Mañueco: «Ahora que toda España observa a Castilla y León, la vamos a poner de moda»

Así lo aseguró durante su toma de posesión en la que aspiró a «ser el presidente de todos, sin distinción de opiniones o ideologías» entendiendo que la gestión de Castilla y León «no es ni puede ser nunca el proyecto de un sólo partido o un solo gobierno». De ahí su llamada a la sociedad a «implicarse». Por su parte, promete, dijo, «moderación, diálogo, tolerancia, integración y un espíritu abierto y constructivo que nos permita crecer con la diversidad y el debate público» para labrar un «futuro que va a ser atractivo para los proyectos de vida profesionales y personales de cada uno de nosotros».

Bajo la máxima de ejercer «una política de gestión frente a la de gestos», el popular mostró su «ambición» por «hacer más grande a Castilla y León» y «construir» una Comunidad «activa, lejos de los tópicos de pasividad o conservadurismo que injustamente nos atribuyen», donde la «igualdad de oportunidades no se entienda como una continua equiparación a la baja, sino como la posibilidad de que cada uno labre su destino con su propio esfuerzo».

En un acto multitudinario, Mañueco quiso dar las gracias en su nueva andadura a quienes ayer le arroparon . Desde líderes de su partido como la secretaria general, Cuca Gamarra, o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso , al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy y tres de sus predecesores en el cargo, Juan Vicente Herrera, Juan José Lucas y Jesús Posada, pero en especial, a su familia. «A mi mujer y mis hijas, sin cuyo constante apoyo poco hubiera conseguido y a quienes tengo que pedir, una vez más, que renueven su paciencia y su comprensión conmigo», aseguró emocionado y luciendo la figura de un ángel de la guarda que le han regalado.

Fuera ya del mensaje político y entre sus muchos agradecimientos repasó Fernández Mañueco a todos quienes «han marcado mi vida. Vuestra labor y su ejemplo no sólo me han servido para mejorar en mis tareas de gobierno» y «aprender» que gobernar «debe ser el arte de mantener activa nuestra vida en sociedad e impulsar todo lo necesario para no detener su progreso», con «racionalidad, realismo, mesura y prudencia». «En política no hay redentores ni soluciones milagrosas sino que, como en casi todo, el éxito sólo se consigue con trabajo diario, dedicación constante y resistencia ante las dificultades», concluyó.