El PSdeG se enfanga en el «caso cuñada» y avala a Carmela Silva

Es este elemento el más grave del fallo de los magistrados de la Sala Segunda del Supremo : la cuñada de Carmela Silva podía haber sido contratada a través de los cauces normales y que cualquier administración tiene a su disposición —por ejemplo, a través de un dedazo vía puesto de libre designación—, pero en su lugar se urdió una red para que cobrara sin trabajar con cargo al consistorio, y cuando se quiso justificar su actividad aparecieron unos supuestos informes que nadie sabe quién hizo, pero desde luego ella no, como apunta la sentencia.

Como quien oye llover, tanto la principal señalada por este caso como sus distintos portavoces han optado por buscar culpables fuera en lugar de realizar una mínima valoración del fallo judicial. El jueves, Carlos López Font se descolgaba afirmando que «solo de un partido que suele moverse en los vertederos se puede explicar la impúdica, infame y asquerosa campaña de persecución contra una persona absolutamente honesta como es la presidenta de la Diputación», en evidente referencia a un PP que desde el primer día está exigiendo explicaciones públicas y la asunción de responsabilidades por parte de Silva.

Quien sí tuvo algo más que decir fue el exalcalde de Vigo y denunciante del enchufe y de otras tantas colocaciones en el consistorio de familiares y próximos del gobierno local, Carlos Príncipe. El jueves, en la tertulia de la noche de la Radio Galega, aseveró que desde abril trabaja en el Concello la expareja del hijo de Carmela Silva, en un puesto de asesora de relaciones institucionales, dependiente de la alcaldía. Nómina: 39.710 euros, según se recoge en la web municipal. «Tengo el decreto de alcaldía, por si alguien lo quiere», retó Príncipe, que aseguró que Vanesa Falque, la cuñada de Carmela Silva, trabajaba en la sede socialista mientras cobraba irregularmente de la concesionaria Imesapi.

«Galicia aún está esperando por la primera comisión de investigación o el primer pleno extraordinario en el que el PP dé explicaciones de la relación de su presidente, Núñez Feijóo, con un narco», insistió López Font en referencia a las fotografías de los años noventa junto a Marcial Dorado , publicadas en 2013 por El País.

Esta afirmación, sin embargo, es falsa, porque en abril de ese mismo año, el presidente de la Xunta acudió al Parlamento para rendir cuenta de aquellas imágenes, por las que también se sometió a una intensa rueda de prensa ante los periodistas , que pudieron preguntar cuanto quisieron. Cuando en febrero de 2019 se celebró un pleno extraordinario a instancias del PP en el Ayuntamiento de Vigo tras conocerse la sentencia de instancia por el ‘caso cuñada’, Carmela Silva se ausentó de la sesión. «La democracia tiene sus imperfecciones y la peor de las imperfecciones es tener que aguantar y tener que respetar a los calumniadores y antidemócratas como ustedes», se despachó entonces López Font, habitual replicador, «me producen ustedes repulsión política». Esta y otras lindezas constan en acta.

La presidenta de la Diputación perdió la voz el día siguiente de la sentencia. Durante el congreso socialista solo se refirió a su felicidad por alcanzar la presidencia del PSdeG y de la representación que se le otorgaba a la agrupación de Vigo. El jueves ya masculló un «no tengo nada que decir» y el viernes recuperó el tono habitual para declarar que « la basura se la dejo al señor Rueda y al señor Feijóo ». Pero explicaciones, ninguna. En 2019 sí fue algo más concreta: «Yo no tengo nada que ver con esto», alimentando así la gran pregunta que rodea al ‘caso cuñada’: ¿Quién dio la orden al funcionario condenado de que se contratase a esta persona y se le abonaran las facturas que emitía la concesionaria?

El cortafuegos que emplea Silva desde la primera sentencia es que ella nunca fue llamada a declarar ni resultó investigada en el transcurso de la instrucción judicial . Y es cierto. Del mismo modo que tampoco ha sido condenada en la Audiencia o el Supremo. Pero si en algo insisten las resoluciones de ambos órganos es que el único motivo por el que Imesapi enchufó a Vanesa Falque era la relación familiar que mantenía con la entonces teniente de alcalde del Ayuntamiento de Vigo. No se le conocía otro mérito salvo ese.

El equipo de González Formoso era plenamente consciente de esta realidad, porque si de algo se precia es de estar permanentemente informado, y se escruta la prensa diariamente. Normalmente no se les escapa un detalle. Y desde luego no les era ajena la delicada situación de Carmela Silva ahora que la sentencia se tornaba en firme y no había margen para alegar que podía ser corregida. Lo cierto es que en la prensa regional no se había hecho sangre con el ‘caso cuñada’, hasta que saltó a las principales cabeceras mediáticas nacionales, con Pedro Sánchez como invitado a la fiesta en la que a Silva se le concedía la presidencia (más honorífica que otra cosa) del PSOE gallego.

A la vista del revuelo, y sin margen para dar un volantazo y deshacer el necesario acuerdo con la agrupación viguesa, la nueva dirección del PSOE se abraza al argumentario de Carmela Silva para salir del trance . «Nuestra presidenta es una persona que forma parte de un gobierno avalado socialmente», afirmó González Formoso en una entrevista a ‘La Voz de Galicia’ el viernes, como si las urnas blanquearan conductas reprochables, «y sobre todo, no está imputada, ni encausada, ni enjuiciada». De nuevo, el cortafuegos, el ‘aquí no pasa nada’, y la justificación de que el PP ataca a Silva por su «ansiedad» política en Vigo.

Lo cierto es que el PSdeG ha primado la paz interna —imprescindible tras la convulsión generada en las primarias— y el necesario pacto con Vigo a dar un golpe sobre la mesa y desarmar el discurso del partido mayoritario. La sentencia del ‘caso cuñada’ seguirá viva mientras Carmela Silva presida el partido, una mancha que no borrará el olvido. Ferraz también era consciente de esta cuestión, pero de nuevo han tragado por entender que existe un interés superior : acabar con las guerras intestinas de un partido a la deriva en Galicia, desbancado por el BNG como líder de la oposición. La ética puede esperar.