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El garabato del torreón

Regresa el Movimiento

El único suceso del que tengo noticia ni siquiera es novedad sino antigüedad: por lo visto vuelve el Movimiento

Juan Soto

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La lectura sobre las correlaciones entre Nishida y Ramón Piñeiro (la luz de Ramón Piñeiro siempre conviene tenerla encendida) a la que me somete el joven filósofo Gonzalo Gegunde me distanció, por fortuna, de la politicastrería de estos días, de modo que llevo algún tiempo ... alejado de primicias de siglas, pactos y otras truhanerías a antifaz quitado. El único suceso del que tengo noticia ni siquiera es novedad sino antigüedad: por lo visto vuelve el Movimiento. Así, como lo oyen. Para los de mi generación -cierto es que ya un poco ajada- el Movimiento es el Movimiento. O sea, aquello que empezó con Fernández-Cuesta y siguió con otros que tal bailan, entre ellos José Solís, la sonrisa del Régimen, de nación egabrense (calma: no repetiremos la anécdota con Adolfo Muñoz Alonso, rector de la Complutense y padre del «maestro Reverendo», el pianista de la movida madrileña, siempre al lado del Gran Wyoming) y que fue gobernador civil de Pontevedra, donde dejó fama de hombre abierto y dialogante, entre otras razones porque se saltó la prohibición franquista de celebrar el Entroido.

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