acotaciones de un oyente
Una sesión preocupantemente sosa
Parece imposible pero la agenda de la conversación la sigue marcando Sánchez mientras la oposición cae una y otra vez en su trampa
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Iniciar sesiónDiecinueve minutos aguantó esta vez Sánchez en el Congreso, desde donde se fue, supongo que sin escalas intermedias, al décimo aniversario de la coronación de Felipe VI. Eligió el presidente para la ocasión una corbata de funeral, no sé si por la muerte 'fake' de ... Noam Chomsky o por la de la república.
En cualquier caso, durante ese cuarto de hora largo en el que se dignó a compartir espacio con el resto de los mortales, nada reseñable. En realidad, no hubo nada especialmente reseñable en toda la sesión de control, exceptuando la confirmación de ese ambiente semivacacional y esa relajación postelectoral inauguradas hace siete días. Hay poca tensión, diría que pocas ganas, y sobre todo una inquietante sensación de estar asistiendo a un mero trámite, tanto por parte del Gobierno como de la oposición.
Se observa, y esto sí que merece una reflexión, una ruptura radical entre las visiones de España de unos y otros. Y quizá esa sea la clave más importante del día: frente al triunfalismo del Gobierno, el catastrofismo de la oposición; frente al país de las maravillas de Alicia, el infierno de Hades; frente al mejor de los mundos de Leibniz, el peor de los mundos de Schopenhauer.
Yo supongo que la realidad tiene un poco de ambas visiones, pero es difícil aceptarlo cuando ya no es que no se pongan de acuerdo en los hechos, sino que dos realidades paralelas conviven sin demasiado problema en el debate.
Si uno escucha a la oposición, la economía va mal, los fondos europeos no llegan, las clases medias están desesperadas, los impuestos disparados, el Poder Judicial secuestrado, el CIS es una basura, Cataluña está a punto de otra insurrección, el presidente es trumpista, en Europa nos miran como a esos primos que hacen el ridículo en las bodas, la criminalidad está disparada y Renfe es poco más que un conjunto de tartanas y diligencias del siglo XIX.
En cambio, si uno escucha al Gobierno, la economía va como un cohete, se ejecutan el 99% de los fondos comprometidos, las clases medias están protegidas por las subidas del SMI, los impuestos bajan y los que no bajan es porque no pueden sacar adelante presupuestos nuevos, la independencia judicial está garantizada y la que no es por culpa de la máquina del fango, el CIS es modélico, Cataluña está pacificada, Europa nos envidia, la criminalidad desciende y Renfe es lo mejor de la marca España.
Yo supongo que entre ambas posiciones asomará la verdad. Excepto en lo de Renfe, cuya degradación es visible, indiscutible y muy preocupante. Y quizá ese sea el principal problema de la oposición: ni PP ni Vox están sabiendo llevar el debate a aquellos lugares donde los hechos son indiscutibles y, por lo tanto, las opiniones son retóricas.
Imaginen lo que haría la izquierda si la mujer y el hermano de Feijóo estuvieran imputados por delitos contra la Hacienda Pública; si el fiscal general del Estado hubiera roto la confidencialidad de un ciudadano para revelar secretos con el objeto de ayudar al PP en un caso contra la pareja de un presidente autonómico del PSOE; si estuviera a punto de quebrar el principio de igualdad para primar a los ricos de una comunidad frente a los más humildes de otra a cambio de seguir en el poder; si gobernaran sin presupuestos ni mayoría; si hubieran amnistiado a delincuentes a cambio de su voto y, para más narices, si esa amnistía no fuera a ser aplicada por los jueces por no caber en derecho.
Como supongo que se lo habrán imaginado, entenderán lo preocupante de asistir a una sesión tan sosa. La sensación en el Congreso es que ni PP ni Vox acaban de coger el punto a Sánchez y no son capaces de hacerle daño real. Golpean, sí. Pero son golpes inocuos, como los de Foreman a Ali en Zaire.
Es más, comienzo a pensar que su enfoque ni siquiera pretende hacer daño y que, en lugar de poner contra las cuerdas al Ejecutivo, enfrentar a la coalición con sus incoherencias y agrietar la mayoría de investidura, están orientados solo a hacer pequeños discursos que compartir con sus palmeros en redes.
Parece imposible pero la agenda de la conversación la sigue marcando Sánchez mientras la oposición cae una y otra vez en su trampa. Aunque lleve hasta la corbata adecuada para su funeral, algo me dice que se les va a volver a escapar vivo.
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