escalona
Juan José, al ser detenido por la muerte de su expareja y del bebé a punto de nacer: «¡La he matado! ¡Ya se ha ido!»
sucesos
El presunto autor del doble crimen estaba esperando a ser detenido con una bolsa de deporte con ropa en la vivienda que okupaban víctima y verdugo. «Sé lo que he hecho y sé a dónde voy a ir; estoy borracho», dijo
Toledo
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Iniciar sesiónEn el pequeño patio delantero de la casa okupada en la que convivían víctima y verdugo, al lado del cuerpo apuñalado de María Elena, Juan José estaba esperando a ser detenido. Había preparado una bolsa de deporte con objetos y ropa que había cogido ... de la vivienda. Tenía asumido el hecho atroz que había cometido probablemente con un cuchillo, y la venganza parece estar detrás del doble crimen: había matado a María Elena, embazada, y el bebé que iba a nacer en unos días también falleció.
Los cuatro guardias civiles que acudieron al aviso, en la urbanización La Playa de Escalona, en la provincia de Toledo, lo arrestaron sin que él ofreciese resistencia la noche del Día de los Santos Inocentes. «¡La he matado, la he matado! ¡Ya se ha ido!», exclamaba cuando los agentes le conminaron, pistola en mano, a que se pusiera de rodillas. «No me he ido porque no he querido», añadió como envalentonado.
Doble crimen en Escalona: asesinada una embarazada de 9 meses y su bebé tras ser apuñalada por su expareja
Manuel MorenoEn el patio donde acababa de fallecer Elena, personal sanitario le practicó una cesárea para salvar a la criatura, que murió en una UVI móvil tras más de una hora luchando para reanimarlo
María Elena, embarazada de 9 meses y a cinco días de salir de cuentas, se iba a ir de la casa con los dos hijos de ambos, de 13 y 14 años. Se lo había dicho a Juan José, que también había encolerizado por el bebé y no quería que su padre, el compañero sentimental de María Elena, lo viera nacer. Por estos presuntos motivos la mató, para que ella y sus hijos no se marcharan con el padre de la criatura que estaba a punto de venir al mundo.
Al menos eso es lo que Juan José, su expareja, espetó a los agentes que lo detuvieron cerca de las nueve de la noche. «Sé lo que he hecho y sé a dónde voy a ir; estoy borracho», dijo el presunto homicida, que vivía de okupa con María Elena en una urbanización conflictiva, a 5 kilómetros en coche del ayuntamiento de Escalona. Los dos trabajaban en la venta de chatarra y tenían un viejo camión, propiedad de la mujer según Juan José.
Los guardias habían acudido porque les avisaron desde su central de que un menor había llamado por teléfono contando que estaban apuñalando a su madre, que el 2 de diciembre cumplió 34 años. Los sanitarios además esperaban a dos calles del chalé, situado en el número 232 de la vía Playa Cala Salions, porque no se atrevían a entrar. Les habían informado de que Juan José, un español de 52 años, podría estar armado y algunos familiares, que ya estaban en los alrededores de la vivienda, decían que podría tener un arma corta de fuego.
En la puerta de la cancela, un menor estaba llorando y gritando: «¡Ese, es mi padre! ¡Ha matado a mi madre, ha matado a mi madre!». Señalaba a Juan José mientras su hermana, hija del verdugo, estaba en la calle, a unos cuantos metros, acompañada de familiares y de la pareja de María Elena, además de padre del bebé, que clamaban justicia.
Juan José no ofreció resistencia, fue detenido y los sanitarios entraron al patio para asistir a María Elena, también española y a la que no pudieron reanimarla. Su compañero sentimental y un hermano de ella intentaron entrar por una ventana del chalé y comenzaron a lanzar objetos a los guardias que estaban custodiando al arrestado dentro de la vivienda. «¡Le mato, le mato! ¡Si no estáis vosotros, le reviento!», gritaban con la intención de lincharlo.
Para evitarlo, a Juan José lo subieron a la planta superior y los cuatro guardias pidieron apoyo mientras había gente esperando muy nerviosa en la calle. Existía un alto riesgo de que se vengaran y los agentes tenían que asegurarse de que el detenido no iba a ser agredido y ellos, tampoco. Al menos llegaron tres patrullas, procedentes de Torrijos, Valmojado y Talavera de la Reina, a 60 kilómetros, que acordonaron los alrededores de la vivienda y el riesgo de escarmiento se diluyó.
En el patio delantero, los sanitarios ya habían practicado una cesárea de urgencia a María Elena para salvar a la criatura. Alumbrados por linternas, con la ayuda de uno de los guardias civiles, lograron sacar al pequeño del cuerpo inerte de su madre. Lo llevaron a la UVI móvil, donde estuvieron más de una hora tratando de reanimarlo, pero sin conseguirlo. El pesar y las lágrimas brotaron entre los sanitarios y los agentes que estaban interviniendo, y a los que costará tiempo superarlo emocionalmente.
Aproximadamente una hora después, ya con los refuerzos, la Guardia Civil pudo trasladar a Juan José a los calabozos del cuartel de Torrijos, a 25 kilómetros, donde pasó la noche. Pero antes de salir pidió un favor a los agentes: «Cogedme la ropa, que sé dónde voy». Mientras, el bebé era evacuado en la UVI móvil donde había fallecido y conducido a un lugar seguro y custodiado por el instituto armado.
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