Las gafas negras de Artur Mas

Y ahí es donde Artur Mas se ha señalado como un hombre de Estado, prudente y astuto que ha sabido escoger el camino más sensato, ya trillado por anteriores presidentes y el que resultaba más cómodo de tomar y de explicar: ir a Madrid siempre es una lata (y más aún en los días previos a un partido de fútbol entre el Barça y el Real Madrid), con lo agustito que se está en casa viendo los programas satíricos de TV3. ¿Y qué hay que explicar de su ausencia a los actos del Día de la Constitución? Obviamente, nada. Tanto los que estén a favor como los que estén en contra no necesitan ninguna explicación, pues ellos ya tienen fabricadas docenas de explicaciones: económicas, ideológicas, políticas, nacionales y hasta deportivas.

En cambio, de haber cumplido Artur Mas su cita con la Constitución tendría que haberse explicado luego durante meses. ¿Qué es eso de irse a Madrid?..., a celebrar, a gastar, a codearse..., y eso, en el mejor de los casos, porque, en el peor de los casos, o sea, si hubiera aflorado el orzuelo, lo que hubiera tenido que explicar es lo del remedo al Rey.