Portavoz de Junts en el Congreso
Míriam Nogueras: una antiespañolista entre el atrevimiento y la lealtad
PERFIL
Es el máximo exponente de la obediencia, como demuestra el hecho de que Puigdemont confiara ciegamente en ella
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El éxito de Míriam Nogueras fue primero su descaro y luego su lealtad. Fue aire fresco para Convergència y sus siglas sucesoras en un momento en que Esquerra y la CUP parecían más audaces, más modernos y más jóvenes. Pero ... pese a su estilo rompedor de cara al público, en clave interna ha sido siempre fiel a quien la ha promocionado.
Su vocación política fue tardía e incierta. Había trabajado de carnicera de su tío y al morir su padre heredó una pequeña empresa textil. Conoció a Jordi Turull y a Josep Rull en la campaña «No vull pagar», sobre los peajes en las carreteras catalanas, colaborando en su difusión mediática. Era el mes de abril del año 2012.
Su vinculación al mundo político tuvo que ver, sobre todo en el principio, con su feminismo y con que tanto en las listas electorales como en las tertulias televisivas la paridad era cada vez más requerida. Y de asegurar que tenía «un perfil muy poco convergente y poco político» se enamoró del partido que todavía lideraba Artur Mas, y Convergència, a través de Jordi Cuminal, apostó por ella como tertuliana por su atrevimiento tanto en las televisiones como en las redes sociales, buscando compensar el revulsivo que en aquellos tiempos un joven y desconocido Gabriel Rufián había supuesto para Esquerra. De hecho, el ataque sistemático al diputado republicano ha sido uno de los ejes fundamentales de su estrategia.
Quico Homs la fichó en 2015 para su candidatura al Congreso y desde entonces su carrera ha ido en ascenso, hasta que el pasado mes de julio fue la cabeza de lista de su partido. Su falta de experiencia la ha suplido con disciplina y sentido del deber. Ha sido siempre consciente de sus limitaciones y no ha arriesgado con iniciativa personal lo que no estaba segura de poder culminar con éxito.
Tras varios intentos de confiar en perfiles de más entidad política o cultural como Jaume Giró, Laura Borràs, Jordi Sánchez, o Quim Torra, un solitario y huido Puigdemont, con la sensación de que su estela se iba apagando en la distancia, empezó a confiar solo en personas de su máxima confianza y que se limitaran a hacer lo que él ordenaba. Míriam Nogueras es el máximo exponente de esta obediencia.
En las negociaciones de los últimos presupuestos generales, el entonces consejero de Economía Jaume Giró y el también entonces secretario general de Junts Jordi Sánchez intentaron recuperar el viejo espíritu transaccionista de Convergència i Unió y pactaron el voto favorable de Junts a cambio de unas contrapartidas que, como en el caso de la vieja CiU, se supieron algunas, pero las más significativas quedaron por conocer.
A Míriam Nogueras le tocó el papel desagradable, pero que llevó a cabo con mano de hierro, de anunciar a los distintos ministerios que nada de lo que habían acordado con sus compañeros era válido y que la posición de Puigdemont y de su partido era votar «no» a las cuentas. Sánchez y Giró cayeron en desgracia y hoy no son nadie en el partido: Giró intenta volver a ser alguien y Jordi Sánchez, más realista, ha abandonado la política. Nogueras sigue gozando de la total confianza del líder.
Su antiespañolismo contrasta con su agradable vida en Madrid, la ciudad donde ha podido desarrollar todo su potencial
Con la misma lealtad y con la misma firmeza, cuando Puigdemont, milagrosamente favorecido por la aritmética parlamentaria, decidió pactar la investidura de Pedro Sánchez a cambio de la amnistía y de otras cosas que como siempre ocurre con este partido, nuevo o viejo, todavía no sabemos; Nogueras defendió la postura contraria a la de los Presupuestos, a veces con idénticos argumentos pero girados. En las dos ocasiones defendió al pie de la letra las órdenes del expresidente y en las dos ha conseguido dar la impresión de pureza independentista frente al mercadeo republicano.
Lo peor que puede decirse de ella es que nunca ha destacado por tener ideas originales ni por la elaboración de su pensamiento. Lo mejor es que nunca lo ha pretendido y que tanto con los suyos como con los adversarios, juega limpio. Su gesticulación rupturista -retiró la bandera de España en una rueda de prensa- se contradice con su actividad y su salario. Su antiespañolismo contrasta con su agradable vida en Madrid, la ciudad donde ha podido desarrollar todo su potencial.
Un discurso brillante
Más allá del ruido y la amargura que el pacto de Sánchez y Puigdemont ha desatado, es un buen resumen del momento político catalán el hecho de que cuando Míriam Nogueras tomó la palabra en el debate de investidura la escuchan desde la tribuna de prensa David Madí, ex mano derecha de Artur Mas, y Sergi Sol, ex mano derecha de Oriol Junqueras, hoy tertulianos de las mañanas de Catalunya Ràdio, que presenta Ricard Ustrell. Si algo hubiera en marcha, ambos estarían en la sala de máquinas.
A propósito del debate, Federico Jiménez Losantos dijo de ella que su discurso fue brillante y que es una lástima que la inteligencia se ponga al servicio del mal. Pese a la obvia discrepancia de fondo, pocos independentistas han merecido tan notable elogio del famoso locutor. Lo que probablemente Federico no sabe es que el discurso no lo escribió ella, de modo que el alcance de su piropo es insondable.
Míriam Nogueras nació en Dosrius el 11 de mayo de 1980. Está casada con un piloto de helicópteros de emergencias. Tienen dos hijos de 12 y 14 años a los que han llevado siempre a un colegio elitista del Maresme en el que todo es en inglés, pese a su activismo en favor de la enseñanza pública y la inmersión lingüística.
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