Tres grados de separación

-Gabriela Bravo, Consellera de Justicia desmontaba al director general de Política Lingüística del Consell, Rubén Trenzano, con una contundencia en el fondo de su declaración, sólo comparable a la elegancia de sus formas. Trenzano se había echado al monte el martes afirmando que el requisito lingüístico del valenciano sería obligatorio para los médicos de la Comunidad en la próxima legislatura. Bravo afirmó ayer que el anuncio de Trenzano estaba sólo «en la mente de este señor» y que la única hoja de ruta prevista es la que precisamente Bravo firmó con la consellera de Educación y Cultura, Raquel Tamarit, sobre la capacitación lingüística de acuerdo con los niveles que se certifican en educación. Curioso que Trenzano se meta en charcos que no pisa su jefa, la superior del departamento, sigue siendo la consellera Tamarit.

-Mónica Oltra. Se las tuvo tiesas con Bravo, y ahora los suyos la han dejado más sola que la una. Es la conclusión que me quedó tras su entrevista del domingo y dando un vistazo a las redes sociales. Si algo hace bien Compromís es precisamente interactuar vía Twitter, Instagram y demás. Me llamó la atención como casi nadie que es alguien en Compromís apoyara a su lideresa cuando es habitual que inunden las redes cada 10 minutos con cualquier tema que consideren de interés. Para estudiar es que la cuenta oficial de la coalición publicase a primera hora del domingo una promoción de la entrevista nocturna y después de la emisión la cuenta de Compromís guardase un significativo silencio.

Y para cerrar Joan Ribó. Todo apuntaba a que si Oltra no estuviese en el lío en el que se encuentra ella era la mejor colocada para ser la candidata a la alcaldía de Valencia. Su concejal de Cultura Festiva que ya no sabe qué hacer para hacerse notar en sus últimos coletazos como edil ahora prohíbe que las empresas privadas participen en la cabalgata de Valencia. Dicen que para que el desfile no sea un sin fin de anuncios. En 2020 última cabalgata normal previa al COVID las carrozas superaron la treintena. Sólo seis fueron de empresas. Sólo recordar que los niños van a la cabalgata a hacer dos cosas, ver a los reyes y recoger caramelos, pero para Ribó la prioridad de la cabalgata al parecer, es otra.