Los paros en Metro provoca empujones en los autobús
La mañana viene marcada por los empujones, las carreras y la confusión
Los paros en Metro provoca empujones en los autobús
La huelga total sin servicios mínimos en el Metro de Madrid está convirtiendo por segundo día consecutivo en una odisea moverse por la ciudad. Si quienes han optado por el coche, se han encontrado con grandes complicaciones en el tráfico , para los que ... han optado por el autobús, la mañana viene marcada por los apretujones, las carreras y la confusión.
Pese a que la Empresa Municipal de Transportes anunció que pondría en servicio todos los vehículos disponibles, todavía ahora hacerse un hueco en un autobús municipal resulta muy difícil. En la parada de Cibeles, un empleado se afana en empujar a los viajeros al interior de los coches y permitir que estos cierren las puertas.
Raúl, es un joven trabajador que ha logrado llegar hasta Cibeles. Ha conseguido una de las cotizadas plazas en la línea 34 para llegar aquí desde Oporto. “He venido de pie, sudando y apretujado, ha sido terrible”. Tan molesto periplo se ha prolongado además mucho más que otras veces. “Normalmente tardo 20 minutos, hoy he tardado una hora” A Raúl, como a tantos otros, le quedan ahora más etapas del trayecto. Raros son los afortunados a los que les basta con un autobús. Él va hasta Manuel Becerra, por lo que ahora tendrá que hacerse un sitio en alguna de las líneas que recorren la calle Alcalá de oeste a este.
Lo peor son las aglomeraciones, el calor y lo poco confortable de viajar de pie en autobús y más en un atasco, pero la falta de información es el otro problema. En Cibeles hay un sólo empleado para empujar a los viajeros, mantener el orden en la fila, y además, mientras se seca el sudor el hombre informar a los usuarios de las combinaciones posibles para llegar a un determinado punto de la ciudad. Son dos las frases las que más ha repetido esta mañana: “Dejen primero salir” y “a dónde va usted”.
Las líneas más saturadas son la 27, la 14 o la 45. Muchos de los usuarios que quieren acceder a los coches de estas líneas se están quedando tirados. Muchos de los que consiguen entrar viajan con la cara cara espachurrada contra las lunas del bus. También está quien se lo toma con calma, mucha calma. En conversación por el móvil, una mujer habla con quien debe de ser un compañero de trabajo. “Dile al jefe que hoy llego tarde, que si quiere que llegue antes, que venga él a buscarme”.
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