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Jean-Claude Ellena rinde homenaje a Antonio Puig
Sus perfumes brillan sin interrumpir la luz. Tu cuerpo sonríe cuando los llevas
Artículos de Salvador Sostres en ABC
Barcelona
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Iniciar sesiónEste fin de semana no he podido salir de casa porque he necesitado tiempo para estar con mis nuevas cuatro fragancias. En homenaje al fundador de la casa Puig, don Antonio, y a su Agua Lavanda, que fue el primer gran perfume de España, ... sus herederos han encargado al maestro perfumista Jean-Claude Ellena la elaboración de cuatro recreaciones en edición especial, que sólo pueden comprarse por internet.
Queremos mucho a Jean-Claude Ellena. Sin él, el último tercio de siglo, y lo que llevamos de éste, habrían sido mucho más vulgares y aburridos. El señor Ellena es el artista más delicado y elegante de nuestra era. Desde que Ferran Adrià cerró El Bulli, ningún genio de ninguna otra disciplina artística está tocado por su Gracia. A los que no creen en Dios yo siempre les regalo Rose Ikebana (Hermès) y cuando se la ponen les pregunto: si no fuera por Él, ¿qué otra chica desnuda crees que te trataría tan bien?
Monsieur Ellena tiene la virtud huidiza de las cosas. Sus perfumes brillan sin interrumpir la luz. Los notas, no los notas, pero tu cuerpo sonríe cuando los llevas. Son las manos invisibles de los árboles y las flores en el parque de los atardeceres. Destellos de sol y vida sobre las hojas de angélica después de la tormenta. El iris y la almendra que anuncian el invierno.
«Déclaration» (Cartier) fue el primer perfume en hacer por nosotros todo el trabajo de seducción, y todavía hay mujeres que cuando llego a los restaurantes se levantan y vienen a preguntarme qué llevo. Con «Un jardin sur le toit» (Hermès) aprendimos a encontrar la paz en el ojo del huracán, y «Bois Farine» (L'Artisan Parfumeur) es el cuento más bonito jamás contado. El problema de «Angéliques sous la pluie» (Frederic Malle) es que te gustas tanto cuando lo llevas que contigo te bastas, y te olvidas de intentar gustar a la otra persona, y el encuentro no acaba de tener a veces el final que ella esperaba. «Terre», también para Hermès, ha sido el último gran, grandísimo perfume destinado al consumo masivo, y con un descomunal éxito de ventas. Pero lejos de vivir como si ya lo hubiera hecho todo, Jean-Claude regresó de su viaje a Italia en 2022 con varias fragancias cítricas, y ninguna marcará para siempre nuestras vidas como «Arancia Rossa» (Laboratorio Olfattivo), por su ácida, roja, fulminadora perfección.
Todos sus perfumes tiemblan en el hilo de la misma finura. Su elegancia consiste en la suavidad de estar y dejarte estar. No es una invasión, es una presencia tranquila, discreta, que ahí se queda para lo que puedas necesitarla. Para homenajear a Antonio Puig, en cuatro versiones de su fragancia más icónica, Ellena ha elegido la higuera, el iris, la naranja y la menta salvaje como materias argumentales. La higuera, una higuera bíblica, la higuera mítica a cuya sombra la loba amamantó a Rómulo y Remo, es la protagonista de Agua Mediterránea. Una higuera limpia, pura, previa a los malos presagios que le han ido atribuyendo con el tiempo. Que el mediterráneo huele a higuera, lo descubrí en 1994, con Premier Figuier, de Olivia Giacobetti para L'Artisan; y dos años más tarde, la misma autora me lo volvió a explicar, por si no me había quedado claro, con Philosykos (Diptyque). A la sombra de una higuera esta nueva fragancia va y vuelve de su historia a lo que habría podido ser si en los años que fue concebida su versión original hubiéramos sabido lo que sabemos ahora.
Agua Mediterránea es volver a la edad de 9, al patio del colegio y ganar las conversaciones a los amiguitos y los maestros con todo lo que luego aprendiste viviendo. Como ha hecho con las reformulaciones de Eau de Thé Verte (Bvlgari) y Essence Rare (Houbigant), el maestro vuelve al pasado y lo reescribe a la luz de su talento más afinado con los años. La novedad con Puig es que la fragancia inicial no era suya.
