VÍA PULCHRITUDINIS

Liderazgo

Los obreros nos hemos quedado para las bibliotecas para que nos estudien como bichos raros

Un campo de cine

efe

Hay tantos cursos de liderazgo que a este paso va a ser imposible ser obrero. Es imposible saber de dónde salen tantos 'coach' capaces de enseñarnos a ser líderes. No hay más que ver esas fotografías de grupos con una pantalla gigante a las espaldas ... y un recortable en poliespán ante el que una generación entera se retrata vestida para la ocasión. Cientos, miles de personas que supongo pagan una matrícula para ser líderes guiados por otros tantos que supongo también cobrarán por desvelar sus secretos más preciados y gracias a los cuales nos convertiremos en 'team leaders', 'headhunters' y no sé cuántas cosas más.

Y es que ya no puedes ser un vulgar autónomo sino que tienes que ser emprendedor. Ya no puedes ser camarero, mecánico o pastor si no pones en tu perfil de Facebook una foto en la que salgan otros doscientos como tú diciendo que eres el rey de la pista y lo que es peor, creyéndotelo.

En cuanto salen de la jornada, curso o cursillo con el espíritu henchido y las expectativas por las nubes se dan un testerazo monumental contra la cruda realidad y la inevitable tesitura de apuntarse al paro, aceptar un trabajo de comercial de enciclopedias o en el turno de noche de una gasolinera. El mundo guay de trajes de chaqueta de Zara, americanas con camiseta y melena de peluquería de franquicia tiene preparado para ese momento una salida honrosa y es entonces cuando vas al psicólogo. No es que los psicólogos sean malos per se, de hecho siempre ha habido curas que hacían lo mismo en los confesionarios y las cosas funcionaban. El problema es que ahora los graduados en mentes ajenas se ven obligados a decir a sus empoderados pacientes –los que acaban de salir del curso de liderazgo– que ellos pueden ser todo cuanto se propongan. Poco importa que sean más bajos que un hoyo pero si quieren ser pivot de la selección española de baloncesto ellos han de gritar: «Sí se puede».

Los obreros ya no valemos nada; contaminamos, somos feos y en vez de hacer 'networking' a mediodía te almuerzas la vida regada con clarete con gas que supongo llevará algún agente contaminante para el medio ambiente. Los obreros nos hemos quedado para las bibliotecas pero no para estudiar sino para que nos estudien en los libros de naturales como aquellos bichos raros que no hacían cursos de liderazgo.

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