Listas electorales

No importa que algunos lleven ya dos ó tres legislaturas a la espalda como senadores o diputados nacionales, entienden que lo hacen requetebién y que se merecen, faltaría más, la continuidad para mayor gloria de las siglas. Aseguran que la experiencia es un grado, y por lo tanto, nada de dejar entrar a novatos en estos menesteres. Las canas ofrecen seguridad, y las arrugas la sabiduría de quienes saben de qué va el tema y significan garantía de éxito para las siglas. Otros cuatro años más y después ya veremos.

Los jóvenes advierten que es su momento. Con echar un vistazo a los de Ciudadanos y Podemos se advierte de que el empuje de la juventud pide paso, y los rostros nuevos son ya imprescindibles. Poseen el ímpetu del guerrero neófito y portan todo el entusiasmo para dejarse la piel en el intento. No se puede, advierten, contemplar siempre la misma imagen, salvo la del líder ideológico que para eso es el paladín que convence en las urnas.

Naturalmente, lo que se discute en las listas electorales es uno de los puestos con opciones para salir; no interesan los lugares de relleno que para eso están otros militantes sin muchas apetencias para entrar en las incógnitas de los votos. En el tira y afloja las sedes de los partidos están más animadas que nunca, las recomendaciones se trasladan a velocidad de vértigo y por Castilla-La Mancha, que puede quedar como un ejemplo, Emiliano García-Page y María Dolores de Cospedal en ocasiones tienen que apagar sus móviles abrumados por los piropos que reciben de los que quieren repetir y los que intentan estrenarse en estos objetivos. Y claro está, cuando llega la ocasión de conocer las listas con escaño seguro por el lugar que se ocupa, serán mucho más los cabreados de los que respiren satisfechos. Es la política, y sus consecuencias.