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Amador Palacios - CULTURA

Don Quijote traspasa las puertas del Nuncio

«Este Quijote pirateado es muy inferior a la del gran relato cervantino»

Don Quijote y Sancho

POR AMADOR PALACIOS

Acabo de consumar algo que creo que muy poca gente ha hecho: leer el Quijote de Avellaneda , que descolocó los planes de Cervantes (intrusión entonces imposible de denunciar) en cuanto a conformar una precisa realidad devenida tras la primera parte del Quijote , pero que le sirvió para fijar el definitivo destino del ingenioso hidalgo manchego en una segunda parte de la obra que sin duda supera el mensaje y la calidad de la primera. La escritura del apócrifo quijotesco redactada por el ficticio Alonso Fernández de Avellaneda, quizá un cura de la localidad abulense de Avellaneda, quizá Pedro Liñán de Riaza (del círculo de Lope de Vega), quizá alguno de los hermanos Argensola, es muy inferior a la del gran relato cervantino. En ese libro Don Quijote se muestra rematadamente loco, sin esas muestras de cordura intermitente que se resuelven en un resultado sana e inteligentemente irónico. Y no menos loco aparece Sancho, salvo al final del libro, sin exhibir la moderada justa gracia que Cervantes le dona.

Quijote de Avellaneda

En el Quijote de Avellaneda también Sancho tiene prometido de su señor un reino, esta vez el reino de Chipre, arrebatándoselo a Bramidán de Tajayunque. Hay también, como en la novela auténtica, relatos interpolados, aquí con el buen sabor y hechura del mejor Decamerón . Y si Cervantes quiso ocultar el lugar de La Mancha , de donde salen caballero y escudero, para que los demás lugares del territorio se los puedan atribuir, Avellaneda lo sitúa explícitamente en Argamesilla (Argamasilla de Alba), residencia del señor Martín Quijada. En este viaje señor y criado llevan siempre dinero.

Después de la publicación de este falso Quijote , Cervantes decidió que su protagonista no se detuviese en Zaragoza para asistir a unas justas. El recorrido en la narración de Avellaneda no se realiza a campo a través, como en el auténtico, temiendo el dúo protagonista a la Santa Hermandad por sus trastadas, sino yendo tranquilamente hasta Zaragoza para tomar presencia en esas justas, y volviendo por Sigüenza, Alcalá, recalando finalmente en Madrid, acogido por el jocoso grupo de amigos del Archipámpano con el fin de solazarse con la locura del personaje. Una cuadrilla que tiene su equivalencia en las acciones de los duques de la segunda parte cervantina, aunque con intenciones más humanas para con caballero y escudero. En el capítulo 59 de la segunda parte Don Quijote descubre la existencia de este libro, siendo ya doblemente famosos Sancho y él, tanto por el relato de Cervantes como por el de Avellaneda. Y en el capítulo 72 el propio Cervantes hace surgir a Álvaro Tarce, verdadero protagonista en el apócrifo, con el objeto de desmitificar la insolente continuación de su historia. Muy molesto Cervantes porque en este libro Don Quijote se olvida de Dulcinea haciéndose llamar ahora el Caballero Desamorado.

Sancho, rey de Chipre

Es precisamente Tarfe quien lleva desde Madrid a Don Quijote para ingresarlo, engañado, en el Nuncio toledano , a fin de que en este manicomio el hidalgo pueda curarse de su locura, guiándole «derecho hacia la puerta que llaman del Cambrón, dejando a la mano izquierda la de Visagra». Sancho, recobrado del continuo disparate, se había quedado en Madrid, con su mujer Mari Gutiérrez, trabajando ambos de criados con buen salario en casa de aquellos señores con los que habían tratado. Martín Quijada sale del Nuncio aparentemente curado, pero sin estarlo realmente, pues los dos últimos párrafos del Quijote de Avellaneda anuncian que el manchego, ya no montado en Rocinante, el cual «acabó sus honrados días» en el Nuncio, recorrió Castilla la Vieja acompañado de un nuevo escudero que era mujer, preñada, disfrazada de hombre : «Llevóla el buen caballero sin saber que fuese mujer, hasta que vino a parir en medio de un camino, en presencia suya, dejándole sumamente maravillado el parto, y haciéndose grandísimas quimeras sobre él. La encomendó, hasta que volviese, a un mesonero de Valdestillas. Y él, sin escudero, pasó por Salamanca, Ávila y Valladolid, llamándose el Caballero de los Trabajos. Los cuales, no faltará mejor pluma que los celebre».

Quijote apócrifo de Sopena

AQUÍ DA FIN LA SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DEL INGENIOSO HIDALGO DON QUIXOTE DE LA MANCHA, acaba este Quijote pirateado.

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