Cuenta atrás para el 26-J

El mandato del 20D fue muy claro: muerto al bipartidismo, hay que dialogar en todas direcciones. ¿Y qué aprendimos en el debate? Que la cultura del pacto no es posible de momento porque los vetos trasversales no permiten conformar una mayoría suficiente para gobernar. Aprendimos que Pedro Sánchez aceptó un reto difícil que ha marcado la cuenta atrás hacia las próximas generales. Aprendimos que Rajoy se pasó diez pueblos al acusar al candidato de utilizar en su favor las instituciones. «Y esto también es corrupción», sentenció el presidente en funciones.

El líder socialista actuó responsablemente tras haber declinado sus obligaciones Mariano Rajoy. Esta cobardía le pasará factura en las urnas. Aprendimos en estas dos sesiones en el Parlamento que Albert Rivera ha hecho una apuesta valiente para desbloquear la situación, pensando en España, no en las poltronas. Busca un encuentro necesario.

Y, sobre todo, hemos aprendido que Pablo Manuel Iglesias , es un maltratador de manual. Castiga duramente un día al PSOE donde más le duele, en Felipe Gonzále z, apelando a su pasado envuelto en cal viva y, al día siguiente, se deshace en besos y le pide relaciones al propio Sánchez. Podemos ha tomado el Hemiciclo como un plató de televisión, en un nuevo GH VIPS. Desvelar desde la tribuna de oradores la relación sentimental entre una diputada catalana del PP y un diputado nacional de En Común, revela que Iglesias es un machista de tomo y lomo. Y un tipo frívolo sin escrúpulos y sin vergüenza.

¿Dónde están las feministas para denunciar este atentado a la privacidad? Un tipo que considera a Otegui un preso político no es un demócrata, sino un lenilista peligroso cuyo objetivo único es asaltar el poder con una vicepresidencia que abarque el CNI, RTVE, BOE, CIS, Justicia e Interior. Es decir, quiere ser el discípulo aventajado de George Orwel,

El PSOE no debería seguir ni un minuto más negociando con este oportunista mediático que solo pretende cargarse la Transición que nos ha regalado el mejor tiempo de nuestras vidas. Los partidos constitucionalistas tienen el deber de unir fuerzas para crear un gobierno estable que continúe las reformas y haga frente los tres problemas más graves: la unidad de la patria, la corrupción y el paro. La cuenta atrás hacia el 26J ha comenzado.