Laberinto

Junts y ERC van perdidos buscando caminos que no conducen a ninguna parte. Dudan: no saben si les sale a cuenta seguir pactando con Pedro Sánchez. A lo que debemos añadir un Junts y una ERC –especialmente los neoconvergentes- cuyos cambios de sentido, en función de la coyuntura, provocan una desagradable sensación de ridículo. Una sensación que también provoca la, al parecer, indispensable mediación del ubicuo Rodríguez Zapatero, y la infructuosa ayuda, en Bruselas, del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación José Manuel Albares, injustamente llamado Napoleonchu. Y el laberinto se enreda con nuevos caminos y participantes. Aparece Sílvia Orriols, que recoge a derecha e izquierda, en todo el espectro de partidos y, a diferencia de Junts y ERC, sabe dónde va.

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Joan Guirado

Mientras tanto, la CUP se pierde en peleas intestinas. La ANC y el Consell de la República van de tropiezo en tropiezo. Òmnium Cultural sigue plantado en mitad del camino. Y Carles Puigdemont –que reclama más «juntistas» en los ayuntamientos de Cataluña: el sottogoverno neoconvergente se ha quedado sin trabajo, sin sueldo y sin representación- sigue plantado esperando una amnistía que nadie sabe si, finalmente, llegará. No descarten la jubilación forzada del personaje. Por su parte, Salvador Illa, mientras selecciona los objetos que regalar a unos y otros, se distrae soñando con los Presupuestos. Podemos y los Comunes se vigilan mutuamente. Ada Colau amenaza aterrizar en la política.