Noche en Sol por no pagar su deuda

El «encierro» de Fraile en Sol quedará para los anales del surrealismo madrileño. Entró el miércoles a las 9.30 horas de la mañana y salió ayer jueves a las 12.00. Casi 27 horas sentado en el alféizar de una ventana, de conversación con su equipo y «chequeando» las redes sociales a través del móvil. Porque el alcalde de Parla no hizo nada más. A primera hora del día anterior, Esperanza Aguirre y Beteta ya le dejaron muy claro que no podían ayudarle porque era su ayuntamiento el que tenía el problema con el tranvía: una deuda que ya roza los 50 millones de euros. Él lo sabía, pero insistía. «Llegó un momento en que la conversación se convirtió en un diálogo de besugos. Ni sabía, ni quería entender...», comenta un miembro del equipo de Beteta.

Fraile no quería regresar a su municipio con las manos vacías y por eso decidió pasar la noche en Sol. La actitud del alcalde sólo sirvió para que las dos empresas que intervienen en la gestión del tranvía se sentaran en una mesa para solucionar ellas —solo ellas— la situación. Mientras el alcalde entraba para las radios y denunciaba «el maltrato del Gobierno de Aguirre», Alstom y Tranvía de Parla decidieron buscar un arreglo a sus diferencias económicas. El preacuerdo se cerró el miércoles por la noche, pero no se rubricó hasta ayer por la tarde. Desde entonces, los tranvías vuelven a circular por sus calles.

A pesar de todo, Fraile quiso tener el acuerdo cerrado y por escrito antes de abandonar su encierro. No lo logró y por eso «durmió» en el patio de Sol. Internet y las redes sociales le ayudaron a pasar unas horas que, según apuntó después, se le pasaron «muy rápidas».

Por la mañana recibió una llamada de la empresa del tranvía que le confirmada que ya habían llegado a un acuerdo. Fue entonces cuando optó por levantar su campamento. Una vez fuera reconoció sentirse «hambriento», pero antes quiso comentar a los periodistas que abandonaba el encierro porque la Comunidad había cedido. Nada que ver con la realidad.

El alcalde de Parla se fue a una cafetería aledaña para desayunar y, una hora después, regresó a la Real Casa de Correos para asistir a la celebración del Día de la Constitución. Una vez dentro permaneció, agazapado, en un segundo plano. Escuchó los discursos y luego se marchó.

A las cinco y media de la tarde, el tranvía comenzó a rodar tras llegar al acuerdo. Tras casi 40 horas de negociación —el servicio estaba suspendido desde el martes—, las dos compañías cerraron un calendario de pagos por el que se abonará a Alstom los 7 millones que se le adeudan y, después, se extinguirá el contrato que unía a las dos partes.

A pesar de que todo el mundo sabía ya que el problema era del alcalde de Parla, Tomás Gómez aprovechó la confusión para salir en apoyo de su compañero de filas y lanzar una andanada contra la presidenta de la Comunidad. «Se ha demostrado quién paró el tranvía y por qué lo paró», aseguró Gómez.

Desde el Gobierno regional, por su parte, no quisieron hacer más comentarios. Se limitaron a las palabras de Beteta. Más que palabras, bastaron dos letras: N - O.