Detenido otro trabajador de Barajas por la trama que introducía droga en mochilas con etiquetas falsificadas
El juzgado le deja en libertad con cautelares tras un recurso de su defensa por ausencia de riesgo de fuga
La juez investiga a un «grupo criminal» de empleados que se dedicaba a extraer la droga del aeropuerto
Madrid
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Iniciar sesiónLa Guardia Civil detuvo el pasado 14 de diciembre a otro trabajador del Aeropuerto de Barajas en el contexto de la causa que se sigue contra una presunta organización criminal de empleados que introducían cocaína en España desde distintos países latinoamericanos utilizando mochilas que llevaban ... una etiqueta de facturación falsa o robada a pasajeros en tránsito y que ellos eran los encargados de trasladar dentro de la Terminal 4. Acaba de quedar en libertad con cautelares después de que la juez atendiese un recurso de su defensa.
Según la documentación de la causa a la que tuvo acceso ABC, la detención se produjo en las instalaciones del propio aeropuerto madrileño después de que los investigadores completaran los volcados de los móviles incautados al resto de los trabajadores imputados, siete personas, y acabasen llegando a la conclusión de que había otro implicado en la gestión de las mochilas en el aeropuerto del que no tenían constancia.
De nacionalidad española, respondía al mote de 'Coco' y aparece en las conversaciones colaborando con 'Franco', otro trabajador del aeropuerto y que fue detenido precisamente cuando le estaba esperando para sacar una de esas mochilas de las instalaciones el pasado mes de julio, como apuntan los whatsapps. Se libró de aquel golpe policial, dice el atestado que firman Guardia Civil y Policía Nacional, porque llegó «demasiado tarde» a recoger la mercancía.
Incautada casi media tonelada de cocaína en el aeropuerto de Barajas en un vuelo procedente de Bolivia
EPLa droga estaba empaquetada en doce bultos y transportada en un contenedor de bodega
En total, las fuerzas policiales habían aprehendido doce bolsas de este tipo con las mismas características desde octubre del año pasado: todas «contenían significativas cantidades de cocaína (entre diez y catorce kilos cada una) en ladrillos», procedían de aeropuertos como el de Guayaquil (Ecuador); Asunción (Paraguay) y Bogotá (Colombia), estaban equipadas con etiquetas de facturación falsificadas o ajenas (una se había robado del equipaje de un niño) y en muchos casos, llevaban dispositivos de localización por GPS del mismo modelo.
«Todos los envíos tenían como destino final otras ciudades en España principalmente, haciendo tránsito en Madrid, tal como muestran las etiquetas de facturación de las mochilas, sin embargo, todas estas etiquetas han resultado ser falsas. Se busca por parte de las personas que las introducen en los contenedores con destino directo a Madrid, que las mochilas puedan ser recuperadas por empleados del aeropuerto de Barajas con la excusa de que van en tránsito y por tanto, apoderarse de las mismas para su extracción en esta infraestructura», dice el atestado.
En suma, se habían intervenido 174 kilos de cocaína en las doce bolsas incautadas y son ya ocho los trabajadores del aeropuerto imputados en el Juzgado de Instrucción número 45 de Madrid para esclarecer el origen, destino y la responsabilidad sobre esas bolsas. Lo que se desconoce es cuántas mochilas y qué cantidad estupefaciente habría conseguido la presunta organización sacar del aeropuerto. Los investigadores hablan de «grupo criminal de empleados» que habrían puesto además en «grave riesgo» a los pasajeros en cuyo nombre facturaban los equipajes.
Emoticonos de fuego para avisar de la Policía
En el caso de Coco, las conversaciones apuntan a que en concierto con otros trabajadores «intentan rescatar varios equipajes con sustancias estupefacientes, unas veces con éxito, y otras no». En los casos en que la Guardia Civil la interceptaba primero o tenía efectivos en los accesos de seguridad, se enviaban iconos de fuego en whatsapp y luego comentaban que no habían conseguido completar la misión. «Hermano, aquí en bajona. Fallé un tiro de tres», dice uno de los mensajes.
Ocurrió, por ejemplo, el 29 de mayo, cuando los agentes se hicieron con 11,1 kilos de cocaína en una mochila que llegó facturada en un vuelo de Asunción con etiqueta falsificada. Ningún pasajero se había hecho cargo de la bolsa, que acabó en manos de la Guardia Civil. Ese día, Coco pregunta a Franco «qué pasó» y este responde «con los iconos de fuego que siempre utiliza para referirse a la presencia policial puesto que no pudieron rescatar el equipaje».
