Ciudadanos pierde la mitad de sus afiliados desde la debacle del 10-N

Desde entonces, la dirección nacional de Cs, presidida desde marzo de 2020 por Inés Arrimadas tras arrasar en las primarias, ha luchado por la supervivencia del partido. Este año, la fallida moción de censura en la Región de Murcia fue la gota que precipitó una cascada de deserciones en la mayor crisis interna que se recuerda desde el salto de Cs a la esfera estatal.

Más allá de las abruptas salidas mediáticas y de las rebeliones territoriales en Cs, que ha visto mermada su fortaleza institucional con la pérdida de dos de sus cuatro gobiernos autonómicos, un dato es significativo: desde aquella debacle en las urnas, de la que hoy se cumplen dos años, el partido ha perdido al menos la mitad de sus afiliados. El récord de militantes coincidió con el mes de las elecciones en las que Cs logró 57 diputados en el Congreso. Entonces, eran 33.938 los afiliados. Una cifra que fue descendiendo paulatinamente, mientras Rivera se resistía a intentar un pacto de 180 escaños con el PSOE de Pedro Sánchez .

En noviembre de 2019, los militantes de Cs habían descendido ya a 28.015 . Pero la verdadera sangría se ha producido con Arrimadas ya en el poder. Ahora mismo, según ha podido saber ABC de fuentes solventes, la cifra de afiliados supera por escaso margen los 14.000 . Una cantidad de la que incluso dudan voces críticas, que creen que el dato real es todavía peor.

A esta pérdida de afiliación hay que sumarle la marcha de dirigentes y cargos públicos, muchos de los cuales han encontrado o buscan acomodo en el PP. Esa «opa hostil» que denuncia Cs comenzó este marzo, cuando los liberales rompieron el Gobierno regional de Murcia con el PP y presentaron una moción de censura de la mano del PSOE. El salto a las filas populares de diputados murcianos de Cs abortó la operación y fue seguido del fichaje de Fran Hervías , responsable de la expansión nacional de Cs, y de la 'apertura' de las puertas de Génova anunciada a bombo y platillo por el número dos de los populares, Teodoro García Egea .

Rivera dimitió el 11 de noviembre de 2019. «Parecía que estábamos en la sala de autopsia», dice un dirigente de Cs, que garantiza que el partido se hallaba entonces «tocado, noqueado y casi muerto». Pero en ese momento Cs contaba con 165 diputados autonómicos y ahora apenas dispone de 96. En el Comité Permanente de Arrimadas distinguen las «pérdidas limpias» –los treinta escaños de Cataluña o los veintiséis que desaparecieron de la Comunidad de Madrid por el «error» de Murcia– de quienes abandonan sus filas «con el acta bajo el brazo». De estos últimos hay catorce diputados autonómicos, además de uno nacional ( Pau Cambronero ), dos senadores ( Emilio Argüeso y Ruth Goñi ) y el presidente de Melilla, Eduardo de Castro .

«Arrimadas se echó el partido a la espalda sabiendo lo difícil que era la remontada», defienden en su entorno, donde lamentan que haya quien «salte del barco» cuando las cosas van mal. «Hoy se acuestan liberales y mañana se despiertan conservadores», atizan a los «tránsfugas», a los que lanzan un mensaje: « ¿Toni Cantó qué ha sacado? ¡Un chiringuito del que se ríe España entera!». Respecto a las fugas, prefieren ver el vaso medio lleno y subrayan que desde enero de 2020 solo se han ido «algo más del cinco por ciento» de sus cargos públicos. «La indignidad no es perder un escaño; es mantenerlo a cualquier precio», dijo Arrimadas el viernes en los desayunos de 'El Periódico de Extremadura'.

El panorama electoral tampoco es halagüeño. En las últimas encuestas publicadas, Cs está en torno al tres por ciento en intención de voto y obtendría, de celebrarse ahora elecciones generales, entre uno y dos diputados . Nueve u ocho menos de los cosechados la aciaga noche del 10-N . Reconocen que son malos datos, pero señalan también otros sondeos más favorables, como el publicado ayer en 'El Mundo' para el Ayuntamiento de Madrid , donde Begoña Villacís aguanta el tipo con un 8,4 por ciento de estimación. «El partido está vivo. Vemos futuro porque existe proyecto liberal», sostiene un miembro de la ejecutiva, que agita banderas como la despolitización de la Justicia . «Probablemente no estemos bien, pero estamos».