Feijóo tratará de evitar disputas con Vox: «La gente no les entiende»
Génova cree que los de Abascal sobreactúan y que buscan el choque con ellos para ganar protagonismo
El PP votará 'no' a los primeros decretos del Gobierno: «No vamos a blanquear a Sánchez»
Madrid
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Iniciar sesiónEl 28 de diciembre, el PP programó un acto para que Feijóo hiciera balance de 2023. El presidente popular analizó la realidad política y económica por los pactos de Sánchez con los independentistas. Un diagnóstico descarnado y pesimista, una enmienda a la totalidad de ... la acción gubernamental en la que no faltó un análisis propio. Lo más evidente y que define todo es que Feijóo hizo ese balance en un hotel madrileño y no en La Moncloa. «No hemos cumplido el 100% de nuestros objetivos», concedió, consciente de que él personifica esa parte de objetivos no logrados.
En ese balance, Feijóo no mencionó ni una sola vez a Vox. Ni siquiera cuando destacó el mayor hito de su partido: haber alcanzado el poder institucional en numerosas comunidades y principales ciudades. Y es que 2023 fue el año en que se normalizó la coalición con la formación de Abascal: los populares gobiernan cinco autonomías en coalición con Vox (Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón y Murcia) y una sexta con acuerdo programático (Baleares).
La derecha todavía vive una disputa en ese espacio sobre la relación entre los distintos actores, un debate que la izquierda superó desde que Sánchez accedió al poder y más cuando se consolidó la fórmula de la coalición en 2020. El PSOE ya ha asumido que necesita un socio en su izquierda y a los independentistas, mientras que el proyecto de Feijóo ha pretendido ensanchar la base del PP con la intención de minimizar al máximo la necesidad de Vox. Esa competición fue clave el pasado año y sus réplicas se dejan sentir. Hubo que preguntar a Feijóo en esa comparecencia específicamente por la omisión respecto a los de Abascal. Y en la respuesta dio muestras de sus equilibrios y resistencias después de que desde la calle Bambú –sede central de Vox– se anunciase una ruptura de relaciones a nivel nacional.
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Feijóo dejaba clara su incomodidad con la estrategia de Vox, planteando que su hoja de ruta no pasa por entrar a cada choque con ellos, sino todo lo contrario: «En el momento que vive España, tramitándose una amnistía (...), si algún partido en España crítica más a Feijóo que a Sánchez, se equivoca. No voy a perder ni un minuto en desorientarme». Volvió a plantear que su horizonte «es ofrecer una casa grande del constitucionalismo« y que «España ha votado cambio». En ese sentido hizo un llamamiento al voto útil al PP, toda vez que, habiendo 11 millones de electores que no quieren a Sánchez de presidente, una mejor distribución de ese sufragio le habría sacado de La Moncloa: «E so al cambio son más de 190 escaños».
La estrategia del PP es clara: no entrar a la confrontación con Vox en ningún momento. Y, cuando haya que afrontar algún pulso, siempre poner en el centro la idea de que el elector contrario a Sánchez no quiere ver a ambas formaciones enfrentadas, sino con un mínimo de entendimiento o al menos respetando sus espacios. En Génova creen que Vox está «sobreactuando» y que esa ruptura de relaciones fue «una pataleta» que evidenció su necesidad por ocupar espacios, según diagnostican varias fuentes de la dirección nacional.
Miembros de la cúpula del PP consideran que el resultado del 23J deja muy claro que el voto a Vox «no contribuye» al cambio de Gobierno y consideran que, una vez la lucha por la hegemonía en la derecha se ha resuelto, lo natural es que el PP sea el catalizador de ese voto que quiere ver al PSOE fuera de La Moncloa. Añaden que en los Ejecutivos autonómicos son ellos y no Vox quienes capitalizan «los primeros réditos» de los cambios de gobierno. «En la mayoría de territorios no tienen estructura y, pese al ruido, su incidencia en las políticas autonómicas es muy limitada«, analiza un presidente que comparte ejecutivo con Vox. »Aquí todo va bien, pero todo puede cambiar si en Madrid lo deciden. El partido aquí no existen«, plantean desde una gran ciudad del PP. Lo cierto es que los populares están preocupados porque creen que muchas estrategias de los de Abascal dan oxígeno a Sánchez. En Vox lo ven al revés: ofrecer acuerdos al PSOE sirve para blanquear al Gobierno: »Es una estrategia centrista, vacía y cambiante«.
Génova observa cómo en las últimas semanas Vox está en un punto de inflexión en su marcaje al PP. En la comparecencia de Sánchez ante el Congreso de diciembre, en la bancada popular sentó muy mal que Abascal se dirigiese a Feijóo y de forma tan dura desde la tribuna. Vox también acusó al PP de dar oxígeno a Sánchez por reunirse con él. Cuestiona frontalmente el nuevo intento de renovar el Consejo General del Poder Judicial e incluso la reforma limitada del artículo 49 de la Constitución para eliminar el término 'disminuidos'. Antes denunciaron que el PP negociara el reparto de presidencias de comisiones parlamentarias con el PSOE y sus socios. Vox siente que los de Feijóo contribuyen al cordón sanitario contra ellos del resto del hemiciclo. En el PP creen que Vox «está muy cómodo en la pataleta y fomenta su propio aislamiento», apunta un veterano diputado.
En última instancia, en Génova creen que en Vox «están sobreactuando» y recurriendo a la «victimización», en lo que aprecian un cambio de patrón respecto a su estilo habitual. «La gente no entiende nada de lo que hacen. Exageran todo, no lideran nada y están incómodos. De todo montan un circo y no les funciona, eso les pone más nerviosos», apuntan desde la dirección del PP. Génova arranca el año con el propósito de centrarse en Sánchez. Habrá oposición frontal a su gestión, combinada con puntuales ofertas de acuerdo si se entiende que pueden ser positivas o al menos sirven para «evidenciar» que es Sánchez quien practica una política de tierra quemada. Pero lo importante es que en la acción de oposición el protagonismo se pretende poner en la confrontación con el PSOE, no en las cuitas con Vox. Al menos así será sobre el papel, aunque en el día a día la batalla en la derecha sigue abierta y para el PP continúa siendo un dolor de cabeza: «Ellos nos necesitan con un techo para sobrevivir. Van a ir a por nosotros y tenemos que resistir el tirón, porque la tendencia va a nuestro favor».
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