Fue hace una semana, el 4 de marzo, cuando Noelia declaró ante un juzgado de Barcelona, para ratificarse en su reclamo y apuntar que, por su situación, no quiere seguir viviendo. Tras serle concedida la eutanasia el pasado verano, su progenitor, representando por Abogados Cristianos, solicitó su paralización al considerar que «los trastornos mentales, que incluyen ideación suicida, ideas paranoides y el trastorno bipolar que sufre» la joven «pueden afectar su capacidad para tomar una decisión».
En cambio, la chica subrayó que había sufrido coacciones por parte de su entorno para paralizar su muerte asistida, e incluso que le habían llenado la habitación del centro en el que reside de «estampitas» y «rosarios» para hacerla cambiar de opinión, según aseguraron fuentes jurídicas presentes en su declaración.
Ahora, el Ministerio público apunta que, aunque el padre está legitimado para «intervenir como demandante en el procedimiento», considera que la joven cumple con los requisitos para que se le administre la eutanasia, tal y como avalaron los expertos médicos que la evaluaron, y sostiene que la joven ha tomado la decisión de forma «autónoma», sin ningún tipo de condicionante externo y plenamente consciente de lo que significa.
La joven, que estuvo tutelada por la Dirección de Atención a la Infancia y la Adolescencia (Dgaia) de la Generalitat desde los 13 años, carece de movilidad completa en las piernas por una lesión medular, tras un intento de suicidio.
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete