Mujeres del PP, con el Rayo el 8-M

Ana Camins, diputada y secretaria general del PP de Madrid; Alicia Sánchez Camacho, diputada y miembro de la Mesa de la Asamblea; Mari Mar Blanco, vicesecretaria de estudios de los populares; la secretaria de Comunicación del PP-M, Ana Millán, que además es alcaldesa de Arroyomolinos; y otras diputadas como Yolanda Estrada y Almudena Negro, además de la componente de Nuevas Generaciones Marina Pont, acudieron al campo del Rayo como miles de hombres en torno a ellas: con intención de disfrutar del espectáculo y, de paso, servir de estímulo al club deportivo.

Su presidente, Raúl Martín Presa, agradecía el gesto, que según dijo no había tenido hasta ahora ningún otro grupo de mujeres de un partido político. El Rayo tiene su historia, también en este campo: no sólo fue el primer equipo de primera división presidido por una mujer, sino que también es en la actualidad el que más esfuerzo está haciendo en el fútbol femenino.

Alicia Sánchez-Camacho, ex presidenta del PP catalán, presumía de «haber sido del Barça, pero ahora me paso al Rayo». Está «encantada» de poder hacer política en Madrid, «con libertad, sin que te insulten y te señalen».

El calor de los «bukaneros» –los hinchas extremos del Rayo- y sus cánticos inunda el campo. Desde sus asientos, las políticas iban siguiendo el desarrollo del juego entre comentarios de actualidad. Las dudas técnicas se las planteaban a Ana Millán. «Es que yo he estado muy metida en el mundo del fútbol desde pequeña; mi padre era portero, y yo he sido árbitro de mesa en fútbol sala». Todas sus compañeras se vuelven hacia ella cuando un jugador rayista cae y el clamor estalla en el campo. «Si, ha sido penalty», confirma.

Mari Mar Blanco y Ana Camins concretaban la cita de la tarde: la manifestación del 8-M, a la que pensaban acudir, al igual que Marina Pont. «Es que no podemos dejar que nos ocupen espacios». «Hay que ir como queramos, a defender lo que queramos; nosotras también reivindicamos, aunque no llevemos pancartas», remarcaba Blanco.

Ana Millán constataba cómo «aún siguen viéndose pocas mujeres en el estadio». Los vecinos de al lado en la grada les explicaban cómo habían venido por la mañana desde Elche: «Dicen que salieron a las 7 de la mañana», cuenta asombrada Camins. En el intermedio, las niñas de los equipos femeninos del Rayo saltan al césped, entre los aplausos del público.

El segundo tiempo se le complica a los rayistas: un gol tonto adelanta en el marcador al Elche. Marina Pont explica cómo en Nuevas Generaciones concentran ahora todos sus esfuerzos en recuperar a esa gente joven que ha podido irse a Ciudadanos o, sobre todo, a Vox, atraídos por mensajes viscerales que «¿cómo no te van a gustar con 18 años?», se pregunta.

Suben los tantos a favor del Elche; las políticas aguantan el tipo. El Rayo se anima a atacar, acercándose en el marcador. «Como decía el PP en campaña, hay partido», recuerda Pont. Mar Blanco lo ratifica: «¿Ves?No hay que irse nunca hasta el final». Pero la intensidad de los últimos minutos no es suficiente para empatar. «Es que en el fútbol, como en la vida, no se puede perdonar; o aseguras las cosas, o...», lamenta Millán. El partido se acaba; el grupo de mujeres abandona el campo, mezcladas entre miles de hombres. Normalizadas.