El PP detecta que Vox roba votos a la izquierda y teme ya por Andalucía
El partido de Abascal crece por votantes populares, pero empieza a ser un fenómeno transversal
El plan de inmigración de Feijóo ahonda en la distancia del PP con Marruecos
Madrid
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Iniciar sesiónEl ascenso de Vox en las encuestas empieza a parecer irreversible. En el PP saben desde hace tiempo que el electorado atraviesa un proceso de derechización que por una vía u otra redundará en un crecimiento importante del partido de Santiago Abascal. A ... pesar de que en Génova, la sede nacional del partido, insisten en descartar una preocupación –la suma de los dos partidos sigue rozando, dependiendo del sondeo, los 180 o 190 diputados– en los distintos territorios las alarmas se han encendido. Vox amenaza con robar un millón de votos a Alberto Núñez Feijóo, pero el gran cambio de los últimos meses es que el partido más a la derecha del PP ya roba electores a la izquierda. Se ha convertido en un fenómeno más transversal, capaz de llegar a capas sociales mucho más amplias, también a la clase trabajadora.
Y esto, concluyen en algunas comunidades autónomas, hace que el auge del partido sea difícil de controlar. «Aunque nosotros hagamos nuestra parte, les frenemos o incluso crezcamos, Vox va a crecer también», reflexionan dirigentes autonómicos, asumiendo que puede ser un problema para conservar mayorías absolutas en el caso de Andalucía, o para alcanzar una mayoría solvente como necesita Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
Las encuestas publicadas son de ámbito nacional, pero en 2026 están previstas dos citas autonómicas que servirán de termómetro. Como adelantó ABC, hay otras autonomías –Aragón y Extremadura– que llevan semanas barajando un adelanto electoral también para el próximo año si no consiguen sacar adelante sus presupuestos.
En el PP dan por hecho que el auge de Vox no irá a menos. Podría estabilizarse, razonan, pero ningún presidente autonómico cuenta con un parón. Las encuestadoras destacan, además, el nivel de fidelidad de sus electores y la capacidad prescriptora para convencer a nuevos votantes. Hay una sensación de frustración generalizada porque Abascal no proyecta una alternativa a Pedro Sánchez como sí hace el PP, ni tiene intervenciones constantes en medios de comunicación, ni pelea por competir con los populares en los grandes debates del momento. Dicho de otra forma, según reconocen distintos dirigentes consultados: «Les funciona su mensaje. Su forma de comunicarlo, en redes sociales y en medios alternativos. Y nadie duda de sus posiciones contra el Gobierno, incluso aunque en muchos momentos se dediquen a atacar al PP más que al propio Sánchez».
El eterno debate dentro del PP vuelve a estar encima de la mesa: combatir el mensaje de Vox yendo al ataque; o tratar de hacerse con su electorado –o no perder más del que ya se está yendo– con mensajes muy duros como es el caso del plan en inmigración, donde Feijóo ha conseguido colocar nuevas propuestas como el visado por puntos o el retorno de menores inmigrantes no acompañados. Confrontar o copiar parte del discurso. Hay comunidades que abogan por pelear por el electorado de la derecha y otras, como siempre ha ocurrido, que piensan que hay que dejar de mirar tanto a Vox.
Los giros –o los bandazos en algunos casos– proyectados desde la dirección nacional, coinciden distintos dirigentes, tienen mucho que ver con «sentir en la nuca de forma permanente a Vox». Eso, concluyen, impide al PP «ser libre en sus propuestas». La gran novedad, en todo caso, está ahora en la capacidad del partido de Abascal para incrustarse en un electorado tradicionalmente de la izquierda, en barrios populares y en la clase trabajadora. En Vox llevan tiempo dedicando algunos mensajes a ese público e incluso impulsaron su propio sindicato. En comunidades como Andalucía, donde Juanma Moreno aspira a revalidar la mayoría absoluta, puede ser un problema importante.
Andalucía es una comunidad muy grande, con ocho circunscripciones en las que la mayoría absoluta –en 2022 la superó ampliamente, con tres escaños por encima, hasta los 58– el destino político se juega en los 'restos'. Y en el PP andaluz cunde la sensación de que ese crecimiento de Vox por el flanco izquierdo puede impulsarlo y arrebatar algunos escaños clave poniendo en duda la mayoría popular.
En Castilla y León el panorama es más complicado. Y Vox, como en el resto de las comunidades, está demostrando una capacidad de recuperación electoral con la que, después, el PP tendrá que lidiar. Mañueco no tiene ninguna sintonía con Vox. No la tenía con el excandidato –después vicepresidente de su Gobierno– Juan García-Gallardo (ya fuera del partido), ni con la dirección nacional. Está por ver qué mapa de gobernabilidad queda tras las elecciones, que serán en marzo.
Gestionar esa negociación –y las que puedan surgir tras comicios autonómicos– es una de las cuestiones que más agobian dentro del PP en este momento. Con el posible adelanto de Andalucía, pero también de Aragón y Extremadura encima de la mesa, hay dirigentes que insisten en contemplar esa opción: «Si supiéramos que esperando algo va a mejorar… Pero es que nada hace pensar en eso. Al contrario. Cuanto más tiempo pase más crecerá Vox. Es muy difícil de frenar», zanjan.
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