El Supremo confirma la condena a 21 años de prisión para Joaquín Benítez, el pederasta confeso de los Maristas

La Sala de lo Penal avala así el fallo de la Audiencia de Barcelona y desestima el recurso del condenado. Tras conocer la decisión, el padre de una de las víctimas, Manuel Barbero, que fue quién destapó los abusos colgando carteles en el barrio de Les Corts, ha señalado: «No hay Justicia cuando la Justicia tarda casi siete años en dictaminar sobre un pederasta confeso desde el minuto uno».

Barbero ha lamentado que no se hayan depurado responsabilidades, más allá de la del propio Benítez, al que denunciaron 26 víctimas, aunque la condena solo refleje cuatro, ya que el resto de casos habían prescrito. También critica el abandono a los menores que, como su hijo, sufrieron los abusos. «La Justicia que solo busca castigar al agresor sin tener en cuenta la restauración no es Justicia», ha lamentado este miércoles.

El padre coraje ha explicado a este diario que la sensación tras la decisión del Supremo es «de victoria agridulce». Tras la «angustia», no solo para su hijo, sino también para él, por una espera de años, el pederasta entrará por fin en prisión, pero Barbero lamenta la falta de respaldo de la Administración a las víctimas de abusos.

Pese a la condena firme contra Joaquín Benítez, éste eludió la cárcel por cumplir varios de los requisitos que contempla la ley. Entre ellos, tener a cargo a una persona dependiente -su hermano-, lo que también suponía arraigo y carecer de una pena previa.

Ahora la familia Barbero presentará un escrito ante la Audiencia de Barcelona -como tribunal sentenciador- para solicitar su ingreso inmediato en prisión. «No todos han llegado hasta aquí», refiere sobre el proceso judicial, que ha supuesto un gran desembolso económico.

Su hijo, del que Benítez abusó desde los 13 hasta los 15 años, contó lo ocurrido tres más tarde. Ahora tiene 28. «Lleva una década en terapia, eso no se lo van a poder pagar jamás», lamenta el progenitor, que reprocha que la sentencia conlleva un «castigo» para el pederasta pero que la Justicia ha «dejado abandonado» a su hijo «y a miles de víctimas».

Benítez fue profesor de educación física en el Colegio Maristas de Les Corts entre 1999 y 2011, aunque llevaba ejerciendo como docente en centros de esta orden religiosa desde 1981.

En el colegio de Barcelona, el individuo disponía de un despacho, en el que había una camilla y un lavabo. Fue en ese espacio donde perpetró los abusos contra sus alumnos, de 1º y 2º de ESO, aprovechado su jerarquía como profesor y la confianza de éstos en él, con la excusa de realizarles masajes tras la práctica deportiva.

El propio pederasta lo corroboró en 2016, cuando admitió que abusaba de los niños después de la clase de gimnasia y antes de los 12 o 13 minutos que había para ducharse. «Estaba todo calculado», señaló.

Por eso mismo, el Supremo subraya para tumbar su recurso que «la declaración del propio acusado ha sido determinante, no solo porque ha reconocido parcialmente los hechos», sino porque supone una «evidencia objetiva» de que los abusos denunciados no son una fabulación.