Las conserveras gallegas piden apoyo a la UE ante la competencia foránea: «En igualdad de condiciones, somos imparables»
Galicia produce el 80% de estos alimentos en España y en torno a la mitad del conjunto de Europa
Solicitan más relevancia en las políticas comunitarias y su promoción y defensa ante terceros países

Aunque España no fue protagonista en las primeras Revoluciones Industriales del siglo XIX, regiones como Cataluña o País Vasco fueron las primeras en despuntar dentro del país en el sector textil y siderúrgico respectivamente, focos escasos que, sin embargo, no fueron los únicos pioneros en ... el impulso de la modernización económica que llegó, aunque de forma tardía, para posteriormente extenderse a lo largo del Estado. Uno de los grandes olvidados es Galicia, donde se encuentra el principal polo europeo de una industria con casi 200 años de historia en el territorio: el sector conservero.
Un fenómeno cuya dimensión requiere remontarse a la Europa de 1812, en plenas guerras napoleónicas, cuando Napoleón se adentró con 200.000 soldados en el Imperio Ruso y las dificultades logísticas para dar sustento a las tropas llevó al general y emperador francés a realizar un 'concurso público' al respecto. El objetivo, descubrir un método innovador para conservar alimentos a cambio de 2.000 francos. Salió victorioso el pastelero francés Nicolás Sapert, el padre de la conserva, que inventó las bases sobre las que sustenta esta industria a día de hoy.
No fue hasta la crisis por la escasez de la sardina de a partir de 1860 cuando los franceses ponen la vista en Galicia y sus recursos pesqueros. Apoyados por capitalistas del textil catalán, comienzan a aparecer las primeras industrias en el entorno de Vigo, que fue expandiéndose al resto de rías gallegas durante las décadas posteriores. El germen de un polo industrial que, casi dos siglos después, ha derivado en que Galicia produzca el 80% del volumen español -con aproximadamente 12.000 empleos directos en la Comunidad- y prácticamente la mitad de Europa.
El resultado de muchas generaciones de trabajo y vocación de permanencia que se enfrenta a día de hoy a retos que poco tienen que ver con los del siglo XIX, con la falta de relevo generacional, la caída en el consumo de productos del mar y la competencia de países que no siguen las reglas europeas, tensionando la competitividad de las conservas gallegas, como señala el secretario general de Anfaco-Cecopesca, Roberto Alonso.
Estrategia comunitaria
Alonso considera que las políticas europeas no contemplan tanto a la industria transformadora -conservas y congelados- en detrimento de otros sectores como el primario, a pesar de su «importancia en términos socioeconómicos» y su capacidad de aportar valor añadido -dos tercios del total de la cadena mar-industria según Anfaco-. Mientras que el Gobierno de España les toma en consideración para diseñar la Estrategia Nacional de Alimentación, en Bruselas excluyeron a los representantes del sector pesquero en su conjunto para la nueva estrategia alimentaria que diseña europea. Un síntoma de la necesidad de que se les «escuche más», apunta el secretario general de Anfaco, que aboga también porque la industria transformadora forme parte de la Política Pesquera Común.
Uno de los principales vectores para transmitir las necesidades del sector es el comisario de pesca de la Unión Europea. Un cargo que ocupa el chipriota Costas Kadis desde noviembre de 2024 tras relevar al lituano Virginijus Sinkevicius, criticado por centrarse en el aspecto sostenible a costa de la pérdida de competitividad europeo. A diferencia de su antecesor, Kadis «es consciente de que su foco es la actividad económica e industrial», sin dejar de lado, «evidentemente, la sostenibilidad», puntualiza Alonso, que se reunió con él este martes.
«Se habla de competitividad, que antes no se hablaba», indica el secretario general de Anfaco, que critica que durante la anterior legislatura se llevaron a cabo medidas legislativas que no acababan de implementarse, dañando la predictibilidad del sector y dificultando su competencia frente a productores ajenos a la Unión Europea. «Lo que el ciudadano quiere, no lo olvidemos, es adquirir productos de calidad y sostenibles, por supuesto, pero que sean asequibles. Si nadie puede comprar, tenemos un problema», afirma Alonso.
Un optimismo que debe materializarse, aunque desde Anfaco reconocen que «entre que se habla y aterriza en políticas pasan unos años». «A Costas le dijimos, exactamente, que la industria de la transformación son dos tercios del valor añadido de la cadena mar-industria. La necesitas, estamos a tu lado, no nos dejes caer», añade su secretario general.
Retos del sector
A pesar de que el sector conservero no es de los principales amenazados por una eventual guerra comercial entre Europa y Estados Unidos, sin dejar de lado a aquellas empresas que dedican buena parte de su producción al mercado estadounidense, Anfaco defiende que el sector alimentario, indispensable para la vida, quede excluido del enfrentamiento, ya que las consecuencias pueden ser devastadoras, como ocurrió con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y su impacto en el precio de los alimentos.
Además, las importaciones de materias primas son clave para las conserveras gallegas, ya que, a día de hoy, la producción local no es suficiente, en un contexto de menor rendimiento de las rías gallegas, con menos producción de marisco, pescado y demás productos que emplean en sus envasados. Pero el verdadero elefante en la habitación, reconoce el secretario general de Anfaco, es la competencia desleal de productores que no se someten a los requisitos sanitarios, trazabilidad y control con los que contamos en Europa.
Alonso destaca el caso del atún, que supone dos tercios de la producción conservera española, aunque el 50% de la producción de este pescado en Europa procede de la importación de otros mercados como el Tailandés, el principal productor mundial de conservas que, sin embargo, no cuenta con un sector pesquero propio que lo respalde, obteniendo la materia prima de terceros países con los que Europa no comercia ante las sistemáticas prácticas de pesca ilegal -que resulta más barata-.
«Entonces, nos echan del mercado. ¿Eso es lógico? No. Somos empresas que están haciendo bien las cosas, que tienen a las mejores personas, que pagan mucho más que los otros países y que podemos competir», asevera Alonso, que no duda de la capacidad de las conserveras gallegas y españolas: «En igualdad de condiciones, este sector, para mí, es imparable. Y eso hay que decirlo claramente», resume el secretario general de Anfaco.
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