LAPISABIÉN
La ciudad, que vuelve
En la capital ladran los perros de septiembre, y en el Guadalajara frío se arremolinan las nubes entre el azul y la tormenta: tal y como las pintó Velázquez
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Iniciar sesiónYa se vuelven los pastores, los estudiantes, las noches son suaves y los días, si son frescos, son como para echarse novia formal, que diría Manolo Alcántara . Es bajar la temperatura e imaginar que la ciudad se pone en funcionamiento: como si no ... existiera la pandemia, la bronca consistorial, la autonómica, y esos ajustes de cuentas en los que siempre brilla una faca con gotas de púrpura y una manta térmica como un sudario: una imagen que se repite demasiado y que muchos no quieren ver. En la ciudad ladran los perros de septiembre, y en el Guadalajara frío se arremolinan las nubes entre el azul y la tormenta: tal y como las pintó Velázquez .
Se ha pasado por el segundo verano pandémico, y la ciudad se despoblaba harta del calor africano y de los campos amarillos. Los cuatro que quedaron se fueron a ponerle un velo de espray negro al cartel de Millán-Astray obviando que el 'padrino de bodas' de la Gámez inventó la leche de pantera una feliz noche en aquel Chicote . En eso consiste la ciudad que vuelve a latir; en los vándalos, en las puñaladas reales y metafóricas, en las suburbiales y en las políticas.
Quedan, claro que sí, muchos soles. Hasta ha habido noviembre gloriosos en el Paisaje de la Luz que este cronista recuerda, también, en manga corta.
Lo que es hoy, hoy mismo, es una mezcolanza de acentos dulces del Norte, de bronceados pálidos, en un piso agridulce de Argüelles donde los estudiantes vivirán un mundo nuevo y distópico, y no por eso renunciarán a sus copas. Madrid se les presenta así, como lo más parecido a Oxford si entran por la carretera de La Coruña . Y en esa ficción vivirán el primer cuatrimestre. También lo que es hoy, hoy mismo, son los niños pesados que han bajado al Centro dando la turra a voces con Mbappé y Cristo que los parió. Y las papelerías reviviendo la ficción de épocas mejores, con sus cuadernos y sus portaminas, y su dependiente con las gafas atadas al cuello con un cordelillo.
Son las estampas de siempre, en la ciudad costumbrista por excelencia. Nos falta la castañera del Retiro , la tormenta en el Levante, y la primera rebequita en ella. Y en él.
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