Análisis
Una legislatura de pancarta y trinchera
En la protesta del sábado en A Pobra había profusión de banderas de CIG y BNG. Son los que mandan.
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Iniciar sesiónCada uno juega las cartas que tiene... o las que les dejan jugar. Este fin de semana ha condensado la hoja de ruta de la oposición para esta legislatura, que ya apuntaba maneras, pero que ahora se confirma. El sábado, manifestación por todo lo alto ... contra el proyecto de Altri en Palas de Rei, y el domingo doble ración de protestas por la situación sanitaria en el Morrazo y la Mariña. Que no haya semana sin pancarta, y de lunes a viernes, un poco de relato incendiario para calentar la calle, para cavar un poco más profunda la trinchera, para generar el clima de desencanto que el BNG considera adecuado para sus intereses electorales.
Porque esta estrategia es la del nacionalismo, evidentemente. La UPG la desgranó en su documento político conocido a comienzos de año, y la está imponiendo 'manu militari' al BNG, al que tampoco se le ve especialmente incómodo. En las imágenes de la protesta de A Pobra de este sábado había una profusión de banderas y elementos de la central sindical y de la organización política, para que quede bien claro quién organiza y coordina la movilización.
Ustedes pueden creerse que ahí están PDRA y Ulloa Viva de buena fe, pero esto es una acción política, como lo fue 'Nunca Máis' y como quiso serlo el movimiento contra los pélets, hasta que aquel bulo de microplásticos se deshizo cual azucarillo. La cuestión sin resolver es cómo se presta este PSdeG a ser la marioneta útil del nacionalismo, una vez más. Pregunta capciosa: ¿dónde estaría el socialismo gallego si esta planta de Altri se planificara, por ejemplo, para As Pontes? ¿ Seguiría en la pancarta o, por el contrario, lo vendería como un proyecto para compensar el cierre de la central térmica?
Está en una disyuntiva compleja el PSdeG de Gómez Besteiro. Sabe que el apoyo a la planta de Altri lo capitaliza el PP, que no ha mudado de posición desde que Feijóo presentara el proyecto antes de irse a Madrid; y después de las autonómicas comprobó cómo el rechazo lo está asumiendo como eje de su acción política el BNG. Y en esa tierra de nadie donde está en casi todos los temas el socialismo galaico se ha decantado por irse al 'no', temeroso de seguir siendo arrasado por el nacionalismo. Bueno, por eso y porque aparecer en una foto junto al PP está proscrito por Moncloa. El muro de Sánchez no conoce excepciones.
Para tener algo de voz, Besteiro a veces se disfraza de augur para vaticinar que el Ministerio de Industria no va a conceder los fondos que necesita la pastera lusa para instalarse en Galicia. Conocido el comportamiento sectario de este Gobierno, igual no es un vaticinio vacuo, sino un aviso a navegantes. Pero si se acaba produciendo esa denegación, a pesar de los informes ambientales favorables evacuados desde la Xunta, estaríamos hablando de una desviación prevaricadora. Eso sí es 'franquismo industrial', evocando el gracioso término acuñado por Ana Pontón: el dedo gubernamental decide qué sí y qué no recibe fondos, aunque pueda cumplir requisitos.
La Xunta de Alfonso Rueda no es ajena al contexto y se ha situado en una posición muy medida. Ha cumplido con su parte al sacar adelante la tramitación ambiental, añadiendo que si el proyecto necesita de una fuerte inversión de fondos públicos, Galicia carece del músculo presupuestario para asumirlo. Y le lanza la pelota al Estado, que es dadivoso cuando el territorio en cuestión le interesa políticamente. Es decir, si esto sale, la Xunta tenía razón con que Altri era ambientalmente viable; si no sale, es porque el Gobierno ha actuado de manera torticera negándole no solo fondos, sino también la conexión a la red eléctrica.
Pero más allá de eso, el mensaje que traslada la Xunta al resto de inversores es claro: esta es una tierra donde apostamos por la industria, con independencia de la calculada y manipulada oposición social que se fabrique desde la oposición nacionalista, esa que todavía no ha dicho en qué cree. No les valía la central de As Pontes, como tampoco Reganosa; ahora está en contra de la eólica terrestre y marina, del biometano, de aprovechar los recursos mineros... ¿A favor de qué está, concretamente? ¿De condenar a comarcas enteras a depender de un sector primario menguante y que precisa de economías de escala para ser rentable?
No pidan claridad de ideas a un BNG cuya última ocurrencia en el Congreso fue instar a un «OTAN no, bases fuera», como si estuviésemos en 1986. En realidad, el nacionalismo sigue allí, con su pancarta.
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