El PP evalúa la era post-Feijóo, el BNG su techo y el PSOE su suelo

Esta medianoche arranca una campaña en la que Rueda parte como favorito frente a una izquierda dividida

Planteada en clave nacional, medirá sin embargo el crédito de los líderes nacionales: Feijóo, Sánchez y Díaz

Este sería el resultado de las elecciones en Galicia según las encuestas

2024: las autonómicas que determinarán el ciclo político gallego a medio y largo plazo

Alfonso Rueda (PP), Ana Pontón (BNG), José Ramón Gómez Besteiro (PSOE) y Marta Lois (Sumar) ABC

La carrera electoral de las autonómicas entra en su periodo decisivo, con el arranque esta madrugada de las dos semanas de campaña. Al fondo, el 18 de febrero, cuando las urnas determinarán si Galicia mantiene la confianza en el centro-derecha o, por el ... contrario, protagoniza un cambio político que por primera vez en la historia autonómica estaría liderado por el nacionalismo, con los socialistas como fuerza secundaria en la izquierda.

El PP examina sus catorce años de gobierno pero sin el candidato que los lideró, con un Feijóo en Madrid que cede el protagonismo a Alfonso Rueda; el BNG mide la capacidad de crecimiento de su candidata, Ana Pontón, y su discurso aparentemente moderado; y el PSOE busca resistir el desgaste de una marca castigada por la política de alianzas de Pedro Sánchez. Tres actores principales en un escenario donde no parecen tener demasiada opción los secundarios de Sumar, Podemos, Vox o Democracia Orensana. Pero una campaña se sabe cómo empieza, y nunca de qué manera puede acabar.

El tópico asegura que las elecciones nunca las gana la oposición, sino que las pierde el gobierno. El PP es consciente de que tiene en su contra el hecho de acumular cuatro mayorías absolutas, y que eso produce una lógica fatiga en el electorado. Sin embargo, el relevo de Alfonso Rueda por Alberto Núñez Feijóo ha imprimido un aire de optimismo en los conservadores, que aspiran ya no a la quinta, sino a la primera mayoría de su nuevo presidente, que acumula año y medio al frente de la Xunta, con un estilo diferente a su antecesor.

El examen es para un PP renovado en los rostros, tras llevarse Feijóo a Madrid a sus más fieles colaboradores y asesores. Rueda defiende la absoluta desde los 42 escaños logrados en 2020, y con las buenas sensaciones tras las generales del 23J, donde el PP alcanzó su segundo mejor resultado en los últimos quince años. La clave es resistir, y por el momento los sondeos garantizan la resistencia, con un suelo estable alrededor de los 39 escaños y fortaleza en las provincias de La Coruña y Lugo. 

El reto del BNG

El BNG busca hacer historia. Hace cuatro años ya rompió su techo de escaños al lograr 19 —uno más que Beiras en 1997— y 'sorpassar' a un alicaído PSdeG, pero le quedó la espinita de superar su máximo en votos, fijado en el 24,8%. Ahora hay encuestas que sitúan a los nacionalistas en el entorno del 30% de las papeletas, lo que les garantizaría cruzar la barrera de la veintena de escaños. Ana Pontón es la artífice de un crecimiento electoral, en el que su discurso moderado —por momentos evocador del 'galleguismo' del que suele hacer gala el PPdeG— tropieza con el posicionamiento de una organización que no abandona los dogmas del pasado ni sus controvertidas alianzas con Bildu o ERC. La candidata opaca con su mensaje a un BNG en el que sigue latiendo una pulsión soberanista, apenas disimulada, y que de alcanzar el gobierno gallego se convertiría en un elemento desestabilizador más del delicado equilibrio territorial de España.

Su socio indispensable para protagonizar el cambio político es el PSdeG, que recupera a José Ramón Gómez Besteiro para la primera línea, después de su calvario judicial. Las perspectivas para los socialistas no son halagüeñas, por diversos motivos. El principal, la debilidad de una marca muy castigada por la política de alianzas de Pedro Sánchez, condicionado por sus cesiones a los independentistas catalanes. El seguidismo que el PSOE gallego ha hecho del Gobierno de España estos años, dando la espalda a reclamaciones justas de la Xunta como la transferencia de la gestión del litoral o la concesión de fondos Next-Gen para proyectos gallegos, es otro lastre. Y la puntilla la da la fortaleza de un BNG que ha conseguido instalar en el imaginario del votante de izquierda la importancia del 'voto útil' a sus siglas, en detrimento del PSOE. Tan es así que hay sondeos que abren la puerta a que Besteiro no solo no remonte sino que conduzca al PSdeG al peor resultado electoral de su historia, por debajo de los catorce escaños.

