El garabato del torreón
Un caso para no olvidar
La responsabilidad del Concello en el accidente que le costó la vida a una mujer corneada por una vaca es patente e irrebatible
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Iniciar sesiónEl lector indulgente sabrá perdonarme si hoy vuelvo con la burra al trigo o, por mejor decir, con la vaca al Concello. Pero es el caso que la municipalidad de la ciudad que habito ha tomado el acuerdo de lavarse las manos y mirar para ... otro lado en el caso del accidente que le costó la vida a una joven mujer de Vilagarcía de Arousa, corneada y arrollada por una vaca sacada a pasear por el capricho de unos concejales ramistas, casualmente troquelados de nacionalistas, es decir, inficionados de enxebrismo medieval y pecuario.
En su día, por toda España corrió la noticia. El caso bien lo justificaba, porque no es común que en una ciudad saquen a pasear, el día de mayor aglomeración callejera, cabezas de ganado vacuno por mero capricho y sin que nadie demande tal número folclórico. Calles sin vallar y toros y vacas agitados por el estrés del gentío y el cemento. La yesca y la pólvora en medio de la concurrencia.
Así fue la cosa. Así fue la tragedia (porque no hablamos de lesiones sino de muerte) de la que ahora el Concello pretende desentenderse, porque, como dijo una de las grandes luminarias municipales, «a culpa foi dos técnicos». Igualito que la dana de Valencia: la culpa fue del parte meteorológico de Radio Nacional de España.
La sensibilidad de los ramistas se retrató en pleno y por mayoría. Pero también quedó manifiesta la absoluta falta de empatía de un alcalde cuyo voto de calidad inclinó la balanza del lado de los desalmados.
Es de suponer que la familia de la fallecida haya interpuesto la correspondiente demanda ante los tribunales de justicia. Porque la responsabilidad del Concello es patente e irrebatible. Y confiemos en que la indemnización que se fije en sentencia no sea calderilla. Lo malo es que, mucho o poco, el dinero no saldrá del bolsillo de los causantes del daño sino, como siempre, del de usted, querido lector.
En todo caso, mantengamos alerta la memoria y tomemos nota para cuando llegue el momento de las adulaciones, el buzoneo y el reparto de panfletitos.
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