«Agua corriente», bitácora de un poeta en camino

Nuevo libro de Santiago Sastre

Miguel ÁNgel Martínez

LUNA Z HERRERA

La editorial Celya acaba de publicar Agua corriente de Santiago Sastre. Es el sexto libro de poemas de este autor y recoge, como nos cuenta en su nota previa, sus poemas compuestos entre 2009 y 2011. En la poesía de Santiago Sastre destaca la originalidad ... que le da el tono pop-art de su poesía, me refiero a la capacidad de tomar palabras de la rutina de cada día y convertirlas en obras de arte, emulando en el verso a la Lata de sopa de Andy Warhol. Para empezar, este estilo se refleja magistralmente en el título de la obra: Agua corriente. La polisemia de la expresión sirve de lema para el autor que convierte lo corriente (a la vez ordinario y vivo, en movimiento) en un motivo extraordinario de gozo. Sus versos mezclan el ingenio con la sorpresa y la osadía. Dos versos de ejemplo: «Ni siquiera sé el número de camisa que gasta el amor» (Las limitaciones del poeta) o «El árbol que está estudiando para ser una secuoya» (El bosque). Este es el Santiago Sastre de siempre, que aún sigue presente en este libro, con sus obsesiones y fervores, su tendencia cinéfila y sus rincones toledanos.

Pero en esta nueva entrega Sastre va algo más allá y se introduce en la poesía reflexiva y filosófica, llevándonos desde la esencia sapiencial del haiku hasta el límite de lo que podría ser poético; quizá, a veces, un poco más allá, de hecho algunos de sus poemas podrían cambiar su formato de poesía por el de pensamientos en prosa y no perderían nada de su valor intelectual. Entre estos dos extremos (entre el haiku y la prosa versificada), no faltan poemas filosóficos destilando versos llenos de sabiduría, que se encuadran plenamente en lo poético sin perder su fuerza filosófica como «Tu Yo se llama Contigo» (Locus solus) o «Eres un afluente cuando amas» (Fluviamor). Esta faceta sapiencial de Sastre ya aparecía en su trabajo anterior, pero se hace protagonista en este último libro.

Por último, este volumen incorpora otra novedad en la poesía de Sastre: el verso medido. Él mismo confiesa en uno de los poemas que siente claustrofobia dentro de la métrica (Alcatraz) y se nota que los versos se escapan, al menor descuido, de la disciplina que les quiere imponer el autor. Sin duda, ha sido un reto para el poeta y aún le queda camino para profundizar en las posibilidades del ritmo y de la música que la métrica puede aportar al verso, como un recurso más en la caja de herramientas de un poeta completo. Esa es la ambición que parece conducir a Sastre en esta aventura: «El lenguaje es una caja de herramientas // donde encuentro lo que necesito // para ir más allá de mi estatura» (Witgensteniana).

En definitiva, un libro que retrata a Santiago Sastre como un poeta en camino, fiel a su estilo y al mismo tiempo sediento de recorrer nuevos paisajes en su trayectoria poética. Él mismo cierra el volumen con unos versos que apuntan es esa línea de continuidad y movimiento: «En estos poemas // pongo lo que tengo. // Soy agua corriente. // Sólo he dejado aquí // lo que me has dado» (Salmo final).

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