ACOTACIONES DE UN OYENTE
Del gobierno Frankenstein al gobierno Gólem
Así hemos vivido este miércoles la enésima sesión de control del Gobierno a la oposición, un examen del Ejecutivo al Legislativo, o, mejor dicho, una sesión de fiscalización del Ejecutivo central a los autonómicos

Hemos pasado del gobierno Frankenstein al gobierno Gólem, de una criatura creada a partir de restos de cadáveres a un autómata que emerge directamente desde el fango. Ambos seres tienen algo en común: son creaciones aberrantes y artificiales. Pero también se diferencian en algo: ... mientras que el primero fue creado casi por casualidad, el segundo nació con una finalidad clara, que es defender a los judíos del gueto de Praga de los ataques antisemitas. La metáfora parece clara: Sánchez pasa de Doctor Frankenstein a Rabino Loew, aquel cabalista que manipulaba su máquina de fango para insuflar vida a un muerto. Esto coloca a Sánchez en el papel de un Prometeo postmoderno, en Hefesto moldeando a Pandora desde el fango como Yahvé moldeaba a Adán desde la arcilla. Toda la mitología universal, sí. Pero en cutre.
Así hemos vivido este miércoles la enésima sesión de control del Gobierno a la oposición, un examen del Ejecutivo al Legislativo, o, mejor dicho, una sesión de fiscalización del Gobierno central a los gobiernos autonómicos, pero sin los gobiernos autonómicos. Porque Sánchez juega, en realidad, esa partida. Admite que, en un Estado autonómico, la mayor parte de las competencias están en manos de las comunidades y estas son dirigidas por lo que él denomina 'gobiernos de la vergüenza', es decir, PP en solitario o con Vox. Su papel, así, no es gobernar sino hacer oposición a quien gobierna, defender a los españoles de los partidos a los que los españoles han votado para librarse de él. Consigue así aunar la retórica de pancarta ínfima con la del presupuesto ingente. Y el palestino de fleco ancho con el traje de solapa estrecha.
No respondió el Gobierno a ni una sola de las preguntas que le hizo la oposición, lo que comienza a merecer un toque de atención por parte de alguien, que no sé quién es, pero que no será Armengol. En todos los casos respondió el Ejecutivo con nuevas preguntas, acusaciones veladas y activando la máquina del fango, un invento del Doctor Bacterio que deberían comenzar a dar por amortizado porque no solo no cala, sino que se vuelve en su contra. «Están ustedes enfangados hasta el cuello y ese fango es solo suyo», dijo Tellado.
Reseñable el nerviosismo de Sánchez, evidente pese a su hermetismo y a esa frialdad que solo pueden fingir los temperamentos más viscerales. Estaba el presidente desatado, muy nervioso, con las manos temblorosas y el rostro encendido. Libaba compulsivamente caramelos que le daba la vicepresidenta Montero, supongo que para que no se le notaran los músculos de la mandíbula, tensos como cuerdas de funambulista. Media sonrisa, media mirada, media verdad y todo a media luz, que es un brujo el amor. A media luz los besos. A media luz los dos.
Hace tiempo que Feijóo ha asumido el cuerpo a cuerpo con Sánchez sin intermediarios. Y ataca su punto débil, la posible corrupción de su esposa. Sus intervenciones son duras y, enterrado el espejismo de la esgrima, la escena se consolida como 'España a garrotazos'. Pese a su petición de explicaciones sobre la condición de investigada de la «presidenta del Gobierno» en los mundos de Patxi, Sánchez actuaba como si no fuera con él, en lo que parece una táctica dirigida por el abogado de la familia, que según Cuca Gamarra no es otro que el fiscal general del Estado.
Buen revolcón también se llevó Bolaños tras ir tres veces al caballo y llevarse tres puyazos de Tellado, de Sémper y, sobre todo, de una Cayetana Álvarez de Toledo que alternaba bofetadas a Sánchez y a Vox, en una intervención de altos vuelos que logró crear un silencio poco frecuente en el tendido. Frente a esto, las ministras Morant, Redondo y Saiz, que parecen Las Virtudes con las manos en las rodillas, como sosteniendo un rosario de cuentas sin cuadrar y sobreactuando indignación por los comentarios de 'los fascistas', ante la mirada de la madre superiora. Que podría ser Montero o Yolanda, pero que, en realidad, es también Pedro, que observaba cómo su criatura Frankenstein mutaba a Gólem delante de sus narices sin sospechar que, en ambas historias, las criaturas acaban perdiendo el control, generando catástrofes y volviéndose contra su creador. Lo que podríamos titular 'La rebelión de las máquinas de fango', vaya. O 'Gólem cogió su fusil'. El tiempo dirá.
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