Pere Aragonès, objetivo aguantar como sea hasta el año clave de 2023

El presidente catalán pretende resistir al menos hasta la revalida a la que le obliga la CUP en dos años

Pere Aragonès, en el Palau de la Generalitat, este miércoles tras la reunión de la mesa de diálogo INÉS BAUCELLS

De la reunión de la ‘mesa de diálogo’ entre el Gobierno y la Generalitat del pasado miércoles no salió ningún acuerdo pero sí una conclusión clara: Pedro Sánchez y Pere Aragonès se dan tiempo, estirando el tempo de una negociación «sin pausa ni plazos» ... que ambos, sabedores de que va a ser imposible llegar a un punto de confluencia, pretenden que no interfiera en la que es su única motivación, sobrevivir y aguantar al menos hasta el próximo ciclo electoral .

En el caso de Cataluña, el primer presidente de ERC desde el periodo republicano apenas acaba de cumplir sus primeros cien días como ‘president’ y asume que, una vez sellada la alianza estratégica con Sánchez, de lo que se trata a partir de ahora es de lidiar con Junts y la CUP, su verdadera oposición . El plan de supervivencia de Aragonès tiene en el calendario un año marcado en rojo, 2023, cuando la CUP, según pactó en la investidura forzará una ‘evaluación’ de los resultados de la mesa de diálogo en forma de cuestión de confianza, y se abra el nuevo ciclo electoral, con municipales y generales. Por el camino, el objetivo es resistir, sorteando el campo de minas que jalonará el trayecto.

Crisis de El Prat: prueba de madurez suspendida

Como desafío más inmediato, Aragonès debe intentar reconducir la crisis por el bloqueo de la inversión en el Aeropuerto de Barcelona-El Prat (1.700 millones de euros), donde ha mostrado que ERC sigue sin asumir su papel de partido de gobierno. La presión de ecologistas y de parte de las bases de su partido llevaron a Aragonès a cambiar de posición y alinearse contra una inversión que trata de capitalizar Junts. El 28 de septiembre el consejo de ministros debería aprobar el documento que valide el proyecto. De no ser así, Fomento amenaza con guardarlo en un cajón durante cinco años. Aragonès pide más tiempo para negociar mientras los empresarios se estiran de los pelos y presionan para llegar a un acuerdo. Es la primera gran prueba de madurez, por ahora suspendida , a la que se somete Aragonès. Aquí la culpa ya no se puede endosar a Madrid.

Cuentas catalanas: las líneas rojas de la CUP

La siguiente prueba a la que deberá someterse Aragonès es la aprobación de las cuentas, aunque en este caso la responsabilidad directa es del consejero de Economía a propuesta de Junts, Jaume Giró. Pese a los cantos de sirena del PSC , que anima al Govern a romper la dependencia de la CUP –partido que junto a Junts facilitó la investidura del ‘president’ y articula la mayoría ‘indepe’ en el Parlament–, Aragonès ya ha explicado de manera repetida que su intención es aprobar las cuentas solo con el apoyo del bloque secesionista. La CUP ha explicado que condicionará su apoyo al bloqueo de la ampliación de El Prat, la paralización del proyecto de los Juegos de Invierno de 2030 y a avances significativos en la mesa de diálogo. El condicionante del Aeropuerto, salvo sorpresa, ya está superado.

Más complicado son los dos otros puntos. Para la CUP se está entrando en un «escenario de estabilización institucional y de desactivación del conflicto político» que dificulta su apoyo. Sea como fuere, con los presupuestos las opciones del Govern son variadas , y descartando al PSC –una apuesta inasumible para parte del indepen- dentismo–, los comunes, como ya hicieron con las anteriores cuentas, podrían salir en socorro del ejecutivo catalán.

PGE: alianza blindada

Si las cuentas catalanas para 2022 son un escollo relativo, la negociación para los Presupuestos Generales del Estado (PGE) tiene más miga política, y dejará al descubierto la fragilidad de la alianza ERC/Junts. Los del partido de Puigdemont, ayer mismo insistieron en ello, señalan la conveniencia de que el independentismo negocie en bloque en Madrid, algo incompatible con las distintas apuestas de los dos partidos. Junts sigue llamando a la confrontación , e incluso una dirigente hace pocos semanas animaba a adoptar una estrategia de «desestabilización» del Estado. Por contra, y pese a las muy suaves amenazas de ERC –de rutina, prácticamente–, la apuesta de los republicanos es seguir colaborando con el PSOE, su verdadero socio en los próximos años. Ni la falta de resultado en la ‘mesa de diálogo’ interferirá en la negociación de los PGE. Carpetas distintas, dicen. Alianza blindada.

Año clave: seguir atados a Junts o nuevas alianzas

«Estoy convencido, y así lo hemos convenido con la CUP, que es bueno y sano que cuando sea presidente de la Generalitat me someta a una cuestión de confianza a mitad de legislatura para evaluarnos, para renovar el acuerdo y para reforzar la estabilidad del Govern». El texto del acuerdo de investidura entre ERC y la CUP precisa, como reconocióAragonès, que éste deberá someterse a una cuestión de confianza a modo de «evaluación» de los resultados obtenidos de la ‘mesa de diálogo’.

Este va ser pues el momento decisivo de la legislatura , y cuando ERC deba decidir si sigue atado a la mayoría de la investidura o si, por contra, en un contexto político en el que, por ejemplo, la relación con el PSOE y el PSC haya madurado aún más, se aviene a nuevas alianzas o, de manera más cómoda, acepta el apoyo externo de socialistas y comunes. Seguir atados a Junts y la CUP supone preparar lo que los antisistema definen como un nuevo «embate democrático». Si se produce la ruptura de la coalición y del bloque ‘indepe’ en el Parlament, este sería el momento, en tanto que en mayo de 2023 hay elecciones municipales y, a final de ese mismo año o principios del siguiente, comicios generales. A dos años vista, el panorama se abre. Hasta entonces, aguantar.

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