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Daniel Tercero - Dazibao

Los moderados de ERC

«El objetivo de ERC es la Generalitat de Cataluña y no el de convertirse en un partido para que el PSOE y el PP se alternen en La Moncloa»

Daniel Tercero

La vida es olvido. Pero para eso estamos los periodistas y los historiadores. De un tiempo a esta parte, corre la idea -ciertamente generalizada en algunos ámbitos- de que ERC es el partido moderado del arco independentista catalán. El silogismo es básico. JpC/PDECat/Crida, es decir el puigdemontismo y sus derivados, están en un callejón sin salida. El unilateralismo -la ilegalidad- sigue siendo su única hoja de ruta. A esto hay que añadir las «155 monedas de plata» exigidas por ERC en el Congreso al poner precio a la Presidencia del Gobierno de España. Si Pedro Sánchez quiere los votos de Gabriel Rufián ya sabe lo que tiene que hacer, aunque no esté en sus manos. Por lo tanto, ERC es la formación moderada con la que «los partidos de Madrid» pueden hablar para la gobernabilidad del país, defienden los olvidadizos. Peix al cove.

Pero el tiempo no debería nublarnos la memoria. El objetivo de ERC es la Generalitat de Cataluña y no el de convertirse en un partido para que e l PSOE y el PP se alternen en La Moncloa. España les importa lo mismo que Nueva Zelanda. Los efectos de la reciente gota fría dejó de interesarles en cuanto abandonó Orihuela y se dirigió hacia la meseta Central. Con los restos del pujolismo disgregado y sin líder, en el partido de Oriol Junqueras lo tienen claro: hay que seducir a comunes y socialistas para ampliar el voto y desbancar a la derecha ultra del Palacio de la Generalitat. ¿Cómo hacerlo? De entrada, mintiendo, que es lo que mejor saben hacer y les ha dado grandes resultados electorales. No en vano, el nacionalismo lleva haciéndolo desde 1980. Y el heredero de Pujol , en este aspecto, no es ninguno de los dos aprendices adelantados: Artur Mas y Carles Puigdemont. Meros aficionados.

Junqueras deja hacer a Rufián sus rufianadas en Madrid, pero mantiene firme su idea política que no cabe en democracia, como demostró, sin mucho esfuerzo, durante el juicio ante el Tribunal Supremo. En ERC nadie le tose, este fin de semana reforzó su control casi absoluto. Y las cuentas de la Generalitat están -directa o indirectamente- en manos suyas desde 2012. Junqueras es el que amenazó con parar durante una semana la economía catalana, si el Gobierno, en particular, y el país, en general, no cedía a su chantaje, y el que forzó para que Puigdemont no convocase elecciones en octubre de 2017. En 2010, en Sabadell , según recoge la periodista Laura Fàbregas del libro Anatomía del procés (Debate, 2018), dijo: «Cuando vaya de verdad, cuando estemos a punto de la victoria, el Estado nos comprará. Al menos lo intentará. Y dirá: “Hombre ¿es un tema de impuestos, no? Mira, a partir de ahora solo os robaremos la mitad de lo que os hemos robado hasta ahora”». España nos roba. Pere Aragonès, ungido sucesor temporal de aquel, es un especialista en defender este supuesto expolio. Inexistente, pero atractivo electoralmente para convencer a los que dicen ser de izquierdas (comunes y socialistas), pero que dejan el reparto de la riqueza, la igualdad y la justicia en el felpudo de su casa.

Aragonès ha ganado el primer round a Roger Torrent (¡ahora quiere ser el PNV!). Ambos pelean por hacerse con el partido que deje Junqueras, sin saber que el indiscutible todavía aspira a hacerse con la Generalitat en cuanto deje atrás el cemento de la prisión y explote, como todavía no hemos visto en Cataluña, el victimismo nacionalista. Pero Torrent tampoco es el moderado. El ahora presidente del Parlamento de Cataluña es aquel que, en los días de bochorno otoñal de hace dos años, nos confirmó a los periodistas en los pasillos del Palacio de la Ciudadela que lo que aprobaban los diputados era «claramente» una declaración de independencia. «¿Tú, qué crees?», zanjaba al que ponía en duda su valentía. Nunca se escondió. También lo defendió en público. En una entrevista para La Voz de Galicia , el 19 de octubre de 2017, dijo, a la pregunta sobre si se había declarado la independencia: «La respuesta es evidente, el presidente Puigdemont proclamó la independencia y los 72 diputados independentistas lo ratificamos con una declaración». Y ahora piden pasar por las urnas, otra vez. Marta Rovira, ayer, en El Periódico: «Transcurridos dos años lo que podemos afirmar es que el mandato del 1-O no tiene los apoyos suficientes. Esto hace que el consenso mayoritario sea ahora que debemos volver a pasar por las urnas, que debe haber otro momento refrendario». ¿Otro referéndum? La mentira es su mejor arma.

Junqueras necesita tiempo, tanto como el que se pase en la cárcel. Esa es la única diferencia con el puigdemontismo, que necesita parar el tiempo, pues no es de gusto estar huyendo permanentemente. En cuanto se abra una nueva ventana de oportunidades, lo volverán a intentar. «Ho tornarem a fer» , dicen. Al final, resultará cierto que el mejor antídoto contra el nacionalismo no es otro que el cumplimiento estricto de la ley.

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