La otra cara de la moneda, el 21 de mayo, cuando Franco pregunta a Coco si «positivo» y él responde que sí. «¿Y la M?», repregunta el primero supuestamente en relación a otro de los detenidos, y él contesta: «dicen que también positivo». «Se podría desprender de esta conversación que ese día habrían rescatado dos equipajes, uno por parte de Coco y otro Miguel», añaden los agentes. El registro de las tarjetas de personal en los distintos puntos del aeropuerto en esas jornadas hizo el resto.
Se quedó dormido en una entrega
No siempre lo tuvieron tan fácil. Hay otra conversación del día 11 de junio de la que se desprende que Franco tendría la mochila en su poder pero faltaría Coco para extraerla del aeropuerto, por lo que esperan a que Miguel lo haga. «Franco indica que está trabajando con la cocaína en el vehículo y se queja porque no ha llegado la 'segunda base', en clara alusión a la persona que tiene que sacarlo del aeropuerto», resume el atestado: «Hermano, estoy haciendo carreteos con esta tipa aquí», dice el mensaje.
Lamenta además que ya sale del turno y no quiere dejarlo ahí «a la intemperie» y se queja de la «falta de responsabilidad» de quien debería estar ya con la bolsa en su poder, en una conversación que mantiene con un desconocido para los investigadores. «Teniendo en su poder el equipaje a extraer desde las 06:50 horas como él mismo dice, siendo las 08:10 sigue en su poder por lo que dice »me la estoy jugando feo hermano, ya lo más fuerte está hecho«. Posteriormente explica que no puede entrar desde el vehículo Pick-up (»pika«) a la base con un bulto porque »es muy cantoso«.
El desconocido el dice que llame a Miguel si aún no ha llegado y Franco le manda un pantallazo de una conversación de whatsapp supuestamente con él en la que le dice que no se puede sacar porque están en la salida, «refiriéndose seguramente a los guardias civiles que prestan servicio esporádicamente en la salida de empleados». «Le indica si puede dejar el vehículo con la droga dentro aparcado en el comedor, pegado a la base», transcriben los agentes.
Continuan la conversación sobre cómo sacar la cocaína del aeropuerto a falta de Coco, pues era su «trabajo» y no estaba porque se había quedado dormido. Finalmente, Franco informa de que la ha escondido debajo del asiento del copiloto en espera de que llegue a por ella Miguel y un par de horas más tarde, a la pregunta de «cómo van, hermano mío» que hace ese desconocido, responde que ya le ha entregado el vehículo: «Ya pongámonos en contacto con él, yo ya salí y la puerta está fuego». Habían logrado sacar la droga: «hermano, la tipa viene de camino». A las cinco de la tarde, siguiente parte: «todo positivo».
Que la operación fue exitosa lo confirman además los agentes por un mensaje del propio Coco a Franco el día después. Le pregunta si salió bien el partido del sábado por la noche y él, que le manda dos iconos de pulgar alzado junto a un «sí», le reprende por haberse quedado dormido: «mira que hiciste pila de falta, hubiese sido todo más fácil».
Participación en una «fase posterior»
El día que explotó la operación contra los empleados, Coco no había cogido el teléfono cuando Franco le llamó. Era 22 de julio y le indicó que fuese hacia «tango 16», pero él, que no contestó al mensaje hasta una hora más tarde, lo que dijo fue «me monto contigo y me bajo en la puerta». No hubo más conversación porque Franco fue detenido. «La operativa es clara, Franco debía recoger a Coco con el vehículo laboral en el Tango 16 para dejarlo a continuación en la puerta de salida ya con la mochila en su poder, situada a escasos metros, pero al haber llegado tarde Coco, al igual que en otras ocasiones, franco es detenido y Coco evade la labor de la justicia», dice el informe.
Tras ser detenido y pasar a disposición judicial el pasado día 15 de diciembre, el juzgado de guardia le envió a prisión provisional. Su defensa, ejercida por los letrados Juango Ospina y Beatriz Uriarte recurrió la medida y finalmente, les dieron la razón. La juez Luisa María Prieto le puso en libertad con retirada de pasaporte y obligación de comparecer semanalmente en sede judicial por entender que «los indicios» en su contra «se limitan al contenido de las conversaciones captadas en el terminal de otro de los investigados en esta causa sin que haya sido objeto de vigilancia o seguimiento ni, por tanto, aparezca en reuniones con el resto de investigados con mayor protagonismo».
«El papel de este investigado no era recoger la mochila desde el avión o desde la zona de cintas de equipaje, sino en una fase posterior, sacarla del aeropuerto. Los hechos objeto de esta causa a excepción de la maleta del investigado R. D., son mochilas con cocaína que no llegan a salir del aeropuerto por ser antes intervenidas por los agentes», puntualiza la juez en un auto del 19 de diciembre. Este grado de participación sumado a que tiene arraigo en España, le llevó a concluir que era más proporcionado dejarle libre con cautelares que mantenerle en prisión provisional.
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