Para evitar el desastre, el PSOE se confía a Pedro Sánchez y sus ministros, que están visitando Galicia con una frecuencia nunca antes vista, trayendo bajo el brazo anuncios como el efectuado por el presidente del Gobierno la semana pasada en los astilleros públicos de Navantia Ferrol. Con Sánchez, el PSdeG obtuvo 465.000 votos el 23J. Es el capital con el que juega un socialismo que lo fía todo a una alta participación y una voluntad de cambio que –por el momento– no se percibe entre la ciudadanía.

Como zancadilla a las opciones de cambio se presenta la división en las formaciones de izquierda. Sumar y Podemos comparecen por separado este 18F, y con objetivos contrapuestos. El movimiento de Yolanda Díaz —que envía de candidata a su ya exportavoz en el Congreso, Marta Lois— busca capitalizar el buen resultado de las generales de julio —175.000 papeletas y dos diputados—, sabiendo que entonces obtuvo mucho voto nacionalista prestado. De nuevo, las encuestas dibujan una huida de votantes hacia el BNG, que vehiculiza todo el 'voto útil' en la izquierda. Por su parte, Podemos no busca sacar escaño. Tuvo opción de aliarse con Sumar: su cúpula voto sí pero su militancia dijo que no, acaudillada por un Pablo Iglesias que llegó a defender la no concurrencia a las autonómicas y el respaldo explícito al BNG. Podemos solo busca hacerle daño a Sumar en la guerra fratricida que desde hace tiempo gastan ambas formaciones.

Las opciones de Vox son también remotas. El partido derechista atraviesa turbulencias internas, acalladas con la reválida de la presidencia de Santiago Abascal por aclamación. Pero Galicia se les resiste. Les costó encontrar un candidato —Álvaro Díaz-Mella— e incluso este tiene contestación entre su escasa militancia. Estando muy lejos del 5% que otorga un escaño –las encuestas lo sitúan en el 3% en La Coruña y Pontevedra–, su votante deberá examinar la conveniencia (o no) de aquilatar la mayoría conservadora del PP o arriesgarse a la llegada del nacionalismo a la Xunta.

La incógnita se llama Democracia Orensana. ¿Será capaz Gonzalo Pérez Jácome de mantener su voto de municipales y colocar a su mano derecha, Armando Ojea, en el Parlamento? Algunos sondeos abren esa posibilidad, aunque la duda es quién saldría perjudicado en ese reparto de escaños. La demoscopia responde que el daminificado sería el BNG y no el PP, como barrunta la izquierda. Pero los sondeos ya fallaron el 28M con el alcalde de Orense, y todo puede pasar en una provincia que irá a votar en mitad de los carnavales.

Lecturas nacionales

Por más que los partidos insistan en que estas elecciones se moverán en un relato autonómico, centrado en los problemas de Galicia, lo cierto es que el 18F tendrá consecuencias en la política nacional. El que más se juega, desde luego, es el PP de Alberto Núñez Feijóo. El líder de la oposición sabe que si pierde Galicia crecerá el ruido interno tras el frustrante resultado de las generales. Feijóo va a volcarse en su tierra, con actos en paralelo a los que desarrolle el candidato Rueda. Una derrota es impensable, y sus consecuencias inimaginables.

El grado de implicación de Pedro Sánchez en campaña determinará, a su vez, el grado de responsabilidad que al secretario general del PSOE y presidente del Gobierno se le pueda imputar del resultado gallego. El punto de partida no es menor: Besteiro es un hombre de su más estrecha confianza, los guiños para su proyección nacional han sido constantes y su apoyo está siendo explícito y contundente.

Aparentemente, Sánchez arriesga menos porque su partido parte como tercero y sin buenas perspectivas. Pero un revolcón el 18F tendrá una lectura clara: la censura de su electorado a las concesiones realizadas para revalidar su cargo tras el 23J, sobre todo tras los buenos datos del PSdeG en generales. Galicia no será determinante en el devenir de la legislatura para Sánchez –que tiene sus miras puestas en Cataluña– pero sí para el ambiente que rodee a los socialistas en lo que queda de legislatura, sea mucho o poco.

Quien también arriesga es Yolanda Díaz. La vicepresidenta, que presume de gallega –y de 'forofa' de Zara– no puede permitirse un resbalón en su tierra, que minaría su crédito y evidenciaría que Sumar no es –valga la redundancia– sino la suma de Más Madrid, Compromís y los Comunes, pero sin un peso específico propiode la marca en otros territorios. Y Galicia no es uno cualquiera.

El 18F empieza a jugarse esta noche. El partido promete emociones.

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