ACOTACIONES DE UN OYENTE
El día del incendio
Los del PP se dividían en dos bloques: los que no se creían que Vox fuera a romper y los que no se lo querían creer. Unos absortos, otros exultantes; unos precavidos y los otros queriendo parecerlo
Abascal oficializa la ruptura de los gobiernos regionales de Vox y el PP: pasan a la oposición y retiran el apoyo parlamentario
Madrid
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Iniciar sesiónLo que sucedía en el pleno del Congreso era lo de menos. Dentro del hemiciclo se estaban debatiendo proyectos de ley de esos de 'política real', que son los que echamos de menos cuando faltan, pero que, cuando aparecen, aburren a un muerto. La ... actualidad estaba en los pasillos, que desde primera hora eran ya una sucesión infinita de corrillos, rumores y quinielas con derivadas a varios años vista. Los del PP se dividían en dos bloques: los que no se creían que Vox fuera a romper y los que no se lo querían creer. Unos absortos, otros exultantes; unos precavidos y los otros queriendo parecerlo; unos con cara de estar resolviendo una raíz cuadrada y los otros con cara de estar resolviendo su futuro. Por su parte, los de Vox, desaparecidos, esquivos y sin ninguna declaración que hacer. Sin duda, porque tampoco sabrían qué decir. Ignoro quién ha tomado esta decisión, pero, desde luego, tengo claro quién no la ha tomado. Los diputados nacionales y los cargos autonómicos consultados aceptaban con sinceridad que no tenían ni la menor idea de lo que iba a pasar.
Y así estuvimos hasta que llegó Abascal, visiblemente cansado, y nos comunicó lo que ya sabíamos: que todo está consumado. Nos dio una versión de los hechos forzada, como recién escrita, y el resto de la mañana dejó de tener sentido. Ya solo importaba que llegara la tarde para ver el alcance del incendio, la previsión del viento y el número de hectáreas arrasadas. Mientras tanto en el hemiciclo seguían debatiendo enmiendas. Pero para todos era complicado volver a la realidad. Así que vuelta a los pasillos para comprobar de nuevo que los que quieren hablar no interesan y que los que nos interesan no quieren hablar. Un miembro de la dirección de Vox nos aseguraba que si los ayuntamientos en los que hay acuerdos de gobierno entraban en la dinámica de acoger menores inmigrantes también se romperían. Pero lo decía improvisando, como si no lo hubiera pensado hasta ese momento.
Y ahí me di cuenta de que la decisión era precipitada. Que no estaba planificada, ni responde a una gran reflexión y que, posiblemente, es solo ese órdago que te ven justo el día que no llevas cartas. Y no lo digo porque no tengan sus motivos. El hecho de que yo no los comparta no implica que no existan. Sobre todo porque aluden a la inmigración, que es un tema que no tiene solución, que electoralmente funciona y en el que no pueden ceder. En este sentido, el PP debe comprender que Vox no existe para que ellos lleguen al gobierno sino para defender un programa y una manera de ver el mundo que no ocultan a nadie.
Por eso cuesta comprender que, a estas alturas, siga existiendo la creencia generalizada de que Vox es un partido subsidiario del PP, algo así como un hermano pequeño, que puede ser problemático, pero que es tu hermano. Esto es un error. Vox es un proyecto autónomo del PP. No sabemos si también de Putin y de la Internacional Evangelista, pero definitivamente autónomo del PP. Representa un espacio propio, que es legítimo y que en España siempre ha existido. Mientras existió UCD, existía AP. Y desde el siglo XIX los tradicionalistas estuvieron enfrentados a los liberales, dando lugar incluso a las guerras Carlistas. Incluso en el franquismo hubo conflictos entre falangistas, conservadores, monárquicos, excedistas, etc. Nada de esto es nuevo. Y aunque estemos en un momento histórico diferente las sensibilidades dentro de la derecha no solo siguen existiendo, sino que están más marcadas que nunca. Porque lo liberal es incompatible con lo iliberal. Pueden llegar a acuerdos puntuales, pero responden a modelos, cosmovisiones y tradiciones opuestas. Quizá por eso, la sensación era de fin de ciclo, como cuando una pareja que no se soporta acepta que no tiene sentido estar juntos un minuto más. Uno de los dos se va de casa y hay cierto alivio, pero también una inexplicable sensación de fracaso entre las amistades. Incluso entre los que menos soportaban a la pareja, que en este caso es el PSOE y que, por las caras, parecían los más afectados por el divorcio. Alguien intuye que se le acaba el chollo.
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