Sánchez y Feijóo resucitan el bipartidismo en el Senado

En la sesión de control de junio, la última en la que ha participado Sánchez en el Senado y la única en la que ha tenido enfrente a Feijóo, el líder del PP formuló esta pregunta: «¿Considera el presidente del Gobierno que su Ejecutivo está a la altura de las necesidades de las familias españolas?». Feijóo dispuso de siete minutos entre sus dos turnos de palabra, y Sánchez de otros siete para responder, también en dos turnos. En el debate del martes, los tiempos cambian. El presidente del Gobierno no dispone de límite de tiempo, ni en su exposición inicial ni en sus respuestas posteriores a los grupos. Feijóo, en cambio, solo tendrá 15 minutos para explicar su posición, y otros cinco en el segundo turno.

Si bien el próximo debate estará centrado en el ahorro energético, según consta en la solicitud de comparecencia a petición propia que registró el Gobierno, Feijóo pretende abrir el abanico de temas para aprovechar la presencia de Sánchez en la Cámara y hablar de política general. El líder del PP quería que fuese una especie de debate sobre el estado de la Nación en el Senado, y así lo pidió en la apertura del curso político en Galicia. Después de cambiar de opinión varias veces, el Gobierno acabó aceptando el debate, pero puso una condición: hablar solo de energía.

En Génova preparan el debate con la sensación de que lo han ganado antes de que se celebre. Ese triunfalismo se debe a que, en realidad, Feijóo ha conseguido que Sánchez acepte su propuesta de debatir en el Pleno del Senado, lo que consideran un movimiento «a la desesperada» de La Moncloa para tratar de recuperar el terreno perdido. «Sánchez empieza a dar muestras de desesperación y eso le llevará a cometer errores», comentan. El optimismo del PP también crece porque unos días antes de este debate el presidente del Gobierno aceptó una de las propuestas fiscales que Feijóo puso ya sobre la mesa en mayo: la rebaja del IVA del gas del 21 al 5 por ciento. En el PP recuerdan que antes ya había «copiado» la medida de reducir el IVA de la luz y también la del cheque de 200 euros para los trabajadores más vulnerables. «Estamos gobernando antes de tiempo, por una persona interpuesta», comentan en Génova con cierta ironía.

Feijóo llega a este debate con las encuestas a favor y con una tendencia al alza que en el PP consideran consolidada. Justo es ahí donde encuentran el motivo por el que Sánchez rectificó para acudir «a rastras» al Pleno del Senado. En el equipo del líder del PP lo comentan de esta forma tan gráfica: «Nadie va a rematar con el portero un córner si no van perdiendo el partido y se ven forzados a arriesgar». En Génova creen que intentar centrar el debate en el gasoducto con Francia es una «marcianada», porque los ciudadanos, subrayan, tienen otras preocupaciones mucho mayores en este inicio de curso y en la vuelta al cole. «Si Sánchez cree que le puede rentar centrarse solo en ese asunto, se ve que la distancia que tiene con la realidad es más sideral de lo que esperábamos», comentan los populares.

En el Gobierno afrontan con un gran optimismo el debate con Alberto Núñez Feijóo. Fuentes del entorno presidencial afirman que el presidente del PP llega con poco tiempo y poca preparación a su primer gran debate parlamentario como líder de la oposición y piensan que eso le puede superar. Los socialistas repiten desde hace días que «España le viene grande», una clara alusión a su pasado reciente como presidente de la Xunta de Galicia. Y eso es precisamente lo que Sánchez intentará poner de manifiesto ante el pleno de la Cámara Alta. Los estrategas de La Moncloa creen haber detectado el talón de Aquiles de Feijóo en sus equivocaciones en público sobre determinados datos económicos, o incluso en el hecho de que llegó a decir que no conocía a nadie que hubiese recibido fondos de la Unión Europea en un acto celebrado en una empresa que, precisamente, sí los había recibido.

Pero además, el carácter territorial del debate, según la petición de comparecencia remitida el pasado martes por el propio Ejecutivo -que argumenta que el Senado es el lugar idóneo para hablar de ello, dado su carácter de cámara de representación autonómica- permitirá a Sánchez enfatizar otra de sus líneas predilectas de ataque a Feijóo. Y esa que no es otra que la de insistir en que es, según el PSOE, un líder preso de sus barones territoriales, singularmente de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no solo ha criticado con dureza el reciente decreto de ahorro energético, sino que incluso, dando un paso más que otros gobiernos autonómicos populares, lo va a recurrir ante el Tribunal Constitucional (TC). Las comunidades autónomas son las encargadas de la aplicación y vigilancia de muchas de las medidas adoptadas, como la nueva regulación de la temperatura en edificios y comercios.

Lo amplio del último decreto de medidas permitirá a Sánchez dibujar a su oponente como alguien contrario a la gratuidad del transporte público, al aumento de las becas a estudiantes o de las pensiones no contributivas. Sánchez se presentará, aprovechando además su reciente visita a Alemania –donde mantuvo un encuentro bilateral con el canciller Olaf Scholz, su correligionario de la familia socialdemócrata– como un líder alineado con las directrices europeas, incluso las de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, cuya adscripción conservadora le volverá a espetar, aunque esta vez cara a cara, a Feijóo.

Tanto la Oficina Económica de La Moncloa como el aparato socialista de Ferraz, al que ha llegado este verano como flamante número dos la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, preparan una ingente documentación para que Sánchez pueda sacarla a relucir. Esta se basa tanto en las ayudas llevadas a cabo en los distintos paquetes de medidas como en los «hitos» de la política energética del Gobierno. Un aspecto, este último, en el que se presumirá especialmente de la «excepción ibérica» que el PP ha llegado a definir como un «timo». También en este terreno Sánchez tratará de presentar a Feijóo como un líder anticuado que defiende propuestas que el PSOE tilda de «obsoletas», como la apuesta por prolongar la vida útil de algunas centrales nucleares.