UNA PLICA EN FLANDES
El final del verano
«A veces pienso en los que tuvimos un futuro, aunque el presente no nos guste. Y me preocupa mucho el futuro de los que no lo tienen»
VALENCIA
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Iniciar sesiónSe acaba el verano y van 58. Es curioso como cuento los años de mi vida por veranos. Tal vez soy un hombre de verano. Tal vez siempre tuve algo de miedo a la vuelta a casa, a la vuelta al cole, a la vuelta ... a la normalidad. Al frío.
Normalidad. ¿Qué es eso? ¿Qué era eso? A veces pienso que nada es normal. En realidad, me importa un pimiento la normalidad. Ser normal es algo muy relativo. Especialmente desde que ya nada es normal. Ni yo mismo, que nunca lo fui. Ni ganas. Pero de eso ya hablaremos otro día que tenga el cuerpo para filosofías.
Se acaba el verano, bueno técnicamente aún no, pero con la vuelta al trabajo, al cole y con las primeras tormentas de septiembre, la estación de los amores hace las maletas con sus camisas de lino y sus vestidos frescos, de algodón. También hablaremos de eso otro día que tenga el cuerpo para poesía.
Se acaba el verano y empiezo a pensar que, el otoño que se avecina, no me va a gustar mucho. La verdad es que nunca me ha gustado, porque es la antesala del invierno. Y no me gusta el frío. Y, créanme, este otoño, y no les digo nada este invierno, va a hacer mucho frío.
Contemplo con estupor una realidad que no me gusta. Una situación económica que no va por buen camino y que, mientras estuvimos vestidos de verano, sólo nos preocupaba como un planteamiento a futuro. Pero se acaba el verano y el futuro ya está aquí.
Futuro. ¿Qué es eso? ¿Qué era eso? A veces pienso en los que tuvimos un futuro, aunque el presente no nos guste. Y me preocupa mucho el futuro de los que no lo tienen. No lo tienen al menos como algo asegurado, que se da por hecho, porque su presente, este otoño sin ir más lejos, se presenta muy oscuro. Y el invierno, frío.
Se acaba el verano y recuerdo cuando me preocupaban las subidas de la electricidad a principio de año. Ahora ya no me alcanza la vista al mirar hacia arriba. Se acaba el verano y me va entrando algo de refrior por la espalda. Bastante. Especialmente después de ver como se me ha triplicado por tres la factura del gas desde la última renovación de contrato. Y eso que esta es la de agosto, pero me da por pensar en la de diciembre y me entran escalofríos.
Escalofríos como los que van a tener todas las familias que se enfrentan a una situación a la que no van a poder hacer frente. Y eso sólo si hablo de la luz y del gas. Pero voy muy a menudo a hacer la compra y no tengo más remedio que utilizar el coche para ir a trabajar. Mientras pueda pagarlo me sentiré un privilegiado. Pero miles, millones de personas, no va a poder. Dramático.
Se acaba el verano y, pienso que alguien no ha hecho sus deberes. Pero, tal vez, de eso hablaremos otro día que tenga el cuerpo para hablar de política.
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