Las fechas que barajan a esta hora los socialistas son el miércoles y jueves de la semana que viene, días 15 y 16, para el debate y primera votación. Pero la presidenta del Congreso, Francina Armengol, es la que tiene la potestad de anunciar la fecha y lo hará, lógicamente, después de pactarla con Pedro Sánchez. La convocatoria del pleno puede hacerse incluso con solo 24 horas.
Si Sánchez obtuviera mayoría absoluta (176 votos o más), resultaría investido sin necesidad de una segunda votación en la que yo solo necesitaría más síes que noes.
Pero hasta llegar a ese momento, aún quedan unos pasos por recorrer, aunque sin capacidad para descarrilar la investidura de Sánchez.
De momento, el siguiente paso de los socialistas es lograr que el resto de sus socios (Sumar, EH Bildu, PNV y BNG) firmen la ley de investidura pactada con ERC y cerrada con Junts, como paso previo a registrarla.
La coalición que encabeza Yolanda Díaz ya ha anticipado que rubricará el texto al haber estado al corriente de lo que PSOE y Junts estaban negociando, pero el resto de los socios ha exigido leerlo antes de comprometer su firma.
Su rúbrica no es imprescindible pero para el PSOE tiene valor político porque implica que es la mayoría absoluta del Congreso, y no solo los diputados socialistas, los interesados en que la ley de amnistía eche a andar. Si alguno de los socios no se prestara a firmar el texto, los socialistas la registrarían igualmente sin esta firma.
La parte que podría resultar problemática para otros socios es el alcance de la amnistía respecto a delitos relacionados con la corrupción y la malversación.
Una vez que el PSOE y sus socios decidan registrar la ley de amnistía en el Congreso, la Mesa de la Cámara deberá calificarla. Un paso que esta vez será de mero trámite ya que, por un lado, el letrado mayor del Congreso que informó en la legislatura pasada sobre la inconstitucionalidad de una amnistía ha dejado recientemente su puesto, y ha sido sustituido por un jurista de confianza del Gobierno socialista. Por otro lado, la Mesa del Congreso está controlada por la mayoría del PSOE y Sumar, por lo que el PP carece de capacidad para frenar este paso.
Paralelamente, al PSOE le queda pendiente el acuerdo con el PNV. El grupo vasco insiste en que aún no ha comprometido su apoyo a Sánchez pero se descarta que vaya a votar en contra y su abstención ya resulta suficiente, una vez que Junts ha comprometido su sí a Sánchez.
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