La Fiscalía no ve «un sólo dato» que relacione al Pequeño Nicolás con el CNI

Confirma su petición de condena para Gómez Iglesias, que niega la estafa y se escuda en su «inmadurez»

La nueva vida del Pequeño Nicolás: una serie documental y criptomonedas

Francisco Gómez Iglesias, en la primera sesión del juicio ABC

No consta «ni un solo dato» que lleve a pensar que Francisco Javier Gómez Iglesias «haya tenido, tuviera o tenga función alguna en en Estado», incluido el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y decir lo contrario «es fruto de otras cosas que surjan en ... su cabeza». Así se ha expresado el fiscal en el turno de conclusiones del juicio que se celebra estos días en la Audiencia Provincial de Madrid para confirmar que solicita seis años de cárcel para el también conocido como Pequeño Nicolás porque considera plenamente acreditado que desarrolló toda una ristra de «engaños» para «un objetivo concreto», su propio lucro personal.

Se trata de la intermediación que ofreció al empresario Javier Martínez de la Hidalga para vender su finca, La Alamedilla, a unos guineanos cuyos contactos habría obtenido del exministro Miguel Ángel Moratinos. Pero hubo otra actuación: se le acusa de intentar engañar a esta misma persona proponiendo que girase a una cuenta a su nombre un patrimonio del que disponía con su mujer y así, evitar un embargo de Hacienda. Todo, haciéndose pasar por un cargo oficial, a golpe de pegatinas con el escudo nacional y la luz rotativa en el salpicadero de un coche de alquiler.

En esta tercera y última sesión del juicio, ha declarado por fin Gómez Iglesias, que si bien no es que haya negado la mayor -se le acusa de hacerse pasar por emisario de la ex vicepresidenta del gobierno de la época en todas estas gestiones - la ha matizado bastante. Como al introducir al CNI en busca de una «duda razonable»: la de que no estaba usurpando funciones ajenas cuando se paseaba con carpetillas de la Casa Real o de «protocolo» de la Presidencia.

«Colaboradores hay muchísimos y de todos los niveles. Puedes encontrar desde un conductor a un camarero. Labores de Inteligencia hay muchísimas y yo sí lo he hecho», ha asegurado después de que su abogado, Juan Carlos Navarro, le preguntase directamente si colaboraba con el CNI. En las conclusiones, el letrado insistiría al tribunal en que el Centro no ha contestado ni lo va a hacer sobre Gómez Iglesias. En su opinión, «quien calla otorga». Para el fiscal, lo llamativo es lo contrario porque entiende que salvo los cargos del organigrama, nadie que colabore para el CNI lo va contando por ahí.

Tampoco es que la Fiscalía, como la Abogacía del Estado o la acusación que ejerce Podemos hayan dedicado tiempo a este asunto en sus interrogatorios, más centrados en esclarecer por qué circulaba en un coche de alquiler de alta gama con un indicativo policial encendido si es que niega haber simulado que era un vehículo oficial de servicio. «Yo no podía ponerlo porque yo me sentaba detrás», ha dicho Gómez Iglesias por toda explicación.

La letrada del Estado ha resumido lo que entiende, ha ocurrido en este caso: que en una conducta «pertinaz y reiterada», el Pequeño Nicolás «hacía pensar al interlocutor que estaba con alguien oficial». Es lo que declaró el propio Martínez de la Hidalga, porque pensaba todo el tiempo que el chico estaba bien relacionado, aunque su mujer ha dicho este lunes que su marido tendrá muchas virtudes, pero «si le dicen un burro volando se lo cree». Ella, conforme ha declarado, no veía factible que un chico «tan jovencito» tuviera ese nivel. No pensaba darle un duro.

En cualquier caso, la supuesta víctima de la estafa no siente haberlo sido igual que su mujer le quita hierro al asunto: 25.000 euros le dieron finalmente y 25.000 les devolvió. Y fue porque el director de la sucursal bancaria a la que acudieron Gómez Iglesias y Martínez De la Hidalga la llamó y le advirtió de que aquello olía a fraude. Según ese empleado de banca, lo que trataron delante de él fue abrir una cuenta al Pequeño Nicolás a la que mover fondos de la que compartían el empresario y su mujer.

«Ya no estaba yo para hacer nada»

«Si yo hubiera querido estafar, habría pedido en ese momento una transferencia», ha rebatido el acusado, seguro de que no instó apertura de cuenta alguna porque él ya tenía una en ese banco. «Ningún dato hay», ha apostillado el fiscal, que lleve a poner en duda el testimonio del director de la sucursal. Las fotocopias que ese día se hicieron del DNI de Gómez Iglesias en el banco constan en el sumario. Como también que el empleado vio las carpetitas del Pequeño Nicolás que le daban esa imagen de pertenecer al sistema.

En cuanto a la intermediación en la finca, Gómez Iglesias ha asegurado que él lo que quería era un 5% de la venta, al margen del importe final. Y que se acercó mucho a conseguirlo, porque el exministro Miguel Ángel Moratinos en una comida le había pasado los «contactos» de unos guineanos que estarían interesados en una finca «grande y cerca de Madrid» en la que invertir. En cuestión de días, pues sólo hacía una semana desde que entabló relación con Martínez de la Hidalga, ya le habían detenido por la operación Nicolay. «Y ya no estaba yo para eso», ha comentado.

Respecto de la falsedad documental, su letrado ha incidido en que era todo lo burda que puede ser una pegatina diseñada por un particular e impresa en un Workcentre. Gómez Iglesias ha dicho que manejaba ese tipo de carpetas y materiales «para que se vieran», sin más, porque en esa época era «un inmaduro» que «quería tirarse el pisto».

«Las reglas de la vida cotidiana no van con él»

A preguntas ya de la presidenta del tribunal, ha afinado que al banco fue «como observador» y para intentar convencer al director de la sucursal «para que facilitara el dinero» a Martínez de la Hidalga, que no para quedárselo. También ha explicado que uno de los informes cuya suplantación se le imputa lo hizo a requerimiento del propio empresario. Según se ha desprendido de su declaración, todo habría girado en que le pidió ayuda para convencer a la esposa de que liberase los fondos.

Ha habido tiempo también en esta sesión para que interviniesen dos forense que ya diagnosticaron a Gómez Iglesias un trastorno de personalidad narcisista y una perito psiquiatra que ha avalado la versión con perspectivas diferentes, aunque han acabado confluyendo en la misma idea: Ese trastorno no le priva de su capacidad de entender la realidad como tampoco altera su voluntad, pero sí condiciona ambas, es decir, comprende totalmente la ilicitud del hecho, otra cosa es que se crea que está por encima de sus consecuencias. «Las reglas de la vida cotidiana no van con él», diría la experta.

Pero el Pequeño Nicolás, que tiene ya 28 años cumplidos, no ha perdido ni el sentido del humor ni el optimismo. Ataviado con una sudadera de dos caras, una frontal blanca impoluta y otra trasera grafiteada en tonos chillones, se permitía bromear con la abogada del Estado, Rosa María Seoane; y la abogada de Podemos, Marta Flor, antes de entrar en la Sala. Se había olvidado el DNI en casa. «Para que no me pase como en el juicio de Selectividad», les ha comentado. A la salida, más cansado pero en tono similar, comentaba a la prensa que esto huele a absolución. De otro modo, sería ya su tercera condena. «Es posible. Siempre es posible».

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