El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (y XVI): Bildu gana recordando a ETA
Decimosexta y última entrega del diario de comentarios enfrentados de los columnistas de ABC José F. Peláez y Chapu Apaolaza sobre la campaña vasca
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ABC
POR CHAPU APAOLAZA
Curiosa manera de ganar a ETA
Mira, Peláez, ahora que andan citando a Lampedusa más que una novia, ahora que se dice que todo cambia para seguir igual, digo, creo que las cosas han cambiado bastante. Recuerdo que cuando todo iba mal, mi amigo el Petardo, de Sevilla, solía decir, socarrón: « ... Podría llover». Se refería a que las cosas podrían haber ido peor aún. Ando dándole vueltas a cuando, al principio de la campaña, nos resultaba desolador que Bildu pudiera ganar o empatar en escaños con el PNV porque los vascos nos habíamos olvidado de ETA. Mucho peor ha resultado constatar que han ganado recordando a ETA.
Temo que no se trate de que no se haya explicado el terrorismo. Más bien parece que la explicación que ha calado para tanta gente es que fue bueno. Que estuvo justificado, al menos, en el marco de una visión del mundo en la que dos bandos se enfrentaban en un conflicto como en un choque inevitable en el que se iba a producir una violencia contextual desprovista de culpabilidades. Un poco como si alguien acercara una llama a una cerilla y esta, naturalmente, se encendiera.
Si al menos hubiera sido cuestión de la amnesia, podríamos disculpar esto a lo que hoy asistimos como el hijo perdona que su padre anciano no lo reconozca. Si lo hubiéramos olvidado todo por efecto del paso del tiempo, si no se hubiera visto cuál era la posición de Bildu sobre la violencia, estaríamos mejor de lo que estamos.
Pero salió Otxandiano a retratarse sobre su visión comprensiva y justificadora del terror, y sus declaraciones tomaron semejante vuelo en la campaña que nadie podría hoy hacerse el encontradizo con la desgracia moral por la que Bildu gana siendo connivente con la violencia y el terror.
Ojalá esto hubiera dependido de los puntos de vista de la gente sobre Osakidetza. Lo que ha sucedido es que en Euskadi, un partido que considera que los de ETA no fueron tan malos se ha hecho hegemónico y ese es un suelo moral que, si te digo la verdad, nunca pensé que fuéramos a tocar. Esta visión se me aparecía en momentos muy oscuros de los que se pretendía emerger con balones de oxígeno argumentales más o menos figurados o imaginarios por los que el apoyo masivo a Bildu se explicaba por esto o por lo otro. Por ejemplo, porque los vascos votábamos a la izquierda 'abertzale' para terminar con la violencia y que su poder —electoral o conseguido por medio de los pactos con el sanchismo—, constituía un signo de derrota.
La trampa pretendía que la derrota del terrorismo consistía en que los partidos herederos de su movimiento político terminaran gobernando. Querían que pensáramos que el hecho de que les votara la gente era señal de que se había superado esa etapa y de que estaban acabados. En realidad, estaban blanqueando sus acciones, legitimando sus fines, sepultando los muertos, los exiliados y a sus adversarios como acaba de suceder. Curiosa manera de vencer a ETA.
POR JOSÉ F. PELÁEZ
Finalizado el proceso de blanqueamiento
Yo no sé por qué nos ponemos tan nerviosos y hacemos tantas cábalas, cuando, al final, acaba pasando lo de siempre. Esto de las elecciones vascas es más previsible que la gala de los Goya cuando va Almodóvar o la Champions League cuando juega el Madrid. Y anoche, de nuevo un clasicazo: el PNV gana en escaños, gana muy claramente en votos y, junto con el PSE, seguirá gobernando otros cuatro añitos con la placidez asimétrica de quien puede alcanzar, llegado el caso, pactos 'de país' con EH Bildu si los de Andueza se ponen gallitos. Pradales Gil será, así, el sexto lehendakari de la democracia. Que yo no sé mucho de genealogía vasca, pero entre los parientes mayores de las guerras de bandos no había ni un solo Pradales. Ni tampoco un Gil. Así que este es, en parte, el triunfo del buen maqueto, el integrado, el que rehúye de sus antepasados para asimilarse a los amos y acaba dirigiéndolos.
O eso se cree él. Por encima tiene el Euzkadi Buru Batzar, que es frío como el corazón de Putin y, además, se encarga de dejarlo claro en cada situación. Como prueba: ¿Quién se acuerda de Urkullu hoy? Nadie. Y eso que la decisión de Ortuzar se demuestra muy arriesgada. Lo logran por los pelos y durante un momento de la noche se pusieron en marcha los desfibriladores no solo en su sede sino también en Ferraz. El escenario de Bildu ganador era creíble y complicadísimo de gestionar para el PSOE. Pero, en realidad, Sánchez no tiene de qué preocuparse. El pacto está claro y justificado. Bildu no puede arrogarse ninguna legitimidad por delante del PNV y, además, no tienen prisa por llegar. La gobernabilidad de Madrid está asegurada. Y en Vitoria también. Así que puede ir pasando el siguiente.
Pese a las apariencias, el nacionalismo solo gana dos escaños, de 52 a 54. No hay grandes cambios y la noticia no es tanto el pequeño ascenso del bloque sino la correlación de fuerzas dentro de él. Porque Bildu logra un resultado histórico, ya es el partido de los jóvenes y el PSOE concluye su proceso de blanqueamiento satisfactoriamente. De tanto repetirlo, Sánchez ha logrado que los votantes de Podemos y de Sumar vean a Bildu como un partido ecologista, feminista, joven e incluso un poco moñas. Y allí se han refugiado. Esta es la obra de Pedro, el plan sanchista sigue su curso y el Gollem Pradales pasea tranquilo por la noche de Praga.
En la otra orilla, el PP consigue unos resultados discretos, fruto de una campaña nefasta y ni siquiera logra fagocitar a Vox. Es más, los de Abascal no pierden un solo voto. Tampoco debe sorprender en Génova: el proceso de blanqueamiento de Vox también ha sido satisfactorio. Los pactos generalizados del PP con los de Abascal intentan normalizar los acuerdos y los votantes actúan de modo previsible dándoles la razón. Así que todo ha sido blanqueado en Euskadi. Excepto el suelo ético. Que ya podemos empezar a llamarlo suelo, a secas.
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