Los incendios reavivan el debate de los hidroaviones en Canarias: los agentes forestales lo tienen claro

Los corsarios del aire tienen todo el apoyo de la sociedad, que ha engalanado azoteas y ventanales con pancartas de agradecimiento a su labor. La necesidad o no de una base de hidroaviones en Canarias es un tema ampliamente debatido que se enciende con cada incendio, con la sociedad alegando que tener estas aeronaves en las islas permitiría actuar con mayor rapidez y contundencia y los expertos explicando lo contrario. Hidroaviones en el archipiélago ¿sí o no?

La Asociación de Agentes Forestales y de Medio Ambiente de Canarias (AFMACAN) ha considerado que los hidroaviones no son la mejor herramienta para luchar contra los incendios en Canarias y opina que los helicópteros son una herramienta mucho más versátil, precisa, segura y económica.

Desde este colectivo señalan que los medios aéreos son muy importantes en la extinción de grandes incendios forestales; sin embargo, sostienen que es fundamental disponer de medios terrestres suficientes y bien dotados no solo para las labores de extinción, sino también para las de prevención durante todo el año.

En este sentido, desde Afmacan se considera que la inversión en la lucha contra incendios debe ir enfocada a la mejora de medios terrestres durante todo el año, la prevención, la coordinación de los diferentes operativos implicados y la prioridad de helicópteros como medios aéreos.

Desde Afmacan aseguran que los hidroaviones no son la mejor herramienta de lucha contra incendios en Canarias por varias razones de índole técnica: la orografía de las islas, surcadas por barrancos y grandes pendientes, hace que las descargas sean mucho más efectivas desde un helicóptero, que es mucho más versátil y preciso que el hidroavión, ya que los primeros son capaces de hacer la descarga más próxima a la zona quemada.

Añaden, además, que el avión está obligado a repostar en el mar, pues en Canarias no hay grandes ríos ni embalses próximos a las zonas forestales afectadas por los fuegos, por lo que deben recargar en bahías protegidas del oleaje, lo que supone una operatividad complicada con el tránsito de buques y sobre todo una mayor cantidad de tiempo empleado para la carga y, por tanto, entre descarga y descarga en el frente del incendio.

La Asociación incide en que al helicóptero le resulta más fácil recargar en cualquier balsa o estanque próximos al incendio.

Junto a un video de una descarga de hidroavión en Inagua (Gran Canaria) en el incendio de Tasarte de 2020, el bombero forestal aseguró que «con el precio de un hidroavión tendríamos 8 helicópteros» y como se puede observar en las imágenes «en la descarga en Inagua en 2020, el agua no llega al suelo«.

Ante las reacciones de sus seguidores defendiendo la necesidad de esta base porque «siempre se les llama», explicó que «se pide que vengan porque es el único medio que llega en pocas horas desde la península y se agradece que los traigan pero no compensa crear una base« en Canarias.

Afmacan indica que de media en un incendio en Canarias un hidroavión hace una descarga cada 50 minutos, mientras que un helicóptero puede llegar a hacer una cada 5. La carga de agua de un avión anfibio tipo Canadair puede llegar a los 5.400 litros y un helicóptero pesado tipo Kamov puede llegar hasta los 4.500 litros, aunque éste es capaz de hacer mayor número de descargas por hora.

Por otro lado desde Afmacan destacan que ningún medio por si solo es capaz de realizar la extinción de un gran incendio forestal (GIF), siendo necesario el trabajo coordinado y eficaz de diferentes medios y operativos de extinción tanto por tierra como por aire. «Si bien los hidroaviones cumplen perfectamente con su cometido en otros lugares del mundo con una realidad geográfica muy distinta a la de Canarias, dada la realidad orográfica de las islas su operatividad y efectividad disminuye notablemente«, precisan.

Por todo ello, desde Afmacan se aboga por que las decisiones de gestión en materia de incendios forestales sean tomadas en base a criterios técnicos y bajo tutela de los y las profesionales, tras un análisis sosegado y serio de la realidad y no al calor de las emergencias recientes.