Sánchez asume el papel gregario del PSOE en un test de estrés para Feijóo
Los socialistas se encaminan a un nuevo varapalo autonómico y hacen depender su futuro de la fuerza del BNG
El PP se juega la Xunta con dudas por un resultado ajustado y el temor a una corriente no detectada en los sondeos
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Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en mítines de la campaña gallega
Nunca antes unas elecciones en Galicia habían despertado tanta atención en toda España. Y pocas veces los resultados de las mismas anticipan tantas consecuencias en la política nacional. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo también se juegan parte de su crédito ... político este domingo. Aunque se da la paradoja de que es el liderazgo del presidente del PP –que ganará ampliamente los comicios logre o no su partido la mayoría absoluta– el que afronta en esta elección un examen sobre su propia continuidad. Todo un test de estrés a su liderazgo en la oposición al Gobierno de España. Mientras que el líder del PSOE profundizará en su silente situación de resistencia al calor del poder de La Moncloa. Poco importa que, si aciertan todos los sondeos, los socialistas vayan a ahondar su deterioro territorial, cada vez más preocupante a nivel interno.
Galicia nunca ha sido feudo socialista de referencia, pero todo apunta a que el suelo del PSdeG, los actuales 14 escaños obtenidos en los comicios de 2016 y 2020, se hundirá todavía más. Incluso «por debajo de los dos dígitos», como admiten con preocupación fuentes del partido. Los socialistas viven una paradoja en esa comunidad, donde tienen una gran fortaleza a nivel municipal que no se traduce, y cada vez menos, a nivel regional. Socialistas son las alcaldesas de dos de las cuatro capitales de provincia, la coruñesa Inés Rey y Paula Alvarellos, primera edil de Lugo, y también el ínclito Abel Caballero, que ostenta desde hace años el bastón de mando de Vigo, la ciudad más poblada de Galicia. Es curioso recordar que aquel resultado en septiembre de 2016 precipitó las operaciones internas que acabaron con la expulsión de Sánchez de la sala de mandos del PSOE ese mismo año, antes de su regreso en las primarias de 2017. Hoy, con predicciones mucho más bajas, de incluso cinco escaños menos, solo son quienes están ya alejados del poder quienes muestran alguna preocupación por el proyecto.
Porque la primera consecuencia es clara y tiene que ver con si Galicia pasa a tener por primera vez en su historia un Gobierno liderado por una fuerza soberanista y de ambiciones independentistas, y maoísta en su primigenia definición ideológica. Abriendo un tercer frente de inestabilidad territorial a los ya consolidados en País Vasco y Cataluña. El salto cualitativo de nuestro tiempo tiene que ver con que el PSOE aparece como pegamento de independentistas y soberanistas en esos territorios, mientras necesita su voto en el Congreso de los Diputados para mantener el Ejecutivo central.
No va a ser la primera vez que el PSOE quede en unas elecciones gallegas por detrás del BNG. Sucedió en 1997 cuando los socialistas lamían todavía sus heridas tras la salida de Felipe González de La Moncloa en 1996. Pero ya en los siguientes comicios lograron revertir esa situación hasta un empate en escaños. El factor diferencial en esta ocasión es que se pronunciará la tendencia descendente que viene experimentando el socialismo gallego desde que en abandonasen la Xunta de Galicia hace 15 años, tras la experiencia del bipartito presidido por Emilio Pérez Touriño, que ya gobernó en coalición con los nacionalistas gallegos. Pero en esta ocasión lo que se producirá es, según todos los sondeos, una ampliación de la brecha con el BNG que ya se abrió en 2020. Y la segunda novedad es que esto se produce con el PSOE en La Moncloa, lo que siempre presupone un mayor grado de fortaleza.
El PSOE en Galicia
Fuerte en los municipios, débil en la comunidad
La paradoja del PSOE en Galicia es que acumula un enorme poder municipal que no se traduce a nivel autonómico. Socialistas son las alcaldesas de dos de las cuatro capitales, La Coruña y Lugo, y el de Vigo, la ciudad más poblada.
De líder a comparsa de un eventual bipartito
En 2005 Manuel Fraga perdió la Xunta al no obtener mayoría absoluta, y el socialista Emilio Pérez Touriño le sucedió al frente de un bipartito con el BNG. Si ahora Rueda perdiera el poder, los socialistas pasarían a ser la comparsa de los nacionalistas gallegos.
El nacionalismo, compañero inseparable
Pase lo que pase en las elecciones, el nacionalismo se convierte en un compañero político inseparable para el PSOE, como ya ocurre a nivel nacional.
Ahondar el fracaso del 28-M
Si el PP mantiene la mayoría absoluta, el PSOE ahondaría su fracaso territorial de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023.
Se consolida una posición gregaria frente a otras fuerzas territoriales que los socialistas ya experimentan en otros territorios cuando han votado en clave autonómica. Consolidándose esa realidad que alimenta Pedro Sánchez: un voto dual que vota nacionalista en autonómicas, pero apoya al PSOE en generales. El presidente del Gobierno ha validado ese modelo. Y esa lectura conviene tenerla muy en cuenta de cara a la próxima cita electoral, que tendrá lugar en el País Vasco, previsiblemente el 21 de abril, con un Bildu, aliado del Ejecutivo en el Congreso, al alza.