En Agua Lavanda Iris, la fragancia adquiere la profundidad que la versión original no tenía, voluntariamente no tenía, al querer ser un agua fresca, y en unos tiempos en que los hombres eran por lo general -y sobre todo en España- bastante primarios y no estaba bien visto que se entretuvieran en detalles considerados «femeninos», y todavía peor, «feminizantes». En esta nueva agua, sobre todo el iris, pero también un toque de musgo vegetal, le dan al hombre que la lleva una elegancia más asentada, más misteriosa, más matizada. Hay algo en ella que continúa siendo fresco -la lavanda fina- pero el iris y el musgo, y la absenta negra, transmiten gravedad y es una fragancia que hay que saber llevarla, porque te habla de un modo en que si dudas o te tambaleas, puedes sentir que no estás a la altura de lo que representas. De toda la colección, es la más inquietante, la que más te exige, y cuesta avanzar porque cuando pruebas la siguiente quieres volver a ella. El primer frasco me llegó vacío, nunca me había pasado, y tuve que pedir otro, que he de decir y agradecer que llegó inmediatamente. Fue sin duda el aviso de que si quería algo de Agua Lavanda Iris tendría que salir a buscarlo. Esta fragancia va al cuerpo a cuerpo. No hay una manera pasiva de llevarla.
Me he guardado para casi el final el Agua Noble, con la ilusión, tal vez absurda, de que lo muy deseado, si lo saboreas poco a poco, puedes alargar el placer. Nunca he creído en esto y siempre he pensado que nada triunfa tanto como el exceso. Pero en fin, después de tanta espera estoy preparado para decir que a mi edad de 50, y siendo hombre, blanco, feo, católico y sentimental nada me alegra tanto como saber que Jean-Claude Ellena ha creado un nuevo perfume basado en cítricos. Bigarade Concentrée fue durante dos años mi único perfume. Yo suelo tener en casa más o menos 100 perfumes, nunca uno solo había sido mi único perfume durante tanto tiempo. Era imposible. Pero fue tal el impacto, y tan sostenido, que cada mañana cuando me planteaba la fragancia volvía a Bigarade y me perfumaba hasta los pies. La colección para Laboratorio Olfattivo (mandarina, limón, pomelo, bergamota y la ya mencionada naranja sanguínea) fue igualmente memorable, por no hablar de Kérylos (L'Objet) que desde que salió ha sido el perfume que indiscutiblemente elijo como refugio para mis momentos difíciles o inseguros: ¿qué sería de nosotros sino tuviéramos una mandarina culta y leída que acudiera a tiempo a nuestro rescate? Agua Nobile tiene mandarina, bergamota y hojas de naranjo, todo ordenado, enderezado, masculinizado por un cuero suave, en la línea de la delicadeza del señor Ellena. Es un perfume culto, instruido, de lujo sevillano, que es igual de sofisticado que el inglés pero con la ventaja de fondo de ser católico, y no protestante, esa insufrible dejadez del alma. Esta superioridad religiosa, que es cultural, está en la expresión de este perfume, que te deja una puerta entreabierta a un mundo cuyo esplendor no te revela del todo. Te lo pones y te viene, es cierto, el pensamiento de Sevilla. Pero también el misterio, fascinante y desconocido, por lo menos para mí, de cómo deben ser por dentro los palacios de las grandes fortunas andaluzas.
Sobre la versión de Agua Brava, basada en la menta salvaje, tengo poco que decir todavía. La llevo puesta ahora mismo y no hago otra cosa que pensar en el Iris. Seguro que con el tiempo descubro el encanto, la luz, y así lo haré saber a los lectores, pero de momento mis plegarias no han sido atendidas.
Puig ha hecho un muy hermoso y merecido homenaje a su fundador. El nuevo frasco, inspirado en el antiguo, es estilizado y distinguido. La edición limitada se vende a 180 euros cada fragancia, y hay un set que contiene una pequeña muestra de las cuatro por 70 euros. Está bien. Cuando esta edición limitada se agote, sería igualmente hermoso que Puig se acordara de sus clientes menos pudientes y comercializara las fragancias en frascos y envoltorios más sencillos y a un precio que no superara los 100 euros. Por el bien del progreso de la Humanidad, y de su regocijo, joyas artísticas de esta magnitud tendrían que poder estar al alcance de muchos.
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