiso de Melendi.

Lágrimas desordenadas

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