Sea cual sea el veredicto que emitan los gallegos con su papeleta, Sánchez sobrevivirá a esta noche. En el lado derecho del tablero se ha instalado hace tiempo la sensación de que no solo está en juego la Xunta de Galicia. Sino que el propio liderazgo de Feijóo se examina. Tras el 'shock' del 23 de julio, con victoria, pero sin posibilidad de gobernar, repetir ese escenario sería un duro golpe para el PP. Y cuando está a punto de cumplirse al segundo aniversario de la llegada de Feijóo a Génova el saldo en términos de poder sería muy confuso de equilibrar: un gran poder autonómico tras el pasado 28 de mayo, pero ni la Moncloa ni la Xunta. En términos emocionales para Feijóo y su equipo más cercano sería un segundo golpe tras el del 23-J. Y éste particularmente duro, sobre todo en un equipo de gallegos que desembarcó en Madrid hace dos años con la Xunta consolidada y La Moncloa como objetivo.
Culpables
¿Sería culpa de Feijóo perder Galicia cuando precisamente ha dejado de ser él mismo el candidato autonómico? Lo cierto es que su implicación en campaña ha sido total y que el episodio de los indultos ha marcado parte de la agenda en la segunda semana de la campaña. Los populares gallegos confían en el menor impacto de la cuestión nacional en su territorio. Pero un retroceso sí constituiría el primer hito de estas características para el PP de Feijóo. Hasta ahora todo han sido victorias, aunque la más importante de todas fue insuficiente. El fantasma del 23 de julio planea fuerte estos días. Como también el miedo a que los sondeos no estén detectando alguna corriente de fondo.
La mayoría absoluta consolidaría a Alfonso Rueda como barón territorial dentro de la organización, tras un periodo con un poder heredado, y supondría un balón de oxígeno para Génova y el proyecto de Feijóo. Nada de lo que está por venir despierta en el PP tanta inquietud. En País Vasco y especialmente en Cataluña se espera mejorar resultados, pero no hay tanto en juego como ahora. Y en las elecciones europeas la exigencia se establece en la contundencia de la victoria sobre el PSOE, que se da casi por descontada.
El PP ante el 18-F
El fantasma del 23 de julio
Es el gran temor del Partido Popular. Quedarse a las puertas de la mayoría absoluta, pero sin opciones de gobernar. Tras lo sucedido en las elecciones generales sería un golpe emocional muy duro para el partido.
Rueda se examina como candidato
El actual presidente de la Xunta se enfrenta por primera vez a las urnas como candidato. Para él este 18 de febrero puede ser un todo o nada. Consolidar un poder que recibió en herencia o dejar muy comprometido su futuro.
Sin ánimos de sucesión en el PP
Feijóo ha tenido una intensa actividad en campaña, con una caravana paralela a la de Rueda. Su implicación ha sido incuestionable y el presidente del PP sabe que se le señalará si hay derrota. Pero el PP no está en clave sucesoria.
Único foco de incertidumbre
El próximo año tiene todavía por delante tres citas electorales. Por este orden: vascas, europeas y catalanas. Todas son importantes para el PP, pero en ninguna está en juego nada tan importante como la Xunta de Galicia.
Como sucedió tras las elecciones del 23 de julio, el debate en el PP se instalará más en la duda de si el propio Feijóo daría o no un paso atrás. En las filas del PP no hay ánimo de sucesión. Tras las generales todo el mundo concedió que el líder gallego debía tener una nueva oportunidad en las urnas. Y esa sigue siendo la lectura que se hace hoy en un partido que acumula dos procesos divisivos (2018 y 2022) en los últimos tiempos. La mayoría de presidentes autonómicos están en el inicio de sus mandatos. Y quienes llevan más tiempo y aparecen en boca de todos para el momento en que no esté Feijóo, Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso, afrontarían un escenario de relevo que no está ahora mismo en sus planes. Incluso si se pierde la Xunta, el PP otorgará a Feijóo la potestad de decidir. El sentir en el partido es que se merece tener esa decisión en sus manos tras el gran resultado de mayo y por ser la fuerza más votada en las elecciones generales.
Acogotado por Puigdemont
En cuanto al PSOE, que el resultado de José Ramón Gómez Besteiro revelase un gran retroceso no inquietaría la posición de Sánchez, pero tampoco la reforzaría de cara a la compleja negociación de la amnistía, sin la que no podrá arrancar el motor de la legislatura. Acogotado como está por Carles Puigdemont, no parece que el prófugo de Waterloo (Bélgica) fuese a aflojar esa presión ante un partido en retroceso.
A nivel interno, el posible fracaso de Besteiro supondría un baldón más en la renovación territorial del partido, pendiente aún en la mayoría de territorios y que promete emociones fuertes en este 2024. De momento Ferraz ha logrado imponer a la ministra Diana Morant como líder de los socialistas de la Comunidad Valenciana, una de las autonomías donde con mayor crudeza se sintió el golpe del 28-M. Pero queda por saber qué ocurrirá en lugares tan importantes como Extremadura, Aragón o Baleares. Aunque por calendario tocaría el año que viene, no se descarta que el 41 Congreso Federal se adelante a este mismo año, para renovar la cúpula del partido y blindar el liderazgo de Sánchez ante posibles turbulencias en un camino, el de la actual legislatura, que ya está dejando bien visibles sus obstáculos.
En definitiva, la meta volante de Galicia, y la posibilidad de que (aun por escaso margen) el PP pierda la Xunta, abre varios escenarios a nivel nacional que conviene no pasar por alto. Desde una inesperada hecatombe en el liderazgo de Feijóo hasta casi lo contrario, con un PSOE encajando otro revés en las urnas en medio de una difícil coyuntura.