del 10-N AL 12-N DE 2019
Tres días que cambiaron a Sánchez... y a España
Albert Rivera profetizó en 2019 el giro del presidente: de la Ley como arma contra el secesionismo a retorcerla para lograr sus fines. Él ya no está, pero tampoco los otros protagonistas de la victoria socialista: ni Casado ni Iglesias
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Iniciar sesiónEntre el 10 y el 12 de noviembre de 2019, la política española cambió radicalmente, mucho mas de lo que la mera celebración de unas elecciones generales en la primera de esas fechas podría hacer pensar. Cambiaron algunos de los actores y cambió, sobre ... todo, el rumbo del presidente del Gobierno. Tres instantáneas por cada una de esas tres jornadas dan idea de ese movimiento tectónico en la vida pública española, cuyas réplicas llegan hasta esta misma semana, con el impulso por parte de PSOE y Unidas Podemos a la supresión del delito de sedición, en línea con los deseos de ERC.
10-N, domingo: el veredicto de las urnas deja claro que no hay alternativa a Sánchez para una investidura, aunque el PP de Pablo Casado se recupera notablemente como primer partido de la oposición, pasando de unos paupérrimos 66 escaños a casi 90; el PSOE no logra mejorar su resultado, y cede tres escaños, de 123 a 120; Ciudadanos (Cs) se hunde y Vox da el gran salto adelante de su historia, convirtiéndose en el tercer partido del Congreso, cuando solo un año antes era una fuerza extraparlamentaria.
11-N, lunes: Albert Rivera pone fin a su carrera política tras pasar de 57 a 10 diputados en seis meses y haber sostenido sin desmayo su negativa rotunda a pactar con el PSOE.
12-N, martes: Sánchez y Pablo Iglesias escenifican con un abrazo su principio de acuerdo para una coalición gubernamental después de meses de duro enfrentamiento entre ambos. El presidente llegó a decir que «no dormiría tranquilo» con una coalición con el partido morado e Iglesias, en un duro y fallido debate de investidura celebrado en verano, le había advertido: «No dilapide su capital político».
El abrazo independentista
Pero el pacto de PSOE y Unidas Podemos no suma una mayoría suficiente de investidura, dado que apenas tienen 155 escaños, lejos de los 176 que suman la mitad más uno de los diputados. De nuevo, se antoja imprescindible el concurso de las fuerzas minoritarias, y entre ellas, muy singularmente, los independentistas. Los mismos que auparon a Sánchez en la moción de censura de 2018 y que luego le dejaron caer a principios de 2019, rechazando su primer proyecto de Presupuestos y precipitando la convocatoria anticipada de elecciones. Un mes antes del 10-N, el 14 de octubre, el Tribunal Supremo (TS) ha dictaminado la histórica sentencia del 'procés', que condena por sedición y malversación al líder de ERC, Oriol Junqueras, y a los principales cabecillas del golpe secesionista.
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En ese contexto, y con el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, huido desde hace dos años de la Justicia, Sánchez protagoniza una campaña electoral extraordinariamente beligerante en lo que se refiere a la cuestión catalana, confiado seguramente en poder crecer electoralmente por el centro, dada además la previsible debacle de Cs. En el debate a cinco de candidatos plantea reformas legales para acabar con el sectarismo político en TV3, en una sonada entrevista en Radio Nacional blasona de que logrará que Puigdemont vuelva a España e, interrogado por el periodista Íñigo Alfonso sobre cómo plantea hacerlo, suelta una interrogación retórica que no tardará en hacerse viral: «¿De quién depende la Fiscalía?».
Pero la fría aritmética del 10-N, y dado su visceral rechazo de siempre («no es no» dijo para no permitir con una abstención en 2016 el Gobierno de Mariano Rajoy, y terminó dimitiendo como secretario general del PSOE) a cualquier acuerdo de gobernabilidad entre los dos grandes partidos le abocan a afrontar su Presidencia mirando a su izquierda, y a prepararse para los peajes políticos de todo tipo que tendrá que pagar para ello. Iglesias será su vicepresidente segundo, y ya desde la investidura, que tendrá lugar los primeros días de enero de 2020, tendrá que contentar a los separatistas catalanes.
La investidura fallida
Pero volvamos a su investidura fallida de julio de 2019, cuando el acuerdo con Iglesias no fue posible, entre duros reproches entre ambos. Aquel 22 de julio, Sánchez reclamó a Casado su abstención para que echase a andar la legislatura. Inmediatamente después, se subió a la tribuna Albert Rivera para el que sería, a la postre su último discurso parlamentario. Que empezó así: «Puro teatro, señor Sánchez. Es lo que lleva haciendo usted en los tres meses que han pasado desde las elecciones. Mareando la perdiz... y hoy nos trae aquí un truco de los malos. Truco en la tribuna y trato en la habitación de al lado, con Podemos y los separatistas».
A partir de ahí, el líder centrista desgranó lo que no dudó en calificar de «el plan Sánchez», algo dijo, «bueno para usted y sus enchufados del PSOE, pero malo para las familias españolas». Y aseguró que desde Ciudadanos «nos vamos a oponer a un plan, a su modelo de España, que es la España sectaria, la de divide y vencerás, la de insultar a los constitucionalistas y lavarle la imagen a los que han apoyado un golpe de Estado en Cataluña o a los que han legitimado los atentados terroristas durante tantos años. Sus socios para esta investidura».
La «banda» de Sánchez
Y mediado el discurso acuñó una expresión que haría fortuna, y ante la que Sánchez sonreía desde su escaño, la de «la banda» con la que el presidente del Gobierno pretendería llevar adelante sus objetivos. «Menuda banda, con Otegi [Arnaldo] brindando, con los nacionalistas en Navarra, con los de Mes en Baleares, con los nacionalistas en la Comunidad Valenciana, con Podemos controlando la economía española...», enumeró Rivera.
Además, y sobre Cataluña, el entonces líder de Ciudadanos criticó que Sánchez hablase de «una deriva judicial por culpa de la política. Oiga, prevaricar no es política, es un delito. La sedición no es política, es un delito» le espetó desde la tribuna a Sánchez, antes de decirle que «con los que quieren liquidar nuestro país no hay nada que hablar: Ley y Justicia. Y usted hace lo contrario, no hablar con los constitucionalistas y dialogar con los que no quieren diálogo, quieren imposición».
Pero Rivera ya no tiene quien aplauda sus verdades. Su intervención dio con las claves que Sánchez utilizaría con el mayor descaro durante los tres años siguientes. Él es el único que ha sobrevivido: Casado y Rivera abandonaron la política; e Iglesias... ¿quién sabe